Nota del editor: Jorge Dávila Miguel es licenciado en Periodismo desde 1973 y ha mantenido una carrera continua en su profesión hasta la fecha. Tiene posgrados en Ciencias de la Información Social y Medios de Comunicación Social, así como estudios posuniversitarios en Relaciones Internacionales, Economía Política e Historia Latinoamericana. Dávila Miguel es columnista de El Nuevo Herald en la cadena McClatchy, y analista político y columnista en CNN en Español. Los comentarios expresados en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Mira más en cnne.com/opinion.
(CNN Español) – China y Estados Unidos se encuentran en una tensa situación y siguen complicando sus relaciones comerciales y diplomáticas, empeoradas por la guerra en Ucrania, el apoyo de Beijing a Moscú y sus intenciones de sumar la isla de Taiwán a la soberanía continental.
Pero ahora, Cuba está implicada en el problema. El diario Wall Street Journal recientemente publicó la noticia de que la isla caribeña planea permitir o ya ha permitido a Beijing una base espía en su territorio, lo cual ha sido negado por Cuba y China.
Su objetivo, las comunicaciones en Estados Unidos, semejante a la que tuvo la Unión Soviética en Lourdes, La Habana, desde 1964 hasta el año 2001, cuando el Gobierno ruso la cerró.
En 1978, se firmó el acuerdo de establecimiento de relaciones entre Estados Unidos y China. De esta manera se inauguraba un oasis en la pugna fundamental de aquella época: el enfrentamiento comunismo-capitalismo. El presidente Richard Nixon estrechó la mano de Mao Ze Dong en 1972 y para 1973 se iniciaba el comercio con China. En 1979 el presidente Jimmy Carter estableció las relaciones diplomáticas con Beijing y las rompió para crear un estatus especial con Taiwán, quien fue excluido también de Naciones Unidas. El comercio con China creció rápidamente, proporcionando a las multinacionales estadounidenses posibilidades de inversión directa y crecimiento. Era la nueva frontera asiática que permitiría a los poderosos amasar mayor fortuna y a todos los demás comprar mucho más barato, cerrando así un ciclo perfecto de ganancias.
Mao había comparado en su momento al imperialismo con un tigre de papel, pero Washington pensaba que los dientes del tigre, además de atómicos, eran también atractivamente comerciales y disolverían, sin tener que morder, la idiosincrasia de un país con más de cinco mil años de existencia. Que el totalitarismo chino sería sustituido progresivamente por la comodidad del consumo. Y a la estrategia estadounidense la sazonaba otro ingrediente: profundizaría la rivalidad existente entre China y la URSS, que había comenzado en 1958 y culminado con el conflicto armado entre los dos grandes países comunistas en 1969.
En esa agradable tesitura comercial, solo 13 años después, en 1991, el poder soviético se “desmerengaba” dejando el campo de acción planetario solo a una superpotencia: Estados Unidos. Había llegado el fin de la historia, según explicó Francis Fukuyama. La fuerza de la democracia no tendría rival y traería siglos de progreso, igualdad y fraternidad para toda la humanidad.
Intentar detallar lo que sucedió después de que se “acabó la historia”, con el poder planetario en manos de Washington requeriría un trabajo más extenso. Pero lo cierto es que hoy Beijing y Moscú sostienen una alianza estratégica enfrentada a Estados Unidos. China no es un país democrático occidental, pero si una gran potencia económica. Rusia no es una gran potencia económica, pero sus fuerzas armadas son las segundas después de las de Estados Unidos. China es la tercera potencia militar. El peligro de una guerra nuclear entre la OTAN, Rusia y China es algo que amenaza al mundo, a partir de la aparente imposibilidad de una solución negociada del conflicto ucraniano.
Desde 2019 se conoce de la actividad de espionaje militar de China desde Cuba contra Estados Unidos. Las relaciones bilaterales entre Washington y Beijing prosiguieron con cierta normalidad, aunque atizadas por los halcones neoconservadores, hasta el confuso incidente del globo espía chino y la reciente acusación, publicada en el Wall Street Journal, de que Cuba permitiría a Beijing instalar en su territorio una base de espionaje china, a cambio de “miles de millones de dólares”. Con esta información, el conflicto geopolítico mundial actual: Estados Unidos-OTAN-Ucrania-Rusia-China, cobraría vida en el ámbito de la política nacional de Estados Unidos contra la isla. Sin embargo, John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, calificó el informe del Wall Street Journal, confirmado también por CNN, como “no preciso”. Consideró que era “vergonzoso como alguien o algunos se atreven a publicar este tipo de noticias sensibles” sin preocuparse por las consecuencias y confirmó a la prensa en la Casa Blanca que ya se habían comunicado con el Gobierno cubano, expresándole su preocupación al respecto.
A propósito de la noticia sobre el peligroso centro de escucha publicada por el Wall Street Journal, el periodista Jake Tapper en el programa “The State of the Union” de CNN le preguntó este domingo al representante republicano Michael McCaul, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, si apoyaría un cambio de régimen en Cuba. McCaul le respondió que no estaba seguro, debido a las consecuencias negativas provocadas anteriormente por dicha práctica, pero agregó que si el pueblo cubano estaba dispuesto a la lucha, el Gobierno de Estados Unidos tendría que darle “todo su apoyo”, lo que significa una intervención militar. ¿De qué otra manera Estados Unidos podría apoyar totalmente un “levantamiento” en Cuba? McCaul anunció también una “mesa redonda” para el lunes 10 de julio en la que se trató la situación en la isla en las oficinas de la Brigada 2506, cuerpo expedicionario durante los sucesos en Bahía de Cochinos, Cuba, 1961. El acto fue en conmemoración de las protestas populares de hace dos años. En aquella ocasión el presidente Joe Biden aclaró públicamente que no habría intervención militar en Cuba, poniendo rápidamente coto al usual deseo de los exiliados cubanos, tan lejos de Cuba y tan cerca de Estados Unidos.
La situación en Ucrania es cada vez más peligrosa y distante de una solución negociada. Una guerra mundial amenaza. En esa situación, ¿qué sucedería con Cuba, tan cerca de Estados Unidos como Taiwán de China? “El único medio de vencer en una guerra es evitarla”, dijo el general de 5 estrellas George Marshal. Pero tal como están de alejadas las posiciones, creo que vamos por una entretenida canaleta hasta una conflagración mundial.