(CNN Español) – Entre 1933 y 1945 el Gobierno totalitario de Alemania, controlado por el Partido Nacional Socialista (o nazi), llevó adelante una campaña de persecución y exterminio de la población judía en el país.
Tras el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en agosto de 1939, los nazis llevaron esta persecución a todos los países ocupados —Francia, Países Bajos, Polonia y partes de la Unión Soviética, por citar solo algunos ejemplos— y a partir de 1941 las segregaciones, las deportaciones y los encierros masivos en campos de concentración dieron paso al exterminio.
Al final del conflicto se estima que unos seis millones de judíos fueron asesinados en toda Europa, según el Museo del Holocausto de Estados Unidos.
Esta “solución final a la cuestión judía”, como se conoció al programa de exterminio, representó la culminación de siglos de antisemitismo en Europa, y de hecho no fue la primera ola de persecuciones contra los judíos.
El exterminio de judíos europeos por los nazis terminó con la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, el 9 de mayo de 1945, y los principales responsables de este Holocausto fueron juzgados y condenados un año después en los Tribunales de Núremberg.
Además de someter a juicio a los jerarcas nazis por sus crímenes, en Núremberg también se expuso, con el detalle que aportan los documentos, las fotografías y las filmaciones, el alcance y la brutalidad inédita alcanzada durante el Holocausto.
Un problema que sigue siendo actual
Pero el antisemitismo —la discriminación u hostilidad contra los judíos como grupo racial o religioso, de acuerdo con la Enciclopedia Britannica— no es un fenómeno extinto, y tras el estallido el 7 de octubre de una nueva guerra entre Israel y Hamas en Gaza una nueva ola amenaza con sacudir al mundo.
El conflicto se inició con un ataque brutal y sorpresivo del grupo islamista palestino contra poblaciones en el sur de Israel, que dejó un saldo de 1.400 muertos e imágenes que recuerdan a los antiguos pogromos contra los judíos.
En respuesta, Israel inició una campaña de bombardeo aéreo sobre Gaza, donde se alberga Hamas, y posteriormente una operación terrestre en el clave, todo lo cual ha dejado miles de muertos entre la población palestina.
La guerra ha impulsado una ola de antisemitismo en el mundo y especialmente en Occidente. Stephen Collinson, de CNN, señaló que esto “no debe considerarse solo una reacción a la nueva guerra en Medio Oriente”.
“También es un reflejo de las fuerzas destructivas que desgarran las sociedades estadounidense y europea occidental, donde la estabilidad y la democracia ya están bajo presión”, escribió
Pero incluso antes del estallido del conflicto, el antisemitismo estaba viviendo un momento de expansión al menos en Estados Unidos y Europa, potenciado por los discursos de odio y las narrativas conspirativas infundadas que se expanden en redes sociales.
En un sondeo exclusivo de CNN realizado en 2018, uno de cada 20 europeos dijo no saber de la existencia del Holocausto, y la cifra ascendía al 12% en Austria, el país de nacimiento del líder nazi Adolf Hitler. Además, un tercio de los entrevistados aseguró que los judíos usaban el Holocausto para mejorar sus posiciones, una de las formas más sutiles del antisemitismo.
De hecho, el 25% de los húngaros entrevistados y el 20% de los británicos y polacos aseguraron que los judíos representaban un 20% de la población global. En realidad, el 0,2% del mundo se define como judío, según el Pew Research Center, y esta exageración también está relacionada con el antisemitismo.
En Estados Unidos, el 10% de los adultos saben saben qué fue el Holocausto, al igual que el 25% de los millennials, de acuerdo con la Claims Conference, que representa a los judíos en sus negociaciones para recibir compensación de la Alemania nazi. Sólo el 50% de los adultos pudo nombrar un campo de concentración como Auschwitz-Birkenau, Dachau, Sachsenhausen o Bergen-Belsen.
Según la Liga Antidifamación (ADL, por sus siglas en inglés), una organización judía que estudia el auge del neofascismo, en 2019 los ataques antisemitas en Estados Unidos llegaron a un pico histórico, que se mantuvo durante 2020.
En los últimos años, diferentes personalidades han quedado envueltas en situaciones de antisemitismo, como la estrella del equipo de baloncesto Brooklyn Nets Kyrie Irving, que pidió disculpas en noviembre de 2022 luego de retuitear a sus cinco millones de seguidores un enlace a un documental criticado como antisemita, o el rapero Kanye West, criticado por su comentarios antisemitas en redes sociales.
¿De dónde viene el antisemitismo?
El término “antisemitismo” fue popularizado por el político alemán Wilhelm Marr en 1879, y llevado a su máxima expresión por los nazis en la década de 1930, al incorporar elementos raciales en sus prejuicios. El “semitismo” al que se hace referencia es, en sí mismo, un término polémico vinculado a las “razas semitas” compuestas por pueblos que hablan lenguas semíticas, como el árabe y el hebreo.
Pero los judíos han sido discriminados desde hace siglos y en todos los países en los que se asentaron.
En la antigua Roma y en la Grecia helénica, el monoteísmo de los judíos fue motivo de choque con el politeísmo oficial. Mientras que en la Europa cristiana, durante la Edad Media, los judíos fueron discriminados por su supuesta responsabilidad, de acuerdo con al tradición cristiana, en la muerte de Jesús. En España, la decisión de Castilla y Aragón de expulsar a los judíos sefardíes en 1492 fue la culminación de un período en el cual la prohibición del judaísmo había llevado a la persecución de quienes, aun declarándose conversos al catolicismo, eran sospechosos de practicar su antigua religión. Mientras esa expulsión no puso fin a las discriminaciones en España contra los conversos o a la vigilancia de la Santa Inquisición, muchos judíos se trasladaron a las Américas, donde en los dominios españoles tampoco cesaron las persecuciones contra ellos, con frecuencia señalados de continuar sus ritos judíos en secreto, y a propósito de eso llamados “criptojudíos”
Ya en la modernidad, los judíos comenzaron a ser segregados económica, social y políticamente en Europa, y en consecuencia fueron aislados de los procesos políticos en los diferentes países, sin recibir derechos civiles ni políticos. Este aislamiento, a su vez, potenció las identidades religiosas y las tradiciones de los judíos aislados, de acuerdo con la Enciclopedia Britannica
Tras la Revolución francesa, en 1789, y el avance del secularismo en Europa, la situación de los judíos mejoró parcialmente al ser integrados en sus respectivas comunidades, pero el antisemitismo continuó siendo una fuerza mayor y los judíos siguieron siendo discriminados.
A finales del siglo XIX el antisemitismo tomó un nuevo alcance en toda Europa, de la mano de las teorías raciales, el darwinismo social y las teorías de la eugenesia desarrolladas en Estados Unidos, y los judíos fueron tomados como chivos expiatorios por los males que aquejaban al continente.
El caso Dreyfus, la acusación falsa de espionaje y traición contra un militar francés por unas fuerzas armadas y una prensa profundamente antisemitas en Francia, se ha convertido en uno de los símbolos de este período, así como la publicación y distribución de “Los protocolos de los sabios de Sion”, un panfleto que delineaba un supuesto plan de dominación mundial por los judíos y que, se descubrió luego, era una falsificación realizada por la policía secreta de Rusia.
Los judíos en Europa se enfrentaron en los años siguientes a numerosos ejemplos de discriminación, pero el ápice llegó con el nazismo, que promovió una forma violenta de antisemitismo. Ya no se trataba de diferencias religiosas o ideológicas con un grupo —en Europa, por ejemplo, se promovió la conversión al cristianismo de los judíos—, sino de buscar la erradicación de un conjunto considerado como una raza inferior.
El Holocausto y la llamada “solución final” de los nazis fueron la coronación de un largo proceso histórico, que comenzó con un discurso antisemita que atrajo a los votantes hacia el partido nazi.
Tras la llegada al poder del nazismo en 1933, los judíos fueron casi inmediatamente excluidos de las actividades políticas y culturales, y sufrieron fuertes limitaciones a sus actividades económicas. Luego llegaron las infames leyes de Núremberg, en 1935, que definieron a los judíos, les retiraron su ciudadanía en el Reich alemán y les prohibieron practicar la mayoría de las profesiones, entre otras cuestiones.
Luego del inicio de la guerra, la identificación de judíos en los territorios ocupados y su internación en guetos —barrios específicos de la judería en las diferentes ciudades— o campos de concentración comenzó a crecer, así como también la matanza masiva pero informal. A partir de 1941, sin embargo, el exterminio se convirtió en una política oficial.