(CNN) – En un principio se pensó que un diminuto cráneo enterrado en ámbar de 99 millones de años que se convirtió en tema de debate científico el año pasado pertenecía a la especie de dinosaurio más pequeña del mundo.
Sin embargo, el artículo científico de alto perfil de marzo de 2020 que reveló el descubrimiento de Oculudentavis khaungraae fue retirado más tarde ese año. Una nueva investigación publicada el lunes, basada en otro espécimen mejor conservado en ámbar, sugiere que el cráneo era de un lagarto prehistórico.
“Es un animal realmente extraño. No se parece a ningún otro lagarto que tenemos hoy”, dijo el coautor del nuevo estudio Juan Diego Daza, herpetólogo y profesor asistente de ciencias biológicas en la Universidad Estatal Sam Houston en Texas, en un comunicado de prensa.
“Estimamos que muchos lagartos se originaron durante este tiempo, pero aún no habían evolucionado su apariencia moderna”, dijo. “Es por eso que pueden engañarnos. Pueden tener características de este o aquel grupo, pero en realidad, no encajan perfectamente”.
Los autores del nuevo artículo publicado en la revista Current Biology nombraron a la criatura Oculudentavis naga en honor al pueblo Naga de India y Myanmar, donde se encontró el ámbar. Dijeron que era de la misma familia o género que Oculudentavis khaungraae, pero probablemente de una especie diferente.
Oculudentavis significa “pájaro con colmillos” en latín, pero Daza dijo que las reglas taxonómicas para nombrar y organizar especies animales significaban que tenían que seguir usándolo aunque no fuera exacto.
“Dado que Oculudentavis es el nombre que se usó originalmente para describir este taxón, tiene prioridad y debemos mantenerlo”, dijo Daxa. “La taxonomía a veces puede ser engañosa”.
El ámbar mejor conservado, que se encontró en la misma región minera de ámbar en Myanmar que el primer espécimen de Oculudentavis descrito, contenía parte del esqueleto del lagarto, incluido su cráneo, con escamas visibles y tejido blando. Ambas piezas de ámbar tenían 99 millones de años.
Cráneos distorsionados
Los autores dijeron que la criatura era difícil de clasificar, pero al usar tomografías computarizadas para separar, analizar y comparar cada hueso de las dos especies, detectaron características que identificaban a los animales como lagartos.
Estos incluyeron la presencia de escamas; dientes adheridos directamente al hueso de la mandíbula en lugar de encajarlos en cavidades, como los dientes de los dinosaurios; estructuras oculares parecidas a lagartos y huesos de los hombros; y un cráneo en forma de palo de hockey que es compartido universalmente por otros reptiles escamosos.
En el espécimen mejor conservado, el equipo vio una cresta elevada que bajaba por la parte superior del hocico y un colgajo de piel suelta debajo del mentón que pudo haber sido inflado en exhibición, características compartidas por otros lagartos.
Los autores creen que los cráneos de ambas especies se habían deformado a medida que el ámbar, hecho de bolas de resina de corteza de árbol antiguo, se endurecía a su alrededor. Dijeron que el hocico de Oculudentavis khaungraae se comprimió en una forma más estrecha, más parecida a un pico, mientras que la caja del cerebro de Oculudentavis naga estaba comprimida.
Las distorsiones aumentaron las características de las aves en un cráneo y las características de lagarto en el otro, dijo el coautor Edward Stanley, director del Laboratorio de Descubrimiento y Diseminación Digital del Museo de Historia Natural de Florida.
“Imagina coger un lagarto y pellizcarle la nariz en una forma triangular”, dijo Stanley en un comunicado. “Se parecería mucho más a un pájaro”. Las aves son los únicos parientes vivos de los dinosaurios.
Un campo minado ético
Algunos de los hallazgos más interesantes de la paleontología en los últimos años han surgido de los ricos depósitos de ámbar del norte de Myanmar. Gran parte del ámbar llega a los mercados del suroeste de China, donde es comprado por coleccionistas y científicos.
Sin embargo, han surgido preocupaciones éticas sobre quién se beneficia de la venta de ámbar, particularmente desde 2017, cuando las fuerzas armadas de Myanmar tomaron el control de las minas de ámbar. Las fuerzas gubernamentales y las minorías étnicas han luchado en esta región durante años, y un informe de las Naciones Unidas ha acusado a los militares de torturas, secuestros, violaciones y violencia sexual.
Los autores del estudio dijeron en el comunicado de prensa que el ámbar fue comprado por el gemólogo Adolf Peretti antes de 2017 a una compañía autorizada que no tiene vínculos con el ejército de Myanmar, y que el dinero de la venta no apoyó el conflicto armado.
Dijeron que el uso del espécimen siguió las pautas establecidas por la Sociedad de Paleontología de Vertebrados, que ha pedido a sus colegas que se abstengan de trabajar con ámbar procedente de Myanmar desde junio de 2017.
“Como científicos, creemos que es nuestro trabajo revelar estos vestigios invaluables de vida, para que todo el mundo pueda conocer más sobre el pasado. Pero debemos tener mucho cuidado de que durante el proceso, no beneficiemos a un grupo de personas que cometen crímenes de lesa humanidad”, dijo Daza.
“Al final, el mérito debe ir a los mineros que arriesgan sus vidas para recuperar estos asombrosos fósiles de ámbar”.