CNNEarrow-downclosecomment-02commentglobeplaylistsearchsocial-facebooksocial-googleplussocial-instagramsocial-linkedinsocial-mailsocial-moresocial-twittersocial-whatsapp-01social-whatsapptimestamptype-audiotype-gallery

Donald Trump

Donald Trump

OPINIÓN | De una convención virtual a una realidad paralela

Por Roberto Izurieta

Nota del editor: Roberto Izurieta es director de Proyectos Latinoamericanos en la Universidad George Washington. Ha trabajado en campañas políticas en varios países de América Latina y España, y fue asesor de los presidentes Alejandro Toledo de Perú, Vicente Fox de México y Álvaro Colom de Guatemala. Izurieta también es colaborador de CNN en Español. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor. Ver más opiniones en cnne.com/opinion

(CNN Español) -- Presionado por la fuerza de los hechos y las circunstancias, Donald Trump aceptó a última hora hacer una convención virtual, menos su discurso y el de su hija Ivanka. No pudieron resistir la tentación de realizar un evento con más de 1.500 personas, cuando la regla en Washington, de la cual la Casa Blanca está exenta, es no sostener reuniones de más de 50 personas.

La convención virtual la había hecho bien, pues si en algo ha sido exitoso es como productor de programas como El Aprendiz, donde demostró que es bueno siendo una celebridad en un “reality show”. Pero la Convención Republicana estuvo lejos de ser ese programa de realidad, ya que vimos muy poco de ella. Como pareciera recurrente, Trump y los trumpistas no tuvieron problema para tergiversar la verdad. Quiero enumerar tan solo las más obvias:

- La Convención Republicana intentó hacer creer que el gobierno de Donald Trump reactivó la economía. En realidad, la última crisis económica se dio al término del gobierno de George W. Bush y se reactivó en los dos gobiernos de Barack Obama. Durante el mandato de Trump solamente se continuó esa recuperación hasta que llegó su mal manejo del covid-19.

- La Convención virtual trató de reescribir la historia, diciendo que Donald Trump actuó rápida y oportunamente frente a la amenaza de la pandemia prohibiendo los vuelos desde China (en enero), cuando la verdad es que el covid-19 ya obligaba al mayor encierro ciudadano en febrero. En ese momento, Donald Trump aun sostenía públicamente que el virus pasaría con el calor del verano.

publicidad

- Trump dice que nos sobraron respiradores y pruebas de covid-19. Quizás sobraron simplemente porque llegaron tarde.

- Trump politizó las pruebas para detectar coronavirus y hasta pidió que hicieran menos para que “sus” cifras no luzcan mal. Pareciera que como a muchas celebridades de televisión le importa más su imagen que la realidad.

-También politizó el uso de las máscaras, legitimando y envalentonando a miles que aún no las usan y desafían las instrucciones de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, haciendo más difícil combatir el virus.

-Trump y sus aliados legitiman y envalentonan a aquellos que justifican el uso de armas para, supuestamente, defender su propiedad cuando ven manifestantes (que generalmente son negros) pasando por la puerta de su casa, presentándolos como héroes y haciéndolos dar un discurso sobre la defensa de la propiedad privada en el primer día de la Convención.

Eso fue, no solamente una vergüenza, sino un hecho grave y hasta peligroso, porque esa clase de mensajes legitima actitudes y acciones extremistas como la que sucedió un día después en Kenosha, Wisconsin, donde un adolescente de 17 años salió con un arma para, según dijo, defender unos negocios, aunque acabó detenido, acusado del homicidio intencional de dos manifestantes.

Todos estamos de acuerdo en que exista la ley y el orden. En lo que no estamos de acuerdo y está profundamente errado es en que cada uno trate de aplicar la ley por su cuenta, imponiendo su orden con armas de fuego.

Tampoco tengo empacho en decir que no creo, y es mi opinión, que nadie esté a favor del aborto por deporte. Yo por cierto no lo estoy. El problema está en quien debe tomar la profunda (y dolorosa) decisión de hacerlo o no. ¿No deben ser las mujeres que tienen un embarazo no deseado y sus familias? Ellas deben tomar esa difícil decisión acompañadas de sus familias y la guía moral que escojan (sacerdote, consejero personal o profesional), pero no el Estado, que no debe tomar esa decisión por ella. Creo en el derecho a que la mujer decida sobre su cuerpo, pues las consecuencias de esa decisión las acarrea ella misma, no el Estado. Eso se llama libre albedrío. Y ya es suficiente calvario para cada mujer pasar por eso para que venga un gobierno a decidir de manera absolutista sobre su vida y su cuerpo.

Todos estamos de acuerdo en que esta (y todas las naciones) son “tierra de héroes”. Creo en eso hoy más que nunca, porque estamos en una guerra contra una pandemia, y los que están al frente de esta batalla son los trabajadores de la salud, en los que incluyo a los trabajadores de limpieza (hombres y mujeres que generalmente son inmigrantes hispanos) y a los que nos ayudan a mantener nuestra alimentación sana y variada, trabajando en las cajas de los supermercados o fábricas de procesamiento de comida. Están entre los más expuestos, al igual que los recolectores de basura y todos los que no pueden trabajar de manera remota, que son por lo general los más pobres y de minorías étnicas. Por la carencia de oportunidades, ellos son los que más se exponen y, desproporcionadamente, los que ponen los muertos y enfermos de esta guerra contra la pandemia. Ellos son los héroes de esta guerra. A ellos debemos celebrarlos y no ignorarlos como lo hicieron los republicanos durante esta semana.

Por último, tampoco tengo empacho en decir que quiero que se abra la economía. En eso también coincidimos todos. Andrew Cuomo, el gobernador de Nueva York, fue el que mejor lo dijo en el peor momento de la pandemia: nadie más que yo quiere que se abra la economía, pero no a costa de vidas, enfermedad y más sufrimiento. Lo único que produce abrirla antes es que la segunda ola de la pandemia venga más pronto y con más fuerza (como hemos visto en los estados que creían que la lucha había terminado). La reapertura fallida, que no sigue los consejos de los expertos en salud pública, termina siempre siendo más cara.

A pesar de todo esto yo soy optimista. Lo escribí desde marzo en una serie de artículos para CNN: encontraremos cada vez más, y en tiempo récord, tratamientos para combatir esta pandemia. También soy de los que creo que la vacuna llegará a fin de este año y la economía se recuperará con fuerza.

Pero lo que vimos esta semana fue un show. Fue el reality show de un Donald Trump desconectado de la realidad. Lo que vimos esta semana fue lo mismo que hemos visto desde el inicio: Trump apelando a su base electoral y a nadie más. No es sorpresa. Tuvo una campaña electoral apelando a esa base electoral y ganó. También gobernó apelando a esa base, pero perdió la elección intermedia, en 2018. Aun así, siguió apelando a esa base en esta semana de convención política y realidad virtual. Veamos si en esta ocasión le dan los números para ganar. Eso depende de todos nosotros, los que, al tener el derecho al sufragio, tenemos también el deber cívico de salir a votar y decirles a nuestros líderes cuál es nuestra realidad.