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Nota del editor: Carlos Alberto Montaner es escritor, periodista y colaborador de CNN. Sus columnas se publican en decenas de diarios de España, Estados Unidos y América Latina. Montaner es, además, vicepresidente de la Internacional Liberal. Las opiniones aquí expresadas son exclusivamente suyas.

(CNN Español) – Como voy a hablar de Cuba, les recuerdo a los lectores que soy un exiliado cubano desde hace 60 años y me opongo a todo género de dictaduras, sean de izquierda o de derechas.

Hecho el “full disclousure”, sigo.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, intenta revertir muchos de los decretos de su antecesor Donald Trump, pero no todos fueron erróneos.

Por ejemplo, trasladar la sede de la embajada estadounidense en Israel a Jerusalén, como el Congreso de EE.UU. había solicitado desde 1995 mediante la redacción de una ley que tuvo apoyo bipartidista, parece que fue una medida acertada.

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Donde no parece tan claro es en el tema cubano. Ya se sabe que en diciembre de 2014 fueron restablecidas las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana.

Pero una de las últimas cosas que hizo el entonces presidente Barack Obama fue ir a Cuba en marzo de 2016, reunirse con los disidentes, y no con Fidel Castro, aunque sí con su hermano Raúl, y dar una charla pública, muy clara, de respaldo a las libertades políticas y a la economía de mercado.

El gobierno de Raúl Castro y posteriormente, de Miguel Díaz-Canel, por medio de sus voceros, lo acusó de inmediato de intentar el cambio de régimen por otros medios.

Biden hereda ese terreno minado del gobierno de Trump.

A principios de febrero de este año hubo una carta abierta, dirigida a Biden y firmada por artistas y académicos, en la que le pedían que levantara las sanciones y el embargo a Cuba.

En estos días se produjo la lógica reacción: una “contra-carta”, publicada en Político, también dirigida a Biden, de la “Asamblea de la Resistencia”, una coalición dirigida por el profesor Orlando Gutiérrez, en la que le piden al presidente que mantenga a Cuba en la lista de las naciones que auspician el terrorismo.

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Y da algunas razones: el asesinato de cuatro pilotos estadounidenses de Hermanos al Rescate sobre aguas internacionales en 1996; la confabulación para enviar armas a Corea del Norte violando los acuerdos de las Naciones Unidas; el auxilio que le prestan los servicios de inteligencia cubanos a la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela; y los ataques acústicos a diplomáticos estadounidenses y canadienses.

Afortunadamente, el presidente Biden no tiene que tomar una decisión urgente. Puede esperar y no hacer nada, dado que el gobierno cubano es el que está desesperado por la crítica situación económica y política en que se encuentra, y no el gobierno de Estados Unidos.

Como me dijo un prominente demócrata muy cercano a Biden, “Cuba es la prioridad número 25 para la nueva administración”. Así parece ser desde la Casa Blanca, dado que llevan 62 años detentando el poder.