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Argentina

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¿Quién fue Yiya Murano? Subastan juego de té que asesina en serie argentina usó en sus crímenes

Por Sol Amaya

(CNN Español) - - Hace unos meses, Martín Murano recibió un paquete que contenía un juego de tazas y tetera. Habían permanecido más de 40 años en una caja que nadie se atrevió a abrir. Y para él fue como revivir una pesadilla. “No puede ser, me persiguen”, pensó.

Un montón de porcelana vieja puede no significar mucho para la mayoría de la gente, pero para él, y para quienes conocen su historia, tiene una carga terrible: se trata del juego de té que usó su madre, Yiya Murano, en al menos tres oportunidades, en las que envenenó a sus amigas.

Mercedes Bolla Aponte de Murano, alias "Yiya", quedó en los registros de la historia criminal argentina como la “envenenadora de Monserrat”, la primera asesina en serie del país.

El caso salió a la luz en 1979, cuando las hijas de Carmen Zulema Del Giorgio de Venturino pidieron una autopsia al cuerpo de su madre, que había muerto en marzo de ese año. Según ellas, el portero del edificio les dijo que había visto a Murano entrar al departamento de la mujer y salir con un papel y un frasco. El papel, según la investigación, sería un pagaré en el que constaba la entrega de dinero que le había hecho Del Giorgio.
La autopsia determinó que había rastros de cianuro en la mujer.

Mientras buscaban más testigos para esta causa, los investigadores descubrieron que Murano era una usurera: recibía dinero de sus amigas y les prometía multiplicarlo en el mercado financiero.

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El juego de té estuvo embalado en una caja durante años. Ahora se subasta para juntar dinero para un refugio de animales

Con este dato, detectaron otras dos víctimas: Nilda Gamba y Lelia Formisano de Ayala, dos mujeres a las que Murano les debía dinero y que habían fallecido un mes antes que Del Giorgio.

Los cuerpos fueron exhumados para la realización de autopsias, y los resultados corroboraron la sospecha de los investigadores: ambas mujeres tenían cianuro en sus sistemas.

Sin embargo, a pesar de todos los indicios presentados en la investigación, en una primera instancia judicial Murano fue absuelta y quedó en libertad. Fue recién en junio de 1985 cuando el fallo, que había sido recurrido por el fiscal y el abogado que representaba a una de las víctimas, fue revisado por la Cámara del Crimen, que decidió condenar a la “envenenadora de Monserrat” a prisión perpetua.

Con la reconstrucción de los crímenes que se plasmó en el fallo de la Sala III de la Cámara del Crimen de 1985 se pudo establecer un modus operandi: Yiya Murano se aprovechaba del vínculo de confianza con las víctimas, y en algún momento utilizaba cianuro -los investigadores sospechaban que el veneno estaba en el té o en unas masas finas- para dar muerte a las mujeres. El móvil, según el fallo, era evitar cumplir con el pago de las deudas que tenía con las tres víctimas.

En 1993, una reducción a su condena le permitió salir de prisión. Murano murió en libertad, en un geriátrico de la ciudad de Buenos Aires, en 2014.

Yiya: de la cárcel a la TV y al humor popular

“Yiya se hizo un personaje casi folklórico. A cualquier persona que tiene un malestar estomacal le dicen ‘te tomaste un té de Yiya’”, dice Martín Murano, el hijo de la asesina, en entrevista con CNN. También se usa su nombre para bromear sobre el Día del Amigo e incluso hay memes.
Tal fue la “fama” que adquirió Yiya, que hasta participó del famoso programa de la televisión argentina de Mirtha Legrand.
“La gente lo toma a broma”, dice Martín. Pero para él “no tiene nada de gracioso ni familiar”. “Hubo víctimas, gente que yo conocía y quería”, sostiene.

Martín tenía 13 años cuando la policía detuvo a su madre por primera vez en 1979. Recuerda que pensó que era por estafa. Solo cuando los medios llegaron a su puerta esa misma noche se enteró de que la acusaban de homicidio.

“Era una mujer que hacía una estafa piramidal y en ningún momento planeó la devolución de ese dinero”, explica.

La recuerda como una persona fría, lejana y poco interesada en su crianza. “Yiya fue el vector que me trajo a la tierra. Pero no tuve ningún otro vínculo con ella”.

A los 18 años, Martín se enteró que Antonio Murano no era su padre biológico. Hasta hoy no sabe quién fue.

De chico sufrió mucho bullying. “Me cansé de que me pegaran”, cuenta. Decidió convertirse en tutor de artes marciales, aunque no es su única dedicación. Fue también doble de riesgo en diversas filmaciones, actor de teatro y trabajó en medios.

Hace una semana lanzó junto a dos amigos un canal de YouTube, “Criminales en primera persona”, donde narran historias del crimen.

Además, escribió un libro, “Mi madre, Yiya Murano”, en el que cuenta su historia, y cuyos derechos vendió para su producción en cine y televisión.

Entre otras anécdotas dolorosas, recuerda un episodio en el que él cree que su madre pensó en envenenarlo. “Dejó una torta sobre la mesada, abierta. Me vio cortar una rebanada, y cuando estaba por llevármela a la boca, me la sacó y tiró todo al incinerador. ¿Me perdonó la vida, se arrepintió, no se animó? Nunca lo sabremos”, dice.

“Maldad. Ese es el único calificativo que le cabe a Yiya”, asegura. Cuando le preguntan si le tenía miedo a su madre, responde: “Yo no le tengo miedo a nada”.

El juego de té, un símbolo del crimen

“Yo a las tazas no las quería ni ver. Se las regalé a la mamá de una amiga que le gustaban las antigüedades. Ella ni siquiera las abrió cuando supo que eran de Yiya. Quedaron embaladas”, cuenta Martín. “Hace unos meses me llama mi amiga y me dice ‘Tengo algo tuyo, te lo voy a mandar’. Llegó una caja y era este juego de té”.

Pensó en regalarlas o tirarlas, hasta que en una reunión con amigos surgió la idea de subastarlas. “¿Vos te pensás que yo quiero hacer plata con esta porquería?”, fue lo primero que le respondió al amigo que lo sugirió.

Entonces pensaron en un destino noble para ese dinero: una vez que se concrete la subasta, el dinero será donado a un refugio de animales de Mar del Plata, del que Martín es padrino.

“Fijate qué paradoja, Yiya odiaba a los animales”, dice el hijo. Cuando se le pregunta si esta subasta puede de alguna manera darle un cierre a la historia de crímenes y dolor, responde: “Yiya arruinó varias familias. Una vez que se logre subastar, habrá una gran cantidad de perritos y gatitos felices. Es lo que realmente me importa”, dice. Y concluye: “Yiya está muerta en todo sentido”.