(CNN) – Incluso antes de subir al ring, las boxeadoras cubanas han tenido que aguantar los golpes.
Si bien la isla es famosa desde hace mucho tiempo por sus boxeadores masculinos de alto nivel, las mujeres se veían bloqueadas por la prohibición oficial de practicar este deporte de forma competitiva.
El Inder, el instituto deportivo del gobierno cubano, afirmaba que el deporte era demasiado violento para las mujeres, a pesar de que las atletas cubanas competían con éxito en judo, karate y taekwondo.
Para muchas boxeadoras de la isla, la prohibición olía a sexismo y a oportunidad perdida.
“Desde que estamos en el vientre de nuestras madres somos luchadoras”, dijo a CNN la veterana boxeadora y entrenadora Namibia Flores Rodríguez.
“Siempre estamos luchando por algo, por criar a nuestros hijos, por ayudar a nuestras familias, por ser independientes”.
Flores dice que entrenó durante años como lo hacen en Cuba muchas mujeres interesadas en el boxeo: por su cuenta y en gimnasios que carecen incluso del equipamiento más básico.
Aunque podían aprender y practicar este deporte como pasatiempo, la prohibición del boxeo femenino impedía a las atletas cubanas participar en torneos en la isla o en el extranjero.
Al menos oficialmente, el boxeo femenino en Cuba no existía.
Un nuevo amanecer
En diciembre, las primeras grietas en ese techo de cristal aparecieron cuando las autoridades dieron un giro de 180 grados tras anunciar que habían obtenido el equipo de seguridad adecuado para ellas, como almohadillas y cascos.
“Dimos este paso cuando estábamos seguros, realmente convencidos de que era el momento y no teníamos ninguna preocupación porque nuestras mujeres estarían protegidas”, dijo el presidente de la Comisión Cubana de Boxeo, Alberto Puig de la Barca, a los periodistas en una conferencia de prensa.
El cambio, dijeron los responsables deportivos en la rueda de prensa, fue también el resultado de un código de las familias recién implantado en la isla, según el cual las mujeres están obligadas por ley a tener las mismas oportunidades que los hombres. Eso incluía, al parecer, el boxeo.
Dos semanas más tarde, se celebraron las primeras pruebas en unas estrechas instalaciones con un único ring de boxeo. Muchas de las boxeadoras acababan de dejar de competir en artes marciales o simplemente habían hecho sus pinitos en el boxeo.
Aun así, lucharon con pasión y arrancaron ovaciones y aplausos de los espectadores.
Tras el primer combate, un locutor exclamó a la multitud: “¡Esto es histórico!”.
La boxeadora Legnis Cala Massó dijo que empezó a boxear para aprender defensa personal y que aún así le sorprendía ponerse los guantes para representar potencialmente a su país.
“Mi primer sueño era participar y que tuvieran en cuenta a las mujeres que luchaban en Cuba”, declaró a CNN antes de su combate. “Ahora quiero estar en el equipo”.
Aunque a las boxeadoras cubanas les queda un largo camino por recorrer, las autoridades confían en que su entusiasmo y su habilidad natural logren recuperar el tiempo perdido. Las autoridades deportivas pronosticaron que las boxeadoras cubanas competirán en los Juegos Centroamericanos y del Caribe a partir de junio y en los Juegos Olímpicos de Verano de 2024 en París.
Muchas boxeadoras dijeron que habían soportado golpes sexistas dirigidos a ellas a lo largo de los años, pero la boxeadora novata Melany de la Caridad Girado Bermúdez dijo a CNN que sentía que la percepción de las mujeres que participan en el venerado deporte nacional finalmente estaba cambiando.
“En mi caso todos los comentarios que he recibido han sido positivos. Que si me esfuerzo, lo puedo lograr”, dijo. “Que la mujer cubana tiene potencial para esto”.