(CNN) – El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, promete aumentar aún más la presión sobre Vladimir Putin, incluso cuando el presidente de Rusia se atrinchera y defiende su guerra en Ucrania en un desfile nacionalista con miles de tropas en Moscú.
La celebración del Día de la Victoria en Rusia tuvo lugar el lunes después de una impresionante secuencia de revelaciones sobre los resultados mortales del intercambio de información de EE.UU. con Ucrania, y después de que Biden pidiera una asombrosa cantidad de US$ 33.000 millones en armas y ayuda para Kyiv, en otro paso extraordinario que amplió la participación de EE.UU. en la guerra.
La postura de Washington de proporcionar a un tercer país ese nivel de ayuda para herir a la superpotencia nuclear rival de Estados Unidos habría sido impensable antes de la invasión, especialmente dado el deseo de Biden de evitar un choque directo con Moscú.
El papel de Estados Unidos –a la vanguardia de un amplio frente de Occidente contra Putin, que está causando grandes pérdidas al Ejército ruso– vuelve a plantear dudas sobre hasta dónde se puede empujar al hombre fuerte del Kremlin antes de que reaccione.
El hecho de que ahora se conozca públicamente la valiosa información de inteligencia que Occidente está ofreciendo a Ucrania parece aumentar el riesgo de que Putin se sienta humillado y pueda actuar de forma que desencadene una peligrosa escalada.
Esta realidad significa que Biden se encuentra bajo una enorme presión para calcular hasta dónde llegar en Ucrania sin cruzar las líneas rojas que Putin no ha identificado, y que puede que ni siquiera haya establecido en su propia mente, para evitar un deslizamiento desastroso hacia la guerra.
Una advertencia aleccionadora del director de la CIA
Este juego de sombras entre Washington y Moscú se está desarrollando con un telón de fondo de combates despiadados en el este y el sur de Ucrania. En la última atrocidad reportada, se teme que unas 60 personas hayan muerto después de que un avión ruso lanzara una bomba sobre una escuela en Luhansk donde se refugiaban civiles, el sábado por la tarde.
Putin aprovechó su discurso anual del Día de la Victoria, que marca el final de la Segunda Guerra Mundial, para culpar falsamente a Estados Unidos y a Occidente de no dejarle otra opción que invadir Ucrania. Afirmó, en un discurso que invirtió la realidad, que la guerra comenzó porque Rusia no tenía otra opción que repeler preventivamente la “agresión” en sus fronteras.
La carnicería en Ucrania, típica de un patrón despiadado de ataques de las fuerzas rusas contra la población civil, subrayó la aleccionadora advertencia del director de la CIA, Bill Burns, sobre los peligros de una nueva fase de la guerra.
“[Putin] está en un estado de ánimo en el que no cree que pueda permitirse perder”, dijo Burns en un evento del Financial Times, en Washington, el sábado. “Creo que ahora mismo está convencido de que redoblar la apuesta todavía le permitirá avanzar”.
Burns también dijo que, si bien Estados Unidos no ve hasta ahora ninguna prueba de que Rusia esté movilizando armas nucleares tácticas de menor rendimiento para utilizarlas en Ucrania, no se puede descartar la posibilidad de que intente hacerlo.
“Dado el tipo de ruido de sables … que hemos escuchado de los dirigentes rusos, no podemos tomar a la ligera esas posibilidades”, dijo Burns. “En un momento en el que […] hay mucho en juego para la Rusia de Putin y esos riesgos en esta segunda fase del conflicto son serios y no deben ser subestimados”.
El acto de equilibrio de EE.UU. es particularmente agudo porque Putin ha dejado claro durante años que cree que EE.UU. está involucrado en un esfuerzo a largo plazo para derrocarlo y sofocar a Rusia, por lo que las distinciones retóricas hechas en Washington sobre lo que EE.UU. está y no está haciendo por Ucrania pueden perdérsele al líder ruso aislado dentro del Kremlin.
Eso es lo que hace que las noticias de la semana pasada sobre el intercambio de inteligencia con Kyiv sean tan significativas.
“No son solo los misiles Javelin y Stinger los que matan a los rusos y destruyen su equipamiento; la inteligencia también es un arma”, dijo el exdirector de Inteligencia Nacional James Clapper a Erin Burnett, de CNN, la semana pasada.
Lo que está en juego para EE.UU. y el mundo se puso de manifiesto cuando The New York Times, CNN y otros medios de comunicación revelaron que la inteligencia estadounidense contribuyó al éxito de los ataques contra altos dirigentes de las Fuerzas Armadas rusas y el buque insignia del país en el mar Negro, el Moskva, que fue hundido causando tanto un golpe militar como simbólico.
Cuando salieron a la luz las noticias, altos funcionarios estadounidenses insistieron en que Estados Unidos estaba actuando de forma legítima y perfectamente legal, y que dependía de los ucranianos cómo encajar la valiosa inteligencia del campo de batalla en su estrategia para la guerra.
“Les estamos proporcionando información para que puedan defenderse de la agresión rusa y también para que sean más fuertes en la mesa de negociaciones contra los rusos”, dijo Linda Thomas-Greenfield, embajadora de Estados Unidos en las Naciones Unidas, en el programa State of the Union, de CNN.
“El uso que hagan de esa inteligencia depende de ellos. Pero lo que queremos es asegurarnos de que tienen el equipo y la información y los medios para luchar en esta guerra de una manera que les ayude a defender su propia soberanía”.
EE.UU. rechaza acusaciones de guerra encubierta de Rusia
Estados Unidos argumenta que no está participando en una guerra encubierta contra Rusia, sino que está ayudando a Ucrania a defenderse, un paso que no habría sido necesario si no fuera por la invasión rusa no provocada.
La incógnita es cómo procesa Putin esas caracterizaciones del papel estadounidense y si podría arremeter contra ellas, sobre todo teniendo en cuenta el desastroso estado de la invasión tras la dura resistencia ucraniana con armas y municiones occidentales.
El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, ya ha acusado a Estados Unidos de librar un conflicto encubierto en Ucrania y ha advertido que los riesgos de una guerra mundial son ahora “considerables” como consecuencia de ello.
Las decisiones individuales sobre la forma en que Estados Unidos está ayudando a Ucrania a veces parecen confusas o ilógicas desde el exterior. Por ejemplo, a principios de la guerra, la Casa Blanca vetó un plan de Polonia para enviar aviones de la era soviética al país, con el fin de evitar enemistarse demasiado con Putin. Y The New York Times informó que Estados Unidos no estaba proporcionando información a los ucranianos sobre el paradero de los generales rusos de más alto nivel en el país. Esta última prohibición puede estar pensada para proteger a los estadounidenses de ataques de represalia, en un momento en el que cada vez más funcionarios y legisladores estadounidenses visitan Kyiv, devastada por la guerra. La primera dama, Jill Biden, realizó el domingo una visita no anunciada al suroeste de Ucrania.
Aunque la insistencia de EE.UU. en que no ha ofrecido inteligencia de objetivos a Ucrania puede ser un intento de evitar las posibilidades de un estallido con Rusia, es una construcción retórica que puede no significar mucho en la práctica.
“La intención puede no haber sido específicamente proporcionar inteligencia compartida con los ucranianos para que puedan matar a los generales rusos”, dijo Clapper a Burnett, el jueves. “Pero si compartes inteligencia que da a los ucranianos conocimiento de la situación, si ayudas a identificar o reforzar, por ejemplo, dónde está un cuartel general, el cuartel general ruso, bueno, ahí es donde los generales generalmente gravitan, es el cuartel general”.
Aun así, Kurt Volker, exembajador de Estados Unidos en la OTAN, rechazó la idea de que Estados Unidos estuviera librando una guerra encubierta contra Rusia en Ucrania.
“Estamos en posición de ayudar a Ucrania a defenderse contra un ataque directo de Rusia a Ucrania. No se trata de dos superpotencias que se sientan en algún lugar y hacen que sus secuaces vayan a luchar una guerra contra el otro”, dijo Volker en el programa “Smerconish”, de CNN, el sábado.
“Se trata de Rusia directamente involucrada en tratar de exterminar a Ucrania, acusándolos de nazis. Y los ucranianos defendiéndose y recibiendo mucho apoyo del resto del mundo mientras lo hacen”, dijo Volker.
Biden promete aumentar la presión sobre Putin
Puede que a Rusia le convenga que el mundo vea la guerra como una contienda masiva con Occidente en lugar de un compromiso menor con la antigua república soviética en su frontera. Si bien la represión de Putin contra los medios de comunicación independientes significa que muchos rusos no están recibiendo una imagen real de la abyecta actuación de sus militares, tiene valor propagandístico el hecho de que la lucha, y los posteriores reveses, se enmarquen en el contexto de una guerra más amplia contra Occidente en lugar de una potencia menor.
Pero hasta ahora, Putin no ha dado un paso fatídico para ampliar el conflicto, en parte debido a la capacidad de disuasión de Occidente. A partir de las fuentes disponibles públicamente, no parece haber pruebas de los ciberataques a gran escala contra instalaciones estadounidenses que la administración había temido. Hasta ahora, Rusia no ha intentado detener el flujo de armas hacia Ucrania a través de países externos, una medida que podría desencadenar un enfrentamiento directo si se produjera en territorio de la OTAN.
Pero la posibilidad de que se produzcan esos enfrentamientos, por designio ruso o por error de cálculo, seguirá existiendo mientras dure la guerra. Tampoco hay señales de que Occidente esté disminuyendo su compromiso. De hecho, es lo contrario.
“Hoy he hablado con los líderes del G7 y con el presidente [de Ucrania, Volodymyr] Zelensky sobre nuestra férrea unidad y compromiso para seguir fortaleciendo a Ucrania y aumentar el dolor sobre Putin”, escribió Biden en Twitter el domingo tras una videollamada mundial.
El comentario de Biden era digno de mención porque transmitía la sensación de que Occidente, después de imponer a Rusia algunas de las sanciones económicas más duras de la historia, sigue tratando de aumentar la presión sobre Putin. El domingo, Estados Unidos anunció una nueva ronda de sanciones, que impide el acceso de los medios de comunicación controlados por el Kremlin a los anunciantes estadounidenses y prohíbe al país utilizar los servicios de consultoría contable y de gestión proporcionados por Estados Unidos.
No hay ningún impulso diplomático significativo para poner fin a la guerra desde Occidente. Este vacío parece nacer de la sensación en Washington y en algunas capitales europeas de que Ucrania –gracias a su heroica resistencia y al flujo de armas occidentales– está ganando en cierta medida el conflicto. Y Putin está mostrando todos los signos de seguir adelante, por muy terrible que sea el coste.
Pero los riesgos geopolíticos más amplios que conlleva esta realidad no harán más que aumentar junto con la presión occidental.