Nota del editor: Jemal Polson, quien escribió este ensayo, es productor de medios sociales en CNN desde Londres.
(CNN) – En un principio no era algo que tuviera intención de hacer a largo plazo.
Abstenerme del alcohol durante un par de semanas o incluso un mes no era nada nuevo para mí. Sin embargo, solo era cuestión de tiempo que volviera a beber, con la ansiedad y el remordimiento posteriores que a menudo duraban días.
Conocía la clave para aliviar estos problemas. Cómo dejar de llenar los espacios en blanco con las peores ideas imaginables sobre lo que podría haber hecho o lo que podría haber pasado la noche anterior. Pero francamente estaba en negación.
Dejar de beber por tiempo indefinido era un salto demasiado grande para mí. Pero en octubre de 2022 supe que tenía que romper el ciclo.
Después de despertarme en demasiadas ocasiones con un recuerdo borroso de la noche anterior, comencé mi viaje hacia la sobriedad tras ver este artículo de CNN Wellness, que casualmente se publicó el día en que me sentía especialmente mal.
Lo leí detenidamente y compré “This Naked Mind: Control Alcohol”, el libro de Annie Grace mencionado en el segundo párrafo del artículo. Resultó que necesitaba algo más que un “octubre sobrio”.
Pero, sin alcohol, ¿seguiría siendo divertido? ¿Perdería amigos porque ya no querrían ser mis amigos o porque yo ya no querría estar cerca de ellos? La socialización y las citas, especialmente dentro de la comunidad LGBTQ, se centran tanto en la bebida… ¿cómo lo haría? He pasado semanas e incluso más de un mes sin beber. No bebo todos los días ni en exceso cada vez que lo hago, así que ¿necesito abstenerme por completo?
Las respuestas a estas preguntas son: sí, seguiría divirtiéndome; no, no he perdido amigos; sí, las citas son una lucha independientemente de la bebida; y por último, sí, necesito abstenerme. Si sientes que necesitas dejar de beber, aunque sea temporalmente, creo que merece la pena intentarlo.
A las pocas semanas de abstenerme, me di cuenta de lo que me había llevado a este punto.
No era un bebedor empedernido en la adolescencia ni a principios de los veinte, pero mi consumo de alcohol se aceleró lentamente a finales de los veinte. Creo que se debió a una mezcla de eventos laborales, en los que corría el alcohol gratis, y a un mayor ingreso disponible para permitirme más bebidas. Me encantaba todo: el vino, los cócteles, los licores y la sidra. Me relajaban y me levantaban el ánimo.
Cumplí 30 años en plena pandemia, en 2020, y lo que ya iba en aumento siguió una trayectoria aún más rápida. Quedarme en casa significaba que no tenía que madrugar para ir a la oficina, así que beber más después del trabajo ya no era el problema de antes.
También fui una de las personas que tuvo la suerte de trabajar durante la pandemia, por lo que los ingresos disponibles que había adquirido a finales de los 20 se extendieron aún más. A finales de 2022, mi consumo de alcohol había alcanzado su punto álgido.
Estaba tan enamorado de la idea de beber que no me daba cuenta de lo mucho que había utilizado el alcohol para automedicarme en situaciones estresantes. No era necesariamente el número de copas que me tomaba, sino el porcentaje de alcohol de lo que había en mi vaso lo que iba en aumento.
Un par de días después de mi decisión de abstenerme, pensé que había llegado el momento de contárselo a mis amigos y familiares. Al principio, algunos se sorprendieron. Bebía, pero no lo suficiente como para justificar la abstinencia a sus ojos. En general, me han apoyado y, como ya dije, no he perdido amigos. En todo caso, nuestras relaciones son más fuertes, ya que ahora puedo estar seguro de que no se basan en el alcohol.
Un amigo que había dejado de beber hace cinco años me dijo que los dos primeros meses serían los más difíciles. Lo fueron, y no sé cómo los habría superado de no ser por las copiosas cantidades de videojuegos a los que jugaba para mantener la mente ocupada. (Menos mal que no es un mal hábito: se ha demostrado que jugar videojuegos con moderación mejora la salud mental, según estudios de la Universidad de Oxford y Psiquiatría de Australasia).
La lucha no se ha limitado a esos primeros meses. Las fiestas de cumpleaños y las bodas siguen siendo desalentadoras, sobre todo cuando no conozco a la mayoría de los invitados. Beber me dio el valor para afrontar compromisos sociales incómodos. Lo que he descubierto es que me siento más cómodo a medida que avanza la noche, con o sin alcohol.
Explicar a los chicos en una primera cita por qué no tengo una copa en la mano ha tenido resultados dispares. No puedo asegurarlo, pero imagino que por eso no ha habido segundas citas.
Pero ha habido muchos casos en los que la gente se ha olvidado o no se ha dado cuenta de que no estuve bebiendo. Eso me hizo ver que no necesito explicar o siquiera mencionar que no bebo. En una fiesta de cumpleaños, un amigo señaló mi vaso y me dijo: “¿Qué estás bebiendo? ¿Un gin-tonic?”. Salió corriendo hacia la barra antes de que pudiera contestarle: “Es solo agua tónica”.
Los beneficios son evidentes. Tengo más ingresos disponibles, duermo mucho mejor y estoy más concentrado en el trabajo. Superé cumpleaños, bodas, citas y la temporada del Orgullo sin una gota de alcohol, algo que no podía prever hace 12 meses. También está la libertad de no tener que pensar en la próxima vez que pueda avergonzarme bebiendo.
La sobriedad no ha resuelto todos mis problemas. A menudo oímos hablar de los aspectos que cambian la vida cuando se deja el alcohol, pero hacerlo también arroja luz sobre otras cosas que tengo que hacer conmigo mismo.
Dejar de beber puede dar miedo, y me han preguntado cómo me mantengo centrado. El artículo de “octubre sobrio” y el libro de Grace me han parecido tan poderosos que han sido mi única fuente para mantenerme sobrio. Enfrentarte a ello tan pública o privadamente como quieras también lo hace ligeramente más fácil. Establece reglas y objetivos realistas que funcionen para ti. Pero no seas duro contigo mismo si estos objetivos no se cumplen.
¿Me mantendré sobrio para siempre? No lo sé. Intento no presionarme demasiado. No estoy seguro del futuro, pero ahora mismo me centro en todo lo bueno que me ha aportado mi decisión de cuidarme. Y estoy celebrando un año de sobriedad.