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Política

OPINIÓN | El mensaje clave que dejó la cumbre entre Joe Biden y Xi Jinping

Por Frida Ghitis

Nota del editor: Frida Ghitis, (@fridaghitis) exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora semanal de opinión de CNN, columnista del diario The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen únicamente a su autora. Ver más opiniones en CNN.

(CNN) -- Tuvieron que pasar dos años desde que Joe Biden fue elegido presidente de Estados Unidos para que los líderes de los dos países más poderosos del mundo pudieran finalmente hablar en persona. Pero, cuando Biden y el líder chino, Xi Jinping, se reunieron finalmente en Bali, Indonesia, el lunes –al margen de la cumbre del G20–, el momento no podría haber sido mejor para EE.UU., para la democracia y para el mundo.

En un momento en que la democracia parece estar de repente en un terreno más firme y las principales autocracias se enfrentan a graves problemas, la cumbre era una oportunidad ideal para que Biden hablara con franqueza a Xi sobre las áreas de desacuerdo entre las dos superpotencias, al tiempo que intentara establecer salvaguardias para evitar que la rivalidad precipitara el mundo hacia el conflicto, ya que la relación se ha deteriorado hasta llegar a su momento más tenso en décadas.

A juzgar por las declaraciones de la Casa Blanca y del Gobierno de China, eso es precisamente lo que ocurrió. Las dos partes discutieron las fuentes de desacuerdo, incluyendo la autonomía de Taiwán, la guerra en Ucrania y el historial de derechos humanos de China. Y abordaron áreas de posible cooperación, como el cambio climático, la salud mundial y la estabilidad económica.

¿Qué busca lograr Biden en la Cumbre del G20? 1:10

Las conversaciones fueron aparentemente productivas. Los chinos las calificaron de "minuciosas, francas y constructivas". Biden dijo: "Fuimos muy francos el uno con el otro", pero acordando intentar evitar una nueva guerra fría. No fue un "Kumbaya" (Nota del editor: un encuentro de paz y amor), dijo el presidente de EE.UU., pero quizá sea menos probable que las dos partes inicien una guerra accidental entre ellas.

Por pura coincidencia, el encuentro se produjo en un momento crucial.

Biden señaló que los resultados de las elecciones de mitad de periodo "enviaron un mensaje muy fuerte en todo el mundo" de que Estados Unidos seguirá comprometido en todo el planeta. Pero había un mensaje más importante. La señal para el mundo enviada por las elecciones intermedias es que la democracia estadounidense sigue saludable. Las elecciones estadounidenses no solo se desarrollaron sin problemas y de forma pacífica, sino que asestaron un duro golpe a muchos de los elementos más antidemocráticos dentro del país.

Un proceso democrático que funcione bien en EE.UU. es probablemente decepcionante para Xi y otros autócratas que esperan que las profundas divisiones no solo sigan debilitando al país desde dentro, sino que también demuestren que la democracia es caótica e ineficaz, inferior a sus sistemas autocráticos, como les gusta afirmar. Las elecciones a mitad de periodo pusieron al presidente estadounidense sobre la mesa con una mano más fuerte para jugar.

Unas elecciones exitosas, y un buen rendimiento de su partido, dieron a Biden, y por tanto a Estados Unidos, una presencia más fuerte en la mesa.

Sin embargo, esa no es la única razón por la que este era el momento perfecto –desde el punto de vista de Estados Unidos y de la democracia– para que se produjera esta reunión: hay mucho más sustancia en medio de este momento geopolítico que quién controla la Cámara de Representantes y el Senado estadounidenses.

Tras años de agitación y ansiedad, hay indicios de que el mundo democrático puede estar empezando a invertir la marea de la autocracia, o al menos de sus elementos más peligrosos. Pero es demasiado pronto para saber cuán fuerte será el impulso democrático mundial.

Resultados que arrojó la reunión entre Joe Biden y Xi Jinping 2:41

Mientras Biden y Xi se reunían, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, regresaba emocionado y triunfante a la devastada y ahora liberada ciudad de Jersón, la única capital de provincia que los invasores rusos habían conquistado.

En una importante victoria para Ucrania que Zelensky calificó como "el principio del fin de la guerra", las fuerzas rusas abandonaron Jersón para evitar una derrota en el campo de batalla. Los ucranianos, apoyados por Occidente, prosiguen su exitoso empuje contra la invasión que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, lanzó en febrero, pocos días después de reunirse con Xi en Beijing.

En ese entonces, en la jornada inaugural de los Juegos Olímpicos de Invierno, Putin y Xi declararon que los dos países tenían una amistad "sin límites", sin "áreas prohibidas de cooperación". Veinte días después, tras meses de negar cualquier intención de invadir Ucrania, las tropas rusas cruzaron las fronteras de este país en lo que ellos –y gran parte del mundo– esperaban que fuera una operación rápida para conquistar la incipiente democracia de al lado.

Putin y Xi, los principales autócratas del mundo, parecían ascendentes, incluso imparables. Mientras tanto, las democracias occidentales parecían inquietas, agitadas por protestas a veces violentas contra las restricciones de covid-19. Putin se preparaba para triunfar en Ucrania. Xi era el anfitrión de los Juegos Olímpicos, disfrutaba de la atención y se preparaba para consolidar su control sobre China.

La aventura de Putin se convirtió en un desastre cuando los ucranianos defendieron su país con una tenacidad inesperada y cuando Biden reunió a sus aliados en una campaña de apoyo a Ucrania.

Cuando Xi y Putin volvieron a reunirse en septiembre, China había hecho poco para apoyar a Rusia militarmente, y Putin admitió que Xi tenía "preguntas y preocupaciones" sobre Ucrania. Más recientemente, después de que el presidente ruso amenazara con utilizar armas nucleares, Xi le reprendió.

Felipe González: El asalto al Capitolio fue un intento de golpe de Estado 1:03

La amistad sin límites de esto "hermanos autócratas" se volvió un poco menos cálida, el frente antidemocrático un poco menos seguro de sí mismo.

De manera reveladora, Putin decidió no asistir a la cumbre del G20, en Bali, evitando los enfrentamientos con los líderes mundiales mientras se convierte cada vez más en un paria en la escena global.

Sin duda, Biden no es el único líder que muestra firmeza. Xi acaba de conseguir un tercer mandato sin precedentes como líder de China, y ahora puede gobernar de forma efectiva durante todo el tiempo que quiera. No tiene que preocuparse por las elecciones, por una prensa crítica o por un partido de oposición vociferante. Es esencialmente el gobernante absoluto de un país poderoso y lo será muchos años más.

Y sin embargo, Xi se enfrenta a una montaña de problemas desalentadores. La economía se ha ralentizado tanto que China se resiste a revelar los datos económicos. La vacuna contra el covid-19 de China, antaño una herramienta de la diplomacia mundial, es una decepción. Y en parte por ello, China está imponiendo confinamientos draconianos mientras el resto del mundo vuelve poco a poco a la normalidad tras la pandemia.

La cumbre entre Biden y Xi llegó en un buen momento para Occidente y no demasiado pronto. China sigue siendo un gran violador de los derechos humanos, una amenaza para Taiwán y un rival clave de Estados Unidos. Pero evitar una guerra fría o un conflicto directo, especialmente accidental, es crucial.

También es crucial en esta competencia de época entre los dos sistemas demostrar que la democracia funciona, derrotando los esfuerzos de países autocráticos como China y Rusia por desacreditarla y demostrando que las guerras de agresión no provocadas, destinadas a suprimir la democracia y conquistar territorio, no tendrán éxito.