Grand Rapids, Michigan (CNN) – Cuando el coronavirus golpeó por primera vez en marzo, el Dr. David Burkard se encontró a sí mismo teniendo algunas de las conversaciones más difíciles de su vida.
Tenía que hacer saber a los pacientes cuándo era el momento de despedirse definitivamente de sus familias.
“Lo difícil es tener que ser la persona que habla con el paciente con covid, que le dice: ‘¿Sabes qué? Es hora de llamar a tu esposa. Vamos a tener que colocar un tubo de respiración y es hora de que digas adiós’”, dijo Burkard.
Fue un mensaje que el médico de la sala de emergencias tuvo que transmitir una y otra vez a medida que la pandemia se extendía durante el verano y los días más cortos del otoño.
Burkard, de 28 años y en su tercer año de residencia en Spectrum Health Systems en Grand Rapids, Michigan, hizo lo que tenía que hacer para mantenerse a salvo. Llevaba equipo de protección en el trabajo, una mascarilla en su tiempo libre y mantenía la distancia social, dice.
Corría cinco días a la semana, jugaba y era entrenador de voleibol, llevaba una dieta saludable y no tenía problemas subyacentes importantes. Si se infectaba, pensó, estaría bien.
“De hecho, en un momento pensé: ‘Quiero contraer el virus y acabar de una vez’”, le dijo a CNN. “Pensé que no había ninguna posibilidad real de que tuviera que ser hospitalizado. Soy un joven sano”.
‘Simplemente no podía respirar’
Y luego vino la enfermedad y el resultado positivo de covid-19.
Comenzó con fiebre y tos, y Burkard se sintió mal, pero después de tres días las cosas mejoraron notablemente. Sabía que la gente más joven podía enfermarse mucho por el virus, pero parecía que había esquivado esa bala. Luego llegó el día seis.
“Me levanté de la cama. Fui a preparar un sándwich y me moví un poco por mi apartamento y no pude recuperar el aliento”, dijo Burkard. “Simplemente no podía respirar”.
Probó sus propios niveles de oxígeno y supo, al igual que sus colegas cuando llamó, que tenía que ser ingresado.
Fue a su propio hospital, donde muchas cosas le eran familiares pero muchas eran cosas nuevas y aterradoras.
El aislamiento y la soledad de entrar en la unidad de covid-19. La sofocante sensación de estar sin aliento. El miedo. Todo estaba allí, sin amigos ni familiares para calmar sus preocupaciones.
“Estoy literalmente en el trabajo donde tengo muchos amigos y colegas y ni uno solo de ellos podría venir y simplemente saludar”, dijo Burkard. “No podría estar más agradecido con las enfermeras, flebotomistas y médicos que continuaron tratándome con una sonrisa debajo de sus máscaras”.
Burkard no sabe cómo contrajo el virus, pero sabe que no es un chiste. Dos semanas después de dar positivo, todavía no puede caminar sin tener dificultad para respirar.
Se ha quedado en casa, donde ha tenido tiempo de ver las reacciones en las redes sociales a su diagnóstico de aquellos que aún no creen en la realidad de un virus que ha matado a más de 250.000 estadounidenses e infectado a 11 millones más.
“Mucha gente me ha dicho … que soy un engaño. Alguien me denunció en Facebook por ser un perfil falso”, dijo.
Él espera que algunas personas reflexionen al conocer su experiencia.
“En lugar de simplemente decir cosas malas desde detrás del teclado, imagina cómo es tener esa conversación con alguien al que le estabas poniendo un tubo de respiración por la garganta y es posible que no pueda decirle ‘te amo’ a su amada una vez más”, dijo.
Burkard dice que le encanta ser médico de urgencias y se ilumina cuando habla de volver al trabajo. Eso tendrá que esperar hasta que esté lo suficientemente fuerte para los turnos intensos y agotadores. Mientras tanto, se siente culpable de saber que sus colegas están trabajando tan duro a medida que el coronavirus afecta a más y más personas.
La tasa de positividad en Michigan aumentó al 11,6% esta semana, según la Universidad Johns Hopkins. Sus casos se están disparando y también sus hospitalizaciones.
Burkard dice que hay 300 pacientes de covid-19 en Spectrum Health, el principal sistema de salud de la zona. Es lo máximo que han tenido desde que comenzó la pandemia, agrega.
La entrevista de Burkard con CNN fue la primera vez que dejó su autoaislamiento en su apartamento después de salir del hospital. Ya no tiene el virus, pero cualquier actividad sigue siendo realmente difícil.
“Necesitaba esto. Es bueno ver a la gente de nuevo”, dijo Burkard, un poco sin aliento mientras comenzaba a caminar la corta distancia a casa.
Les pidió a todos que siguieran las recomendaciones: quedarse en casa, usar una mascarilla, distancia social en exteriores y no acudir a la reunión de Acción de Gracias para salvar vidas y celebrar más tarde.
Y espera poder servir como advertencia.
“Hay muchas más cosas que no sabemos sobre este virus”, dijo Burkard. “No te arriesgues por muy saludable que te encuentres”.
Jake Carpenter de CNN contribuyó a este informe.