Nota del editor: Yousef Munayyer es miembro no residente del Centro Árabe de Washington D.C., EE.UU. Las opiniones expresadas en este artículo son suyas. Lea más notas como esta en CNNE.COM/OPINIÓN.

(CNN) – Tomado al pie de la letra, muchos podrían acoger con satisfacción el anuncio de que Emiratos Árabes Unidos restablecerá relaciones diplomáticas con Israel. Algunos pueden verlo como un progreso hacia la paz en el Medio Oriente, donde los países árabes e Israel han estado en conflicto en varios puntos de la historia moderna.

En realidad, ese optimismo está fuera de lugar. Este acuerdo solo profundizará la opresión que ejerce Israel sobre los palestinos y quizás, en el corto plazo, impulse las perspectivas electorales del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ninguno de los cuales parece estar particularmente interesado en la paz, la justicia o la igualdad.

Emiratos Árabes Unidos, por supuesto, no sería el primer estado árabe en establecer relaciones plenas con Israel. Sus vecinos Egipto y Jordania firmaron acuerdos de paz con el aliado de EE.UU. hace mucho tiempo. Y Emiratos Árabes Unidos ha tenido una relación detrás de escena con Israel durante años antes de sacarla a la luz.

La razón por la que los regímenes árabes, incluido Emiratos Árabes Unidos hasta ahora, no han normalizado los lazos con Tel Aviv es por el trato que le da a la comunidad palestina. Actualmente, los palestinos siguen viviendo bajo el influjo militar de Israel en un territorio ocupado, como ciudadanos de segunda clase y como refugiados a quienes Israel les niega la repatriación.

Consternado por lo que Israel ha estado haciendo con los palestinos durante décadas, el público árabe está decididamente en contra de establecer relaciones diplomáticas. Una encuesta de 2018 encontró que el 87% de los encuestados en varios países árabes se oponía a generar vínculos diplomáticos con Israel, y el grupo más grande de quienes participaron en el sondeo citó la opresión hacia los palestinos por parte del Gobierno israelí como la razón principal.

Es importante señalar que Emiratos Árabes Unidos ha roto con un consenso formalizado en el mundo árabe sobre cómo acercarse a Israel, a raíz de cómo trata a los palestinos.

Desde hace casi dos décadas, la posición de consenso de la Liga Árabe, así como de la Organización de Cooperación Islámica, que reúne a más de 50 países árabes y musulmanes, ha sido la Iniciativa de Paz Árabe: normalización total de las relaciones diplomáticas con Israel a cambio de la paz con los palestinos de conformidad con el derecho internacional. Eso fue reafirmado unánimemente por la Liga Árabe (incluido Emiratos Árabes Unidos) tan recientemente como en febrero, en respuesta al plan de la administración Trump para Israel y los palestinos.

Ahora, sin embargo, Emiratos Árabes Unidos esencialmente ha entregado una moneda de cambio fundamental por nada. El anuncio afirma que Israel suspenderá la anexión, no la abandonará, y a cambio será recompensado con lazos normalizados con Emiratos Árabes Unidos, incluso mientras continúa su ocupación.

Para ser claros, los palestinos que viven en territorio ocupado no pueden expresar ninguna autodeterminación soberana y, en cambio, están gobernados en última instancia por el Ejército de Israel. Se suponía que la ocupación iba a ser una situación temporal, pero la postura del país en el territorio no ha sugerido nada de eso. En cambio, ha trasladado a sus civiles allí, gastando miles de millones de dólares en colonias e infraestructura y tomando recursos naturales. Estas violaciones de los Convenios de Ginebra son crímenes de guerra.

De hecho, la empresa de asentamientos israelíes en el territorio ocupado siguió acelerándose después de cada acuerdo de paz. El mensaje que Emiratos Árabes Unidos está enviando a Israel, tal como lo hicieron Egipto y Jordania antes, es que su colonización perpetua y cada vez más profunda de la tierra y la vida palestina es aceptable. Funcionarios israelíes ya están hablando de cómo la anexión está suspendida temporalmente para que esta oportunidad de hacer diplomacia pueda continuar por ahora.

Hay una palabra para un sistema en el que un grupo de personas está sujeto a reglas sin que se le otorguen los mismos derechos, como votar, debido a su identidad grupal. Es apartheid, y esa es la mejor manera de describir este sistema interminable de injusticia hoy.

Uno tiene que preguntarse qué va a obtener Emiratos Árabes Unidos de esto. Está claro que ayuda a Netanyahu, que se está preparando para otra posible elección en Israel. También ayuda a Trump, quien puede reclamar un golpe diplomático, que es poco probable que critique Joe Biden, antes de su propia votación de reelección –por el contrario, Biden dio la bienvenida al pacto, sin mencionar a Trump–. No se sorprenda si vemos más anuncios como este de aliados cercanos de Emiratos Árabes Unidos antes de noviembre. Tenga en cuenta que ese país ha estado extremadamente cerca de la administración Trump y fue uno de los primeros y únicos en ofrecer palabras de apoyo a su llamada “prohibición musulmana”, la directiva para bloquear los viajes desde un puñado de países de mayoría musulmana hacia EE.UU.

Algunos han sugerido que podría abrir la puerta a más ventas de armas estadounidenses a Emiratos Árabes Unidos.

En contra de la intuición, esto también podría fortalecer a Irán. Para Teherán es un aluvión de propaganda inesperado dentro de la región, ya que puede señalar que Emiratos Árabes Unidos valida las afirmaciones iraníes de que los emiratíes y sus aliados traicionarán a los parientes regionales por Occidente e Israel.

Momentos como este también subrayan precisamente por qué Estados Unidos genera tanta desconfianza entre la gente de la región. La Casa Blanca ha estado hablando sobre la importancia de promover la democracia en el Medio Oriente desde que la mayoría de las personas que viven allí pueden recordar y, sin embargo, aplaude a regímenes autoritarios no elegidos que ignoran la voluntad del pueblo para abrir relaciones con un gobierno israelí que gobierna a millones de personas, que no tienen derecho a votar en las elecciones israelíes, por poderío militar. Si lo piensa, es una forma muy extraña de decir que se apoya la democracia.

En última instancia, este anuncio hará poco por cambiar la vida de los palestinos, para quienes las conversaciones diplomáticas y las negociaciones durante décadas no han producido nada. Sin embargo, perjudicará a sus líderes, que han utilizado el consenso árabe en torno a la Iniciativa de Paz Árabe para mantener la esperanza de un Estado palestino, incluso cuando Israel y Estados Unidos bajo la administración Trump son abiertamente hostiles a la idea.

Irónicamente, eso podría ser un aspecto positivo de todo esto. Los partidarios del apartheid israelí esperan que, al romper el consenso árabe, puedan presionar a los palestinos para que acepten un arreglo de semejante estado de cosas a largo plazo al que puedan llamar paz. Sin embargo, estas fantasías estilo Jim Crow –marcos legales en pro de la segregación– son solo eso, ideas irreales. En verdad, los palestinos hoy representan la mitad o más de la población en los territorios que controla Israel, y el liderazgo palestino ya está bajo una creciente presión de una nueva generación para renunciar a su fallido proyecto de Estado que ha descarrilado su liberación y cambiar de rumbo a una lucha por la igualdad de derechos en un solo Estado.

La paz no es un trato de armas entre regímenes antidemocráticos. Debe hacerse entre pueblos.

Los líderes de gobiernos opresores como los de Israel y Emiratos Árabes Unidos pueden tener mucho en común, pero la gente común en el Medio Oriente y más allá no se entusiasmará con Israel hasta que termine su influjo sobre los palestinos. Y por mucho que le guste, en lo que respecta a las relaciones con el mundo árabe que lo rodea, Israel no puede sustituir el régimen emiratí por los palestinos que viven bajo su bota y con quienes finalmente tendrán que vivir como iguales.