(CNN) – “No puedes amar a tu país solamente cuando ganas”.

Así se expresó el presidente Joe Biden durante el discurso que pronunció este jueves por la mañana para conmemorar el primer aniversario del asalto al Capitolio de Estados Unidos.

No solo es una frase memorable, seguramente será la que más se repita hoy y en los próximos días, sino que también es una frase de enorme importancia si esperamos comprender plenamente lo que ocurrió el pasado 6 de enero y todo lo que condujo a ese momento.

Al centro se encuentra la idea del patriotismo. Recordemos que Donald Trump se postuló a la presidencia en 2016 expresamente con la idea de poner a “Estados Unidos primero”. La idea que animó tanto su campaña como sus cuatro años en la Casa Blanca era que Estados Unidos era excepcional en el mundo y que, durante demasiado tiempo, los líderes del país habían tenido miedo de proclamar en voz alta y con orgullo ese hecho, eligiendo en su lugar hacer que Estados Unidos estuviera supeditado a países menores de todo el mundo.

“El futuro no pertenece a los globalistas”, dijo Trump en un discurso de política exterior de 2019 en las Naciones Unidas. “El futuro pertenece a los patriotas”.

¿Qué hace a Estados Unidos tan especial? Nada nos diferencia de las demás potencias mundiales, China, Rusia, más que nuestro compromiso con la transición pacífica del poder cada cuatro años.

La idea de que, independientemente de que gane tu candidato preferido, a) aceptes los resultados de unas elecciones presidenciales como libres y justas, y b) reconozcas al ganador como presidente, está en la base de lo que somos como estadounidenses.

Basta con remontarse a las elecciones de 2000 para comprender el poder, y la singularidad, de Estados Unidos y su compromiso con la transición pacífica del poder.

Tras un interregno de 36 días en el que no estaba claro si Al Gore o George W. Bush había sido elegido presidente, Gore concedió las elecciones tras una sentencia adversa de la Corte Suprema.

Que lo concediera era importante. La forma en que lo hizo lo fue aún más.

“Por el bien de nuestra unidad como pueblo y la fuerza de nuestra democracia, ofrezco mi concesión”, dijo Gore.

“También acepto mi responsabilidad, que cumpliré incondicionalmente, de honrar al nuevo presidente electo y hacer todo lo posible para ayudarle a unir a los estadounidenses en cumplimiento de la gran visión que define nuestra Declaración de Independencia y que nuestra Constitución afirma y defiende”.

Gore también citó las palabras de Stephen Douglas tras perder las elecciones presidenciales de 1860 ante Abraham Lincoln: “El sentimiento partidista debe ceder ante el patriotismo. Estoy con usted, señor presidente, y que Dios le bendiga”.

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Lo que Gore (y Douglas) entendieron es que no se trataba de ellos. Por supuesto que habrían preferido ganar. Por supuesto que pensaban que serían mejores presidentes que su oponente. Pero también entendieron que el patriotismo y la lealtad al país significaban dejar de lado sus sentimientos personales en favor de hacer lo correcto para el país.

Biden, en respuesta a las preguntas de los periodistas sobre por qué no mencionó a Trump durante su discurso, se refirió a ese sentimiento.

Esta es la parte clave:

“No se trata de mí. No se trata de la vicepresidenta. Realmente no lo es. Eso es lo que más me molesta del tipo de actitud que parece estar surgiendo hasta cierto punto en la política estadounidense. … No se trata de mí. No se trata de que yo sea presidente y ella vicepresidenta. Se trata del sistema y de alguien que intenta ponerse por encima de todo”.

Piénsalo de otra manera: el verdadero espíritu deportivo no es ser amable en la victoria. Cualquiera puede hacerlo. Es ser amable en la derrota. Y eso no lo puede hacer cualquiera.

Lo mismo ocurre con el patriotismo. Es fácil amar a tu país cuando te eligen. O te dan lo que quieres. Es mucho más difícil amar a tu país cuando crees que han elegido a la persona equivocada o que van por el camino equivocado.

El verdadero patriotismo no consiste en insistir en que ganaste, aunque no haya pruebas que respalden esas afirmaciones. El verdadero patriotismo consiste en trabajar dentro del sistema para hacer que el país sea lo más grande posible, independientemente de que eso favorezca o no tus intereses personales.

Joe Biden lo entiende. Donald Trump nunca lo ha hecho.