(CNN) – Durante la lucha mundial por conseguir vacunas contra el covid-19, muchos países de Asia-Pacífico se quedaron atrás. Esta vez, no están cometiendo el mismo error.
Los países de la región se apresuran a hacer pedidos de la última arma contra el covid-19: una píldora antiviral cuyo uso aún no está autorizado.
El molnupiravir –producido por la compañía farmacéutica estadounidense Merck– está siendo anunciado como un potencial elemento de cambio en la pandemia, especialmente para aquellos que no pueden vacunarse. Merck busca la autorización de uso de emergencia de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) para el fármaco, y, si se le concede, la cápsula se convertirá en el primer tratamiento antiviral oral contra el covid-19.
Según la empresa de análisis Airfinity, al menos ocho países o territorios de la región de Asia-Pacífico han firmado acuerdos o están en conversaciones para adquirir el medicamento, entre ellos Nueva Zelandia, Australia y Corea del Sur, que relativamente tardaron en iniciar sus programas de vacunación.
Píldora contra el covid-19 es prometedora, pero hay preocupaciones
Los expertos afirman que, aunque la píldora parece prometedora, les preocupa que algunas personas la utilicen como alternativa a las vacunas, que siguen ofreciendo la mejor protección.
Y advierten que la carrera por abastecerse de la píldora en Asia podría repetir el acaparamiento de vacunas que se produjo el año pasado, cuando se acusó a los países más ricos de acaparar dosis mientras los países de menores ingresos se quedaban sin ellas.
“(Molnupiravir) tiene realmente el potencial, el potencial, de cambiar un poco el juego”, dijo Rachel Cohen, directora ejecutiva para Norteamérica de la organización sin ánimo de lucro Drugs for Neglected Diseases Initiative.
“Tenemos que asegurarnos de que no se repita la historia, de que no caigamos en los mismos patrones o repitamos los mismos errores que vimos con las vacunas contra el covid-19”.
¿Qué es el molnupiravir?
El molnupiravir se considera un paso positivo porque ofrece una forma de tratar el covid-19 sin que los pacientes tengan que estar en el hospital.
La píldora funciona así: una vez diagnosticado el covid-19, el paciente puede iniciar un tratamiento con molnupiravir. Se trata de cuatro cápsulas de 200 miligramos que se toman dos veces al día, esto a lo largo de cinco días para un total de 40 pastillas.
A diferencia de las vacunas, que provocan una respuesta inmunitaria, el molnupiravir interrumpe la replicación del virus, afirma Sanjaya Senanayake, médico especialista en enfermedades infecciosas y profesor asociado de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Australia. “En cierto sentido, hace que el virus produzca bebés poco saludables”, afirmó.
Cambio en el juego
Los resultados preliminares de fase 3 de un ensayo con más de 700 pacientes no vacunados publicados a principios de este mes mostraron que la píldora podría reducir el riesgo de hospitalización o muerte en aproximadamente un 50%, en comparación con los pacientes que tomaron un placebo. A todos los participantes se les administró la píldora o el placebo en los cinco días siguientes a la aparición de los síntomas, y en el plazo de 29 días no murió ninguno de los que tomaron la píldora, en comparación con los ocho que recibieron el placebo.
Los datos completos del ensayo con molnupiravir aún no se hacen públicos, y los datos aún no han sido revisados por pares ni publicados.
Wendy Holman, directora ejecutiva de Ridgeback Biotherapeutics, que colabora en el desarrollo, dijo en un comunicado que los resultados eran alentadores, y que esperaba que el fármaco pudiera tener un “profundo impacto en el control de la pandemia”.
“Los tratamientos antivirales que pueden tomarse en casa para mantener a las personas con covid-19 fuera del hospital son críticamente necesarios”, dijo.
Los expertos coinciden en que el medicamento es prometedor. En lugar de que los pacientes esperen a ver si enferman gravemente, el virus podría tratarse inmediatamente después de ser diagnosticado, indicó Cohen, de Drugs for Neglected Diseases Initiative.
Y a diferencia de otros tratamientos contra el covid-19, el molnupiravir puede tomarse en casa, liberando recursos hospitalarios para pacientes más graves. “Conseguir una pastilla es mucho más sencillo”, aseguró Senanayake. “Esto es un cambio en el juego”.
¿Qué significa esta píldora para las vacunas contra el covid-19?
Las vacunas siguen siendo la mejor protección, dicen los expertos; al fin y al cabo, pueden reducir el riesgo de que una persona contraiga el covid-19.
Pero incluso en Asia-Pacífico, donde las tasas de vacunación en muchos países han mejorado tras un lento comienzo, millones de personas siguen sin vacunarse porque no cumplen los requisitos o no pueden acceder a las vacunas. Y ahí es donde entra la píldora.
“Hay mucha gente que no puede vacunarse”, afirma Nial Wheate, profesor asociado de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sidney. “Este medicamento será una solución de primera línea para esas personas que acaban enfermando”.
La píldora no es sustituto de las vacunas
Pero a Wheate y a otros expertos les preocupa que la píldora pueda dificultar la tarea de convencer a algunas personas de que se vacunen, lo que agravaría las dudas sobre las vacunas que se observan en varios países, entre ellos Australia.
Las investigaciones demuestran que la gente prefiere tomar los medicamentos en lugar de que se los inyecten, afirmó Wheate.
“Si hace un año y medio me hubieras dicho que la gente rechazaría una vacuna para una enfermedad que está acabando con el planeta, habría pensado que estás loco”, dijo. “Siempre hay margen para que la gente piense que este medicamento será una solución mucho mejor que vacunarse”.
Pero los expertos dicen que la píldora no es un sustituto de las vacunas.
Senanayake dice que el enfoque es similar a cómo tratamos la gripe: hay una vacuna contra la gripe, pero también hay medicamentos antivirales para tratar a los que enferman.
Cohen dice que la píldora no significa que sea menos urgente ampliar el acceso equitativo a las vacunas.
“La equidad en las vacunas es una especie de reto definitorio de nuestro tiempo. Pero nunca se combate una enfermedad infecciosa con un solo conjunto de herramientas”, señaló. “Realmente necesitamos todo el arsenal de tecnologías sanitarias”.
¿Por qué los países de Asia-Pacífico están comprando la píldora?
Según los datos de Airfinity, 10 países o territorios están negociando o han firmado acuerdos para la píldora, y ocho de ellos están en Asia-Pacífico.
Es posible que algunos de estos países intenten evitar los errores del pasado, cuando la lentitud de los pedidos provocó retrasos en la implantación de las vacunas.
“Creo que queremos asegurarnos de que nos adelantamos a estos nuevos desarrollos”, dijo Senanayake.
“Hay algunos países de ingresos medios que creo que están intentando no caer en la misma trampa en la que se quedaron cuando los países de ingresos altos acapararon todas las vacunas”, añadió Cohen.
No está claro cuánto pagará cada uno de estos países por las píldoras
Estados Unidos ha acordado pagar US$ 1.200 millones por 1,7 millones de tratamientos si se aprueba la píldora, lo que significa que el gobierno pagará unos US$ 700 por tratamiento. Un análisis realizado por los investigadores Melissa Barber y Dzintars Gotham reveló que producir un tratamiento de molnupiravir cuesta unos US$ 18, con base en un cálculo del costo de las materias primas.
Gotham, que investiga el acceso a los medicamentos, dijo que era habitual que las empresas farmacéuticas impusieran un gran recargo a los fármacos, pero afirmó que le sorprendía ver un precio tan elevado, ya que la financiación estadounidense contribuyó al desarrollo de la píldora.
Merck no confirmó si esas estimaciones eran exactas, aunque en una declaración a CNN la empresa dijo que los cálculos no tienen en cuenta la investigación y el desarrollo.
“Todavía no hemos establecido un precio para el molnupiravir porque no se ha aprobado su uso”, dijo la compañía. “Tenemos un acuerdo de compra anticipada con el gobierno estadounidense y ese precio es específico para un volumen sustancial de molnupiravir y no representa un precio de lista para Estados Unidos o cualquier otro país”.
En un comunicado de junio, Merck dijo que tenía previsto utilizar un enfoque de precios escalonado para diferentes países, y que también había llegado a acuerdos de licencia con fabricantes de genéricos para acelerar la disponibilidad de la píldora en 104 países de ingresos bajos y medios.
Falta de equidad
Los países con menos ingresos pueden estar en desventaja a la hora de utilizar la píldora.
Una vez que se apruebe el uso del fármaco, los países tendrán que decidir si lo dan a cualquiera que muestre síntomas, o si exigen una prueba positiva antes de poder obtenerlo.
Pero eso requiere el acceso a las pruebas. Y en algunos países eso podría ser un problema, según Cohen. Los resultados preliminares de la píldora corresponden a personas que la recibieron en los cinco días siguientes a la aparición de los síntomas, y en algunos países conseguir una prueba tan rápidamente podría ser un problema.
La organización sin ánimo de lucro Médicos Sin Fronteras calificó el medicamento como “una atención potencialmente salvadora” para las personas que viven en zonas donde muchos no están vacunados y son vulnerables a la enfermedad.
Sin embargo, primero está la cuestión de cómo pueden acceder a él.
Aunque el medicamento sería sencillo de producir, según Leena Menghaney, responsable de la campaña de acceso del grupo en el sur de Asia, Merck controla la patente y puede decidir a qué países suministrar el medicamento y a qué precio.
Nuevamente, el riesgo de que los ricos reciban más
Menghaney reiteró su petición de una exención de la patente que permita renunciar a los derechos de propiedad intelectual para que los países de todo el mundo puedan producir versiones del medicamento, lo que podría salvar muchas más vidas. A principios de la pandemia, los activistas presionaron para que se concediera una exención a las vacunas covid-19, pero la petición fue bloqueada por un pequeño número de gobiernos, entre ellos el del Reino Unido.
Cohen dijo que las herramientas y tecnologías sanitarias deberían tratarse como un bien público, y que la situación planteaba preguntas sobre cómo podemos asegurarnos de que esos beneficios se reparten equitativamente.
“Nos preocupa que esto pueda conducir a una especie de nacionalismo terapéutico”, indicó. “Lo que más nos preocupa, sin embargo, es que el acceso equitativo a los antivirales puede ser especialmente difícil en los países de ingresos bajos y medios”.
Senanayake afirmó que, una vez más, existe el riesgo de que los países más ricos reciban más de lo que les corresponde.
“Con el covid, hay que ser desinteresado para ser egoísta”, afirmó. “De lo contrario, si proteges tu pequeño capullo, tu pequeño país, y si se replica en otros países, puede surgir una nueva variante que escape a la vacuna”.