(CNN) – Miah Cerrillo, una estudiante de cuarto grado que estaba herida, hablaba por teléfono con un operador del 911 cuando se produjo una ráfaga de disparos del atacante en la Escuela Primaria Robb en Uvalde, Texas.
“Está disparando”, se escucha decir a Miah a las 12:21 pm.
“Quédese callada, asegúrese de que todos permanezcan callados”, le dice el operador.
Pasarán 29 minutos más antes de que los agentes se enfrenten al tirador y lo maten.
Para entonces, los agentes armados estaban apilados fuera de las aulas conectadas 111 y 112, donde esperaron, hablaron, revisaron el equipo y buscaron herramientas hasta que finalmente un equipo entró en las aulas y mató al atacante.
A lo largo de la llamada, Miah y su compañera de clase Khloie Torres, quienes sobrevivieron, piden que se envíen agentes para ayudar a salvarlos de la masacre que dejó 19 niños y dos maestras muertas en Uvalde.
No sabían que hasta 376 elementos de 23 agencias locales, estatales y federales habían respondido al incidente, muchos de los cuales estaban a solo unos metros de distancia de ellas, sus amigos y maestras heridas. Al menos un niño y una maestra sobrevivieron al ataque inicialmente pero murieron más tarde.
Y ahora, los padres de Miah, Abigale Veloz y Miguel Cerrillo, quieren que todos esos agentes escuchen la llamada de su hija, quien resultó herida por metralla en los hombros y la cabeza.
“Si los niños llaman y dicen que están heridos o en el salón de clases, eso demuestra que son realmente cobardes”, dijo Cerrillo sobre los agentes que respondieron.
“Todos los agentes que estuvieron allí deberían escuchar este audio para que puedan entender qué diablos están pasando los niños, y estos tontos están afuera”.
La caótica y prolongada respuesta del 24 de mayo ha sido denunciada como un fracaso durante meses. Pero los detalles completos de lo que sucedió y cuándo aún se mantienen ocultos y el policía de mayor rango de Texas no proporcionó una actualización como se esperaba en una reunión pública la semana pasada. En cambio, el coronel Steve McCraw, director del Departamento de Seguridad Pública de Texas, escuchó el enojo de los miembros de la familia y reconoció algunos errores, antes de decir que sus agentes “no le fallaron a la comunidad” de Uvalde.
Comprender la terrible experiencia de su hija
Los padres de Miah se comunicaron con CNN después de que publicamos una historia el martes sobre Khloie, compañera de clase de Miah, que llamó al 911 y dio detalles de los muertos y heridos en el aula 112 unos 40 minutos antes de que los agentes finalmente irrumpieran en la habitación para frenar al atacante y sacar a las víctimas.
El padre de Khloie, Rubén Torres, elogió las acciones de su hija y las volvió a contrastar con la inacción de los agentes luego de escuchar la llamada al 911. “Ese día, las cosas que hizo fueron absolutamente increíbles”, dijo sobre su hija. De los adultos que respondieron, dijo: “Ninguno de ellos tuvo valor ese día”.
CNN obtuvo el audio de la llamada al 911 de 18 minutos de una fuente y lo está usando con la aprobación de los padres de Khloie y Miah. Es la llamada que debería haber terminado con cualquier duda o vacilación de que el atacante adolescente estaba activo, deambulando entre las dos aulas conectadas, que los niños estaban atrapados, heridos y necesitaban ser salvados.
El miércoles fue la primera vez que los padres de Miah escucharon la llamada y dijeron que les ayudó a entender más de lo que Miah les había dicho sobre ese día y por lo que había pasado.
Podían escucharla tratando de ayudar a su maestra Eva Mireles, quien había recibido un disparo y luego murió, mientras también le daban el número de su habitación a Khloie, quien era nueva en Uvalde y la escuela. Y cuando Khloie transmite la directiva del operador para que todos se mantengan en silencio, Miah intenta silenciar a sus compañeros de cuarto grado, que están asustados y heridos.
Y luego la escuchan entrar en la línea, tomando el relevo de Khloie, con las mismas solicitudes claras y educadas.
“Hola, ¿pueden enviar ayuda, por favor?”, pregunta Miah a las 12:19 p.m., 46 minutos desde que se vio al atacante entrar en la habitación, pero todavía 30 minutos antes de que fuera detenido.
“¿Están en el edificio?”, pregunta ella repetidamente sobre la respuesta de las fuerzas del orden. Su madre dijo que Miah creía que los agentes todavía estaban tratando de encontrar una manera de acercarse a ellos, sin imaginar que estaban apilados al otro lado de la puerta, a solo unos metros de distancia.
Su familia ha tratado de protegerla para que no sepa más sobre la respuesta fallida, pero el mes pasado encontró en línea parte del video de una cámara corporal que muestra la distracción, el retraso y la falta de comunicación.
“Estaba tan enojada”, dijo Veloz sobre Miah cuando se enteró. “Ella no podía creer que estaban allí”.
Después de la masacre
Miah pudo contarle a CNN días después cómo se untó sangre y se hizo la muerta con la esperanza de que el atacante la dejara en paz si regresaba del salón de clases contiguo. Incluso testificó ante el Congreso de EE.UU., mediante un mensaje de video enviad a una comisión de la Cámara de Representantes que investiga la violencia con armas, en el que dijo que lo que deseaba era “tener seguridad”.
En estos días, a Miah le resulta difícil abrirse a los extraños, dijo su mamá. Las únicas personas en las que confía son sus familiares.
Sus padres dijeron que escucharla en la llamada al 911 les dio “una imagen mental” de lo que les había contado.
“Ahora entendemos por qué no quiere ir a ningún lado”, dijo Veloz.
Todavía encuentran fragmentos de bala incrustados en su espalda, y el costo emocional es casi igual de visible.
“Ya no es Miah”, dijo su madre con sencillez, recordando que a su hija le encantaba hacer bromas con sus hermanos y ahora le teme a los ruidos fuertes.
Esta semana es el cumpleaños de Miah. Ella cumplirá 12 el viernes. Y su deseo de cumpleaños, dijo su madre, es estar tranquila y salir de Uvalde por el día.