Nota del editor: El Dr. Mario Ramírez es médico de emergencias y se desempeñó como director interino de Pandemias y Amenazas Emergentes en el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos. Es director ejecutivo de Opportunity Labs, una consultora sin fines de lucro que asesora a nuevas compañías. Andrew Buher es fundador de Opportunity Labs y exdirector de operaciones del Departamento de Educación de la Ciudad de Nueva York. Las opiniones expresadas son de los autores. Ver más opiniones en CNNE.COM/OPINION
(CNN) – Desde el inicio de la crisis del covid-19, la administración de Donald Trump ha mostrado una sorprendente falta de atención al daño que la pandemia ha causado a las escuelas públicas de nuestro país. La guía para la reapertura publicada este jueves por la Casa Blanca, dedica dos oraciones a cómo y cuándo reabrir nuestras 98.000 instituciones públicas primarias y secundarias.
Si bien las escuelas están reguladas por los estados, una pandemia catastrófica de esta magnitud requiere el uso de experiencia y recursos que solo el gobierno federal puede proporcionar. Sin embargo, las indicaciones y el apoyo por parte de esta administración han sido confusos en el mejor de los casos y ausentes en el peor.
Sorprendentemente, en Washington parece haber poca discusión sobre cuándo y cómo reabrir nuestras escuelas públicas. Este gigantesco desafío puede recaer sobre los gobernadores: tomar las riendas y proteger la salud de los estudiantes y del personal, y garantizar que a esta generación de niños no se le niegue su oportunidad al sueño americano.
Cualquier maestro, director de escuela o supervisor de distrito puede decir que regresar a la escuela después de una larga ausencia es difícil, incluso en períodos de normalidad. Pero hacerlo en medio del covid-19 es monumentalmente difícil.
Los riesgos no podrían ser mayores. El desarrollo académico y el social y emocional, así como la salud mental de toda una generación de estudiantes, penden de un hilo. Además de los desafíos sistémicos del aprendizaje en línea, la mayoría de los estudiantes están lidiando con los efectos devastadores del estrés ante el aislamiento físico y social, una situación económica sombría y, en algunos casos, la muerte de un familiar o amigo.
Las escuelas públicas existen para brindarles esperanza a nuestros hijos y prepararlos para un trabajo productivo y una vida plena. Son una fuente central de la comunidad y un lugar para unirse como nación, para reunirse abiertamente y elegir a nuestros funcionarios públicos.
Fundamentalmente, el covid-19 ha desestabilizado su capacidad para cumplir estas funciones críticas.
A pesar de los heroicos esfuerzos de nuestros educadores desde el inicio de la pandemia, las proyecciones para el rendimiento de los estudiantes de tercer a octavo grado en matemáticas y lectura no alcanzarán el lugar en el que deberían estar al final del año escolar, de acuerdo con la Asociación Evaluadora del Noroeste.
Habrá una necesidad sin precedentes de intervenciones de salud mental y bienestar para el personal y los estudiantes. Los servicios críticos, como el acceso a la comida escolar, pueden extenderse más allá de su capacidad.
Los líderes locales necesitan urgente una dirección táctica sobre cómo traducir la orientación de la salud pública federal en acciones dentro de sus comunidades escolares. Pero la administración de Trump aún no ha proporcionado ninguna directiva sobre cómo reabrir las escuelas, por lo que los gobernadores, como han tenido que hacer en otros asuntos durante esta crisis, deben avanzar rápido para establecer comités de retorno a la escuela, de modo tal de crear un marco para la planificación y la implementación. El trabajo central de los comités debe incluir:
● Involucrar a las comunidades locales. Los líderes de los estados deben hacer preguntas críticas sobre el daño ocasionado al aprendizaje de los estudiantes, qué recursos se necesitan para repararlo y qué debe incluir el plan de estudios, la capacitación y cómo implementarlo para minimizar el impacto.
● Asegurar que los estudiantes y el personal puedan regresar a la escuela de la forma más segura posible. Los líderes estatales deben determinar si los estudiantes y el personal deben ser evaluados y cómo deben ser evaluados antes de ingresar a la escuela, qué normas de limpieza y desinfección deben implementarse y cómo tratar a los niños o el personal enfermo.
● Proporcionar a los padres una comprensión de cuál será la experiencia escolar en el otoño y cómo afectará los resultados de aprendizaje de sus hijos. Los líderes de los estados deben determinar cómo se medirá el progreso académico durante el tiempo fuera de la escuela, si los calendarios escolares cambiarán y cuál será el momento de las evaluaciones.
● Abogar por recursos adicionales. Los líderes de los estados deben buscar fondos para evitar despidos y abordar las necesidades de bienestar del personal y los estudiantes para compensar los servicios perdidos, incluida la educación especial, la fisioterapia y la terapia ocupacional y del lenguaje.
Este marco fundamental es esencial para permitir que las autoridades educativas estatales, los supervisores de distritos y los directores de las escuela comiencen el trabajo crítico de construir e implementar un regreso seguro, eficiente y equitativo.
La verdad se va a saber en cada una de nuestras comunidades. En línea con la guía que emitió el gobierno federal, Opportunity Labs convocó recientemente a un equipo de expertos en salud y educación pública para ayudar a los supervisores de distritos y directores de escuela a planificar y ejecutar este trabajo sin precedentes. La guía para el regreso a las escuelas para líderes educativos incluye acciones esenciales, informadas por las mejores prácticas de salud pública y educación basadas en la evidencia, que deben tomarse antes y después de la apertura de las escuelas. Por ejemplo, exigir el alcance a nivel escolar a los estudiantes en riesgo, establecer un objetivo ambicioso para garantizar que cada estudiante esté en camino hacia el éxito académico al final del año escolar 2022, y establecer políticas para actividades extracurriculares y atletismo, como permitir espectadores, deportes de contacto y la esterilización de equipos basada en la orientación de salud pública.
¿Cuáles serán los procedimientos el primer día de clases? ¿Quién será permitido en los edificios escolares? ¿Cómo implementarán las escuelas los procedimientos de distanciamiento social si aún es necesario? ¿Cómo serán evaluados los estudiantes y el personal para las intervenciones de salud mental? ¿Qué podemos hacer para que los estudiantes de 2020 y 2021 se mantengan en el camino para asegurar el éxito luego del secundario? ¿Qué cambios deberían hacerse en los programas de aprendizaje en línea en caso de que se materialice una segunda ola contagios de la pandemia?
Estas preguntas presentan desafíos intimidantes para nuestras escuelas y las respuestas no son blanco o negro. Sin duda, se irán realizando los cambios necesarios en función del contexto en que se encuentre la pandemia. Pero para que los supervisores del distrito y los directores de las escuelas comiencen a contemplar este desafío histórico, los gobernadores deben tomar medidas inmediatas. Caso contrario, es poco probable que las escuelas abran en otoño.