Hong Kong (CNN) – Antony Blinken llevará a cabo un viaje a Beijing en los próximos días para lo que sería la primera visita a China de un secretario de Estado de EE.UU. desde 2018, lo que representa un marcado contraste con lo que ocurrió en la capital china un año antes.
En aquel entonces, el líder chino, Xi Jinping, dio la bienvenida al presidente ruso, Vladimir Putin, para la inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijing: una reunión para entablar conversaciones y realizar una cena en honor de Putin, y declarar una asociación “sin límites” entre los dos vecinos.
Semanas más tarde, cuando los tanques rusos cruzaron la frontera hacia Ucrania iniciando una invasión que devastaría el país y provocaría una crisis humanitaria, los líderes chinos no dieron marcha atrás.
Aunque Beijing reclamó imparcialidad en el conflicto y no tener conocimiento previo de las intenciones de Rusia, también se negó a condenar a Moscú. En cambio, repitió los argumentos del Kremlin culpando a la OTAN por provocar el conflicto, fracturando aún más las relaciones tanto con Europa como con EE.UU.
Un año después, el contraste de una visita de Blinken no parece una coincidencia.
Económicamente agotado por su ahora abandonada estrategia de cero covid, Beijing ha estado suavizando su tono en asuntos exteriores y aumentando su diplomacia con los gobiernos occidentales, dicen los analistas, en un intento por recuperar el terreno perdido y estabilizar sus relaciones.
En las reuniones con Blinken durante su viaje previsto para principios de febrero, así como con los líderes europeos que indicaron que podrían visitar China en los próximos meses, es probable que los homólogos chinos enfaticen sus antiguos llamados a una resolución pacífica y acentúen lo que afirman se trata de una “posición objetiva e imparcial” de China sobre el conflicto, dicen los analistas.
Pero si bien la óptica puede ser diferente respecto al mismo periodo del año pasado, el apoyo de China a Rusia, cuando se mide por su comercio anual, compromisos diplomáticos y programa de ejercicios militares conjuntos, cuenta una historia diferente.
Esas métricas muestran que, durante el último año, China ha continuado reforzando, no alejándose, de su asociación “sin límites”, una relación que se ha fortalecido en los últimos años y que, según los analistas, Beijing sigue considerando clave para sus objetivos fundamentales de mantener la seguridad nacional y hacer retroceder un orden mundial liderado por Estados Unidos.
“China es muy hábil para calibrar la narrativa según la audiencia”, dijo Alexander Gabuev, miembro principal de Carnegie Endowment for International Peace.
Pero cuando se trata de los lazos de China con Rusia tras la guerra de Ucrania, “no veo ningún remordimiento”, sino que, agregó, “China se está aprovechando de las oportunidades que brinda esta crisis”.
‘Socio global’
Desde los primeros días de la guerra en Ucrania, la administración del presidente estadounidense Joe Biden ha advertido al gobierno chino de las posibles consecuencias de cualquier apoyo material a la invasión de Putin.
Los funcionarios de inteligencia estadounidenses han dicho constantemente que no han visto pruebas de que China haya proporcionado ayuda letal a Rusia, pero EE.UU. expresó recientemente su preocupación a China por las pruebas que sugerían que empresas estatales de ese país habían vendido equipos no letales a Rusia, una acusación que Beijing niega con vehemencia.
Si bien un puñado de empresas chinas han sido incluidas en las listas negras de Estados Unidos en relación con el conflicto, la mayoría parece haber calibrado su negocio para evitar violar las amplias sanciones impuestas por EE.UU. y sus aliados contra Moscú.
Beijing ha enfatizado durante mucho tiempo que busca desempeñar un “papel constructivo” hacia la resolución pacífica del conflicto, y durante una reunión de septiembre, Putin admitió que Beijing había planteado “preguntas e inquietudes” sobre la crisis.
Sin embargo, China ha continuado expandiendo el comercio con su vecino del norte, abriendo, por primera vez, dos puentes permanentes para facilitar el comercio sobre un río fronterizo clave y acumulando un récord de 1,28 billones de yuanes (US$ 190.000 millones) el año pasado, según datos chinos publicados el mes pasado.
Eso representó un aumento de alrededor del 30% desde 2021, impulsado en parte por las empresas chinas que compraron petróleo y carbón con descuento, incluso cuando otros gobiernos se movilizaron para evitar el combustible ruso, asumiendo los crecientes precios de la energía para evitar financiar a Rusia.
Xi felicitó a Putin por las fuertes cifras comerciales durante una charla habitual de fin de año entre los dos líderes, en la que también pidió a los dos países que “mejoren la coordinación estratégica” y “continúen siendo la oportunidad de desarrollo y socio global del otro”. La charla, realizada por enlace de video en diciembre, fue una de al menos cuatro conversaciones, incluida una reunión cara a cara, entre Xi y Putin desde el comienzo de la guerra.
En ese periodo, Xi aún no ha hablado con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, aunque el líder ucraniano ha expresado públicamente su interés.
Mientras tanto, la relación de seguridad entre China y Rusia ha suscitado preocupación entre los aliados asiáticos de Estados Unidos.
En los últimos meses, China ha enviado a más de 2.000 efectivos a Rusia para un simulacro conjunto, envió sus aviones de combate estratégicos para patrullar junto a los de Rusia sobre el Mar de Japón y el Mar de China Oriental, y desplegó una serie de embarcaciones para ejercicios navales conjuntos de fuego real durante una semana en aguas cercanas a Japón.
El martes, el primer ministro japonés, Fumio Kishida, y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, expresaron su preocupación por la “creciente cooperación militar de Rusia con China”, incluidas “operaciones conjuntas y ejercicios en las cercanías de Japón”, en una reunión en Tokio, según su declaración conjunta.
Pero incluso si esos compromisos, así como su floreciente comercio y diplomacia, pueden haber aumentado la cautela sobre la relación entre China y Rusia en Occidente, siguen siendo la base de la política exterior general china, en la que Moscú también juega un papel clave al reforzar la influencia del país asiático en la ONU, según Jean-Pierre Cabestan, profesor emérito del Departamento de Gobierno y Estudios Internacionales de la Universidad Bautista de Hong Kong.
“(La relación con Rusia) prevalece en términos de los intereses externos de China… porque está dirigida contra Estados Unidos y los sistemas de alianza de Estados Unidos, tanto en Europa… como en Asia”, dijo. “El principal objetivo de China es debilitar esos sistemas de alianza”.
‘Ofensiva del encanto’
Si bien es posible que la importancia de su relación con Rusia no haya cambiado, China se ha esforzado por reducir su retórica general hacia Occidente y renovar su diplomacia, dicen los analistas, mientras impulsa la recuperación económica luego de uno de sus peores años de desempeño económico en casi medio siglo.
“La prioridad abrumadora para China es la recuperación económica, y la recuperación económica requiere… no tener una relación desestabilizadora con Estados Unidos”, dijo Yun Sun, director del Programa de China en el grupo de expertos Stimson Center en Washington.
“Eso está contribuyendo a esta ofensiva de encanto”, dijo, y agregó que es más probable que se trate de una maniobra a corto plazo mientras China busca recuperar su vacilante crecimiento, no una revisión fundamental de la política exterior asertiva de Beijing.
Los gobiernos occidentales estarán atentos a este cambio de tono y alcance diplomático, y si tiene algún impacto potencial en la guerra en Ucrania.
Para Blinken, quien se espera que llegue a China después de un cara a cara relativamente amistoso entre Biden y Xi en el G20 en noviembre, se espera que la guerra de Ucrania sea uno de varios temas clave durante la visita.
Es probable que el secretario repita las advertencias anteriores de Estados Unidos sobre el apoyo a los esfuerzos de guerra rusos, pero también podría analizar cualquier posibilidad de que Beijing influya en Moscú hacia la paz, dicen los analistas.
Esta ha sido una línea de pensamiento en Europa, donde líderes como el presidente francés Emmanuel Macron, de quien también se espera que visite China en los próximos meses, han expresado su esperanza de que Beijing asuma ese papel.
Pero los analistas son escépticos: China está “alimentando con mucho cuidado estos conceptos erróneos” de que podría influir en Putin sobre la guerra, algo que Beijing probablemente tiene poca confianza en que pueda hacer, según Gabuev de Carnegie Endowment.
Mientras maneja las expectativas, China podría buscar aprovechar esta percepción para “obtener algo de buena voluntad”, pero Beijing seguirá siendo muy consciente de que la raíz de las tensiones y los desafíos en sus relaciones con las potencias occidentales son mucho más profundas que las preocupaciones sobre su relación con Rusia, dijo.
Eso significa que las expectativas de que China podría ayudar a Occidente a resolver el conflicto, un resultado que China también ha pedido, probablemente lleguen a su límite en el balance de Beijing.
Como dice Sun: “Nunca verás un escenario en el que China abandone a Rusia porque en el diccionario de China, si Rusia cae, China es la siguiente”.