(CNN) – En su discurso de victoria tras las elecciones de 2020, Joe Biden dijo lo siguiente: “Me comprometo a ser un presidente que no busque dividir, sino unificar. Que no ve estados rojos y azules, sino un Estados Unidos”.
Sin embargo, a los nueve meses de su presidencia, los estados rojos (como se les conoce a aquellos cuyo electorado es mayoritariamente republicano) y los azules (aquellos cuyo electorado es mayoritariamente demócrata) tienen amplias diferencias en lo que debería ser el menos político de los asuntos: las tasas de vacunación del covid-19.
David Leonhardt, del diario The New York Times, lo llama “covid rojo”:
“La división política en torno a las vacunas es tan grande que casi todos los estados fehacientemente azules tienen ahora una tasa de vacunación más alta que casi todos los estados fehacientemente rojos. (…) Dado que las vacunas son tan eficaces para prevenir enfermedades graves, las muertes por covid también muestran un patrón partidista. El covid sigue siendo una crisis nacional, pero sus peores formas se concentran cada vez más en el Estados Unidos rojo”.
Los nuevos datos de Gallup ofrecen cifras contundentes que respaldan la afirmación de Leonhardt.
Más de 9 de cada 10 demócratas que se identifican como tal (92%) afirman haber recibido al menos una dosis de una de las tres vacunas contra el covid-19.
¿Esa cifra entre los republicanos? Solo el 56%.
Es un dato sorprendente que cuenta una historia muy clara: hay republicanos que están enfermando gravemente, e incluso muriendo, como una especie de postura política distorsionada.
¿Cómo es que llegamos hasta aquí? No hay una sola persona a la que culpar, pero en mi opinión está bastante claro que el expresidente Donald Trump y Fox News tienen la mayor parte de la responsabilidad.
Trump pasó los primeros 16 meses de la pandemia haciendo todo lo posible por restarle importancia. Insistió en que el virus “iba a desaparecer”. Despreció abiertamente el uso de mascarillas: el día en que anunció la guía de los CDC de que la gente debía usar mascarillas en interiores, Trump dijo que no tenía planes de hacerlo. “Simplemente no lo quiero estar haciendo… no sé, de alguna manera, sentado en el Despacho Oval detrás de ese hermoso escritorio Resolute, el gran Resolute Desk”, explicó Trump. “Creo que usar una mascarilla mientras saludo a presidentes, primeros ministros, dictadores, reyes, reinas… no sé, de alguna manera no lo veo para mí. Simplemente, no lo veo”.
Trump también se esforzó por hacer que el debate sobre el uso de las mascarillas, y las medidas para mitigar el covid-19 de forma más general, se convirtiera en un debate sobre los intentos de los líderes demócratas de limitar sus libertades. Las órdenes de confinamiento eran una abrogación de tus derechos, en contraposición a los intentos a corto plazo de frenar la propagación del virus en la comunidad. Las mascarillas eran un gobierno niñero que intentaba decirte lo que tenías que hacer. Los expertos respetados, especialmente el Dr. Anthony Fauci, eran cómplices del Partido Demócrata. En resumen, todo lo que la gente, aparte de Donald Trump, te decía sobre el virus era mentira.
(El hecho de que Trump fuera abucheado cuando le dijo a una multitud a principios de este año que se vacunara dice todo lo que necesitas saber sobre el peligro de fomentar la desconfianza y alimentar a la gente con mentiras).
Mientras tanto, Fox News sirvió como una especie de multiplicador para la politización del virus. Esa carga fue liderada por los presentadores del horario estelar Tucker Carlson y Laura Ingraham, quienes trataron de presentar el debate sobre la vacuna en términos de restricción a la libertad en lugar de un bien de salud pública. “No estamos diciendo que la vacuna no tenga beneficios, bien puede ser profundamente beneficiosa”, dijo Carlson durante el verano, ignorando las innumerables pruebas de que las tres vacunas disponibles contra el covid-19 no solo son seguras, sino increíblemente eficaces en la prevención de enfermedades graves y muertes por el virus. Carlson también presenta regularmente pruebas anecdóticas de una persona, o personas, con una reacción adversa a la vacuna contra el covid-19, sin tener en cuenta que la vacuna es, en general, perfectamente segura.
El resultado de toda esta desinformación y politización del covid-19 es contundente. Los 12 estados con la mayor tasa de casos por cada 100.000 personas están dirigidos por gobernadores republicanos. Los 13 estados con la mayor tasa de hospitalización por cada 100.000 habitantes están todos dirigidos por gobernadores republicanos. Los 15 estados con el mayor porcentaje de muertes por cada 100.000 habitantes están todos dirigidos por gobernadores republicanos.
Esto no es complicado. Ahora no solo estamos divididos por líneas políticas. Nuestras divisiones políticas han creado dos Estados Unidos completamente diferentes: uno en la que la gran mayoría de la gente está vacunada y las hospitalizaciones y muertes son bajas, y otro en el que el coronavirus sigue haciendo estragos en la población.