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Análisis

China contempla la inminente visita de Blinken con desconfianza profunda y expectativas escasas

Por Nectar Gan

(CNN) -- Mientras el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, se prepara para su largamente aplazado viaje a China de este fin de semana, cuyo objetivo es estabilizar las tensas relaciones entre las dos superpotencias mundiales, el ambiente en Beijing no es nada acogedor.

Días antes de su partida, el jefe de la diplomacia estadounidense recibió una severa reprimenda de su anfitrión chino, que culpó directamente a Washington del reciente aumento de las tensiones después de que Blinken renunciara a un viaje anterior en febrero a causa de un presunto globo espía chino que sobrevoló Estados Unidos.

En una llamada telefónica con Blinken, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Qin Gang, instó a Estados Unidos a "mostrar respeto" por las principales preocupaciones de Beijing y a dejar de interferir en sus asuntos internos, según una lectura china de la llamada.

Según los expertos, esta declaración —que fue notablemente más mordaz que la lectura de la misma llamada que hizo el Departamento de Estado— dice mucho de las escasas expectativas de Beijing respecto a la visita de alto nivel, así como de la profunda desconfianza que se cierne sobre el impulso de la administración de Biden para un "deshielo" de las frías relaciones.

En los últimos días, los medios de comunicación estatales chinos han guardado silencio ante la que será la visita de más alto nivel de un funcionario estadounidense en cinco años.

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"La cobertura de la visita de Blinken en China no es tan amplia ni entusiasta como en Occidente", dijo Yun Sun, director del Programa sobre China del Centro Stimson, un centro de estudios de Washington.

"Tras el aplazamiento anterior debido al incidente del globo, los chinos están preocupados por otro posible bochorno. Las expectativas son bajas y se gestionan con cuidado", añadió.

Expectativas bajas

Aunque EE.UU. ha impulsado los acercamientos recientes, también ha minimizado las expectativas.

"No vamos a Beijing con la intención de lograr algún tipo de avance o transformación en la forma en que tratamos unos con otros", declaró Daniel Kritenbrink, principal diplomático del Departamento de Estado para Asia Oriental, en una reunión informativa celebrada el miércoles.

"Acudimos a Beijing con un enfoque realista y confiado, y con el sincero deseo de gestionar nuestra competencia de la forma más responsable posible. Esperamos, como mínimo, alcanzar ese objetivo", declaró.

Pero incluso eso será una tarea difícil dada el profundo recelo en Beijing, debido a una importante ruptura de la confianza política entre las dos superpotencias que comenzó durante la administración Trump.

"La opinión dominante en China es que las palabras y los hechos de Estados Unidos son incoherentes: no hacen lo que dicen", dijo Wang Yong, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Beijing en Beijing.

En los últimos meses, al tiempo que presionaba para reanudar las conversaciones diplomáticas de alto nivel, Estados Unidos ha impuesto sanciones a empresas chinas, ha presionado a sus aliados para que restrinjan la entrada en China de expertos en tecnología de semiconductores, ha movilizado a otras economías avanzadas para contrarrestar la "coerción económica" de Beijing y ha firmado un nuevo acuerdo comercial con Taiwán, una democracia autogobernada que China considera suya.

Estas acciones han desencadenado la ira de Beijing, llevándola a cuestionar la "sinceridad" de la administración de Biden.

"Por un lado, Estados Unidos pide comunicación y, por otro, reprime y contiene a China por todos los medios posibles", declaró un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino el mes pasado, un día después de que el presidente Joe Biden pronosticara un "deshielo" en las relaciones.

"Las señales contradictorias enviadas por Estados Unidos son muy confusas. Esto hace que la parte china no tenga grandes esperanzas en la visita de Blinken", declaró Wang.

Expertos chinos afirman que los principales temas de la agenda de Beijing son Taiwán y el control de EE.UU. de las exportaciones de tecnología, especialmente las restricciones al suministro de semiconductores avanzados y equipos de fabricación de chips a China.

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En el centro de la queja de Beijing se encuentra su rechazo a una premisa central de la estrategia para China de la administración Biden: que las dos superpotencias pueden competir agresivamente entre sí manteniendo abiertas las líneas de comunicación para evitar entrar en conflicto.

El resultado es un marcado contraste de actitudes. Mientras que Estados Unidos se ha mostrado ansioso por reparar los lazos, China ha reaccionado con pasividad y ha hecho poco por ocultar su descontento.

Tong Zhao, investigador principal de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, afirmó que China estaba tratando de ejercer presión mostrándose deliberadamente fría y distante ante los intentos de acercamiento de Estados Unidos, incluso rechazando la propuesta de Washington de establecer "barandillas" para la relación y mecanismos de reducción de riesgos.

China rechazó recientemente una propuesta estadounidense para que el cecretario de Defensa, Lloyd Austin, se reuniera con su homólogo chino, Li Shangfu, cuestionando la "sinceridad" de la invitación. (Expertos chinos dicen que fue porque EE.UU. no levantó las sanciones a Li, impuestas en 2018 por la compra de armas rusas por parte de China).

China interrumpió las conversaciones con los mandos militares estadounidenses tras la visita a Taiwán de la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi el pasado agosto. La falta de comunicación entre los dos ejércitos más poderosos del mundo ha alimentado el temor a errores de cálculo y conflictos.

En los últimos meses, ambas partes han sido testigos de múltiples interacciones militares peligrosas, como una colisión cercana de buques de guerra en el estrecho de Taiwán y un encuentro cercano de aviones militares sobre el mar de China Meridional.

Zhao afirmó que China ha adoptado "una política de riesgo calculado" para subrayar el riesgo de confrontación militar ante Estados Unidos.

"China siempre ha creído que este riesgo está causado por las acciones unilaterales e irrazonables de EE.UU. Al dejar más claro el riesgo, China cree que puede empujar a EE.UU. a reconocer sus propios problemas de comportamiento y a hacer concesiones unilaterales", dijo Zhao.

"Hasta cierto punto, China está tratando de plantear deliberadamente algunos riesgos a nivel táctico, con la esperanza de obligar a EE.UU. a hacer compromisos a favor de China a nivel estratégico".

Última oportunidad

A pesar del enfado por lo que considera recientes esfuerzos de EE.UU. por contener a China, Beijing aceptó la visita reprogramada de Blinken tras un retraso de cuatro meses.

Parte de la razón es práctica: expertos afirman que el viaje de Blinken parece bloquear las visitas de otros miembros del gabinete estadounidense que China considera importantes, como la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, y el enviado para el clima, John Kerry.

A Beijing también podría preocuparle la óptica, especialmente para los países atrapados en la intensificación de la rivalidad entre Estados Unidos y China.

"Es importante que China no parezca que rechaza el diálogo, sobre todo cuando Estados Unidos lo ha estado promoviendo", afirmó Sun, del Centro Stimson.

Pero también hay una sensación de necesidad, dada la mediocre recuperación económica de China desde que salió de los estrictos confinamientos por la política de "covid cero".

Los decepcionantes datos económicos pueden haber empañado la visión optimista de China sobre el equilibrio de poder entre ella y EE.UU., afirmó Zhao. Para mantener el crecimiento económico, es aún más importante que China busque una relación estable con EE.UU., especialmente en el ámbito comercial, añadió.

Pero es probable que ninguna de estas razones cambie las preocupaciones estratégicas a largo plazo del líder chino Xi Jinping sobre Estados Unidos.

Según Zhao, la política exterior y de seguridad de China se centra cada vez más en contrarrestar a Estados Unidos, incluidos los esfuerzos por debilitar la influencia estadounidense en el mundo en desarrollo.

El mes pasado, Xi hizo una valoración tajante de su visión del mundo, pidiendo a sus altos funcionarios de seguridad nacional que pensaran en los "peores escenarios" y se prepararan para "mares tormentosos", en medio de un esfuerzo cada vez mayor por contrarrestar cualquier amenaza interna y externa percibida.

Para algunos expertos, estas declaraciones pretenden preparar a China para un posible enfrentamiento con Estados Unidos en un futuro próximo.

China también es muy consciente de que Estados Unidos se adentra en un ciclo de elecciones presidenciales, en el que la retórica belicista contra Beijingpuede intensificarse aún más.

Esto significa que el tiempo corre en su contra.

Wang, experto de la Universidad de Bijing, afirmó que la visita de Blinken, largamente aplazada, es la "última oportunidad" para reparar los lazos con China antes de las elecciones estadounidenses del próximo año.

"No queda mucho tiempo", afirmó. "La polarización política en EE.UU. es tan grave que si se retrasa más, será muy difícil para la administración Biden encontrar otra oportunidad adecuada para mejorar las relaciones en lo que queda de año".