Nota del editor: Dan Morain es un periodista de California y autor de una nueva biografía de Kamala Harris, “Kamala’s Way, An American Life”. Las opiniones expresadas aquí son las del autor. Mira más artículos de opinión en cnne.com/opinion.
(CNN) - El miércoles, Kamala Harris se convirtió en la vicepresidenta número 49 de Estados Unidos, la primera mujer, la primera negra y la primera persona del sur de Asia en ocupar ese cargo.
Desde que Harris anunció su candidatura presidencial a principios de 2019, se encontró con el rechazo y las reservas de los progresistas en el país debido a su historial de aplicación de la ley. La gente de la derecha la ve como de izquierda. Algunos de la izquierda no la ven como lo suficientemente progresista. Ella es, en algunos niveles, un trabajo en progreso y, sin duda, no cumplirá con las expectativas de algunas personas. Pero como su biógrafo, estoy aquí para decirles que Kamala Harris es mucho más de lo que parece.
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Cuando se convirtió en fiscal general de California a principios de 2011, Kamala Harris dejó en claro que tenía grandes planes para ella. Harris anunció que los ex secretarios de Estado de Estados Unidos, Warren Christopher y George Shultz, copresidirían el equipo que lideraría su transición a una oficina sin una cartera de política exterior discernible. Era demasiado fácil para mí, entonces columnista de asuntos políticos del Sacramento Bee, ser sarcástico. Escribí que Harris apuntaba a un cargo más alto o tendría “la mejor política exterior de cualquier fiscal general de Estados Unidos”.
Tenía razón en que Harris era una mujer apurada. Pero lo que no sabía entonces, y lo que he aprendido desde entonces al escribir su biografía, es que ella conocía la virtud de mantenerse fuera del centro de atención y evitar hacer tomas de poder inoportunas que podrían socavar su objetivo.
Quizás lo más importante fue que descubrí que está dispuesta a tomarse un tiempo de su apretada agenda para cometer actos de empatía, incluso cuando no gana nada de ese acto. Mientras escribía su biografía, encontré que abundaban los ejemplos de su carácter y estilo.
Lucha contra la explotación sexual
Está, por ejemplo, su trabajo para acabar con la trata de personas. Harris había visto el lado feo del asunto cuando trabajaba como fiscal en Oakland y San Francisco. Usó su posición como fiscal general de California para elevar el tema.
“La trata de personas es una forma moderna de esclavitud”, dijo el Departamento de Justicia de California dirigido por Harris en un informe sobre la trata de personas en California, en 2012. El informe señaló que en la era de Internet, “el negocio del tráfico sexual, en particular, se ha movido en línea” y señaló “sitios web sin escrúpulos como Backpage.com”, un sitio web de anuncios clasificados que era un bazar para la prostitución, con ingresos que superan los cientos de millones de dólares al año, alegan las autoridades del Departamento de Justicia.
Harris y otros fiscales generales estatales estaban especialmente preocupados porque Backpage se estaba utilizando para traficar con menores. Es por eso que en 2013, firmaron una carta a cuatro miembros del Congreso señalando que la Ley de Decencia en las Comunicaciones federal excluía a las autoridades estatales encargadas de hacer cumplir la ley de cumplir con su deber de “investigar y enjuiciar a quienes promueven la prostitución y ponen en peligro a nuestros niños”, e instando a que el se cambie la ley.
La Ley de Decencia en las Comunicaciones, firmada por el presidente Bill Clinton en 1996, sirvió para proteger a las empresas de medios sociales de la responsabilidad por lo que las personas publican en sus sitios. La ley ayudó a transformar empresas como Twitter y Facebook en gigantes de Internet. Esa inmunidad es fundamental para su modelo de negocio. Backpage también buscó esconderse detrás de esa misma protección.
A pesar de las solicitudes de los fiscales generales estatales en 2013, el Congreso no actuó. Entonces, a partir de 2013, una de las asesoras de Harris, Maggy Krell, se embarcó en una investigación sobre Backpage que encontró a varios menores habían sido explotado usando anuncios del sitio.
Tres años después, en 2016, con el respaldo de la fiscal general Harris, Krell presentó cargos contra los creadores y el director ejecutivo de Backpage.com, acusándolos de una forma de proxenetismo. El caso también pondría a prueba los límites de la ley estatal.
La denuncia penal y una orden de arresto se archivaron bajo sello a fines de septiembre de 2016 y, con la ayuda de las autoridades de Texas, los agentes hicieron un allanamiento a las oficinas de Backpage en Dallas.
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El 6 de octubre de 2016, poco más de un mes antes de que Harris enfrentara a los votantes en su carrera por el Senado de Estados Unidos, California abrió la denuncia. Algunos de los críticos de Harris afirmaron que ella presentó el caso para ganar votos, aunque el resultado de la contienda no estaba en duda. Tuvo grandes ventajas en las encuestas a lo largo de la campaña.
El fiscal general de Texas, Ken Paxton, cuyos agentes ayudaron a las autoridades de California, celebró una conferencia de prensa para anunciar los detalles del caso. Harris emitió un comunicado de prensa pero no celebró una conferencia de prensa. Rara vez celebró conferencias de prensa después de los arrestos y no hizo desfilar a los acusados ante las cámaras.
Dos años más tarde, cuando Harris se había marchado de Sacramento, las autoridades federales cerraron el sitio y presentaron cargos penales contra varios de sus ejecutivos. Backpage ya prácticamente dejó de existir, en gran parte porque la investigación comenzó cuando ella era fiscal general de California. Harris no celebró una conferencia de prensa para conmemorar su desaparición.
Centrándose en los necesitados
En 2016, cuando Harris se postulaba para el Senado y Donald Trump se postulaba para presidente, la llamada universidad de Trump se había convertido en el foco de demandas del fiscal general de Nueva York y de abogados privados que representaban a estudiantes que afirmaban haber sido víctimas de fraude.
La oponente de Harris, Loretta Sánchez, una compañera demócrata que entonces era miembro del Congreso, criticó a Harris por no haber demandado a la escuela de Trump, diciendo que su reticencia podría haber estado ligada a US$ 6.000 en donaciones de campaña que recibió de Trump al principio de su mandato como fiscal en California.
Quizás, Harris podría haberse sumado a la demanda del fiscal general de Nueva York contra Trump. Definitivamente habría anotado puntos con los votantes de California, dada su mala opinión de Trump.
Pero se negó a demandar a la Universidad Trump, y había razones sólidas para esa decisión. Uno de los exasesores de Harris como fiscal general que participó en la toma de decisiones me dijo que relativamente pocos californianos fueron víctimas de la estafa de la Universidad Trump. Las personas que se enamoraron de las fanfarronadas de Trump se quedaron sin dinero pero no quedaron en la indigencia. Y los recursos son finitos.
En cambio, bajo Harris, el estado demandó a Corinthian Colleges, Inc., una corporación con sede en California que afectó a muchas más personas en el estado. En su demanda, el estado alegó que Corinthian, que opera bajo varios nombres, publicitó mucho en la televisión diurna, apuntando a personas que tenían “baja autoestima”. El estado alegó que muchos estudiantes de Corinthian recibieron títulos de poco valor y se quedaron con enormes deudas de préstamos estudiantiles. El estado finalmente ganó un juicio de US$ 1.100 millones contra la compañía y presionó para que se perdonara la deuda que acumularon los estudiantes de Corinthian. En lugar de los titulares que le habría dado una demanda de Trump, se centró en la masa de estudiantes de California necesitados.
Liderando con humanidad
Harris puede ser dura con su personal y dura cuando, como senadora estadounidense, cuestionó a los funcionarios y postulados de la administración Trump. Pero lo que también descubrí es que cuando no había cámaras, mostraba un lado más humano.
Matthew Davis, un amigo de la facultad de derecho, recordó la vez que llamó a Harris, entonces fiscal de distrito de San Francisco, para animarla a que le escribiera una nota a una anciana, Naomi Gray, que se acercaba al final de su vida en un asilo de ancianos. Gray había apoyado a Harris y estaba encantada de que ella hubiera ganado el asiento. Harris tuvo una mejor idea. Dejó lo que estaba haciendo, fue al hogar de ancianos y pasó 20 minutos sosteniendo la mano de la mujer y consolándola. La mujer murió pocos días después.
Encontré muchos otros ejemplos como ese, incluido el momento, días antes de las elecciones parciales de 2018, cuando Harris se enteró de que uno de sus asesores, Tyrone Gayle, estaba a punto de morir por cáncer de colon. Dejó sus deberes políticos en espera y tomó un vuelo de Washington a Nueva York, para poder tomar su mano por última vez.
La vicepresidenta Harris tiene un historial de ganar, de ser estratégica y de estar pendiente del premio. Quizás lo más importante de todo es que tiene corazón. Ella comparte ese atributo con el presidente Biden. Para que la nación se recupere de la división de los últimos cuatro años y de las semanas transcurridas desde el 3 de noviembre, tener una vicepresidenta que combine dureza y determinación con empatía debería darnos motivos para la esperanza.