(CNN) – El silencio en la frontera del Líbano con Israel es ensordecedor. Tras cinco días de fuego cruzado casi constante entre combatientes libaneses y fuerzas israelíes, las armas parecen haberse silenciado en gran medida.
Esta sigue siendo una de las líneas de división más importantes y peligrosas de la inestable región. Tras los ataques sorpresa de Hamas contra Israel el 7 de octubre, esta frontera, en gran parte en calma desde la guerra entre Israel y el Líbano de 2006, está aún más cargada de importancia.
Cualquier conflicto que estalle aquí podría echar leña al fuego de la actual guerra entre Hamas e Israel al atraer al grupo paramilitar más poderoso de Medio Oriente: Hezbollah, respaldado por Irán.
La postura política de Hezbollah ha apoyado inequívocamente a los militantes palestinos. Ha patrocinado concentraciones en apoyo de grupos palestinos y ha condenado rotundamente los ataques aéreos a gran escala de Israel contra Gaza.
Más de 1.200 personas han muerto en los ataques de Hamas contra Israel, mientras que más de 1.500 han muerto en los ataques israelíes contra Gaza desde el sábado.
Pero aún no está claro si Hezbollah participará activamente en este conflicto. Hasta ahora, se ha atenido a sus actuales normas de enfrentamiento y ha declarado en repetidas ocasiones que solo disparará contra Israel cuando se dispare contra territorio libanés o contra sus combatientes. Mayoritariamente se ha adherido a esa postura, a pesar de la espiral de tensiones.
Las escaramuzas aquí pueden verse, en cambio, como el débil estruendo de los intercambios de ojo por ojo desde el inicio de la guerra entre Hamas e Israel. Durante días, militantes palestinos con base en el Líbano han lanzado cohetes contra Israel, lo que ha desencadenado ataques israelíes contra territorio libanés, incluidas posiciones de Hezbollah. Hezbollah ha respondido con misiles de precisión contra posiciones fronterizas israelíes.
Tres militantes de Hezbollah y tres soldados israelíes han muerto en el intercambio de disparos que ha durado casi una semana.
Hasta ahora, Hezbollah no ha intervenido en favor de los militantes palestinos. El grupo ha vinculado explícitamente sus ataques contra Israel a los ataques israelíes contra territorio libanés, y los combates siguen limitándose a esta región fronteriza.
Sin embargo, la región sigue en el filo de la navaja.
Múltiples informes han sugerido que los diplomáticos occidentales han tratado de mantener al grupo armado chií al margen del conflicto emergente. El USS Gerald R Ford, un portaaviones de propulsión nuclear, está estacionado ahora en el Mediterráneo oriental, en lo que muchos analistas consideran un intento estadounidense de disuadir esa eventualidad, que podría anunciar una fase mucho más violenta de esta guerra.
A diferencia de Hamas, Hezbollah es un poder regional. Durante años ha participado en varios conflictos en Medio Oriente, incluidos los de Iraq y Siria. También se cree que ha apoyado materialmente y entrenado a los rebeldes Houthi en Yemen. Sus combatientes están curtidos en batalla por haber luchado en nombre del presidente de Siria, Bashar al-Assad, contra los grupos armados de la oposición siria, así como contra el ISIS y el Frente al Nusra, afiliado a al Qaeda. Esto les ha dado una gran experiencia en la guerra urbana.
Hezbollah dispone también de un arsenal mucho más sofisticado que el que tenía durante su guerra de 2006 con Israel, que acabó sin vencedores ni vencidos claros. En aquel momento, muchas partes del Líbano quedaron devastadas, pero Hezbollah frustró el plan definitivo de Israel de desmantelar el grupo, asestando un duro golpe al aura de invencibilidad de Israel. Por aquel entonces, Hezbollah luchaba principalmente con cohetes Katyusha de la era soviética, poco precisos. Hoy dispone de misiles guiados de precisión.
Además de aportar armas y combatientes más sofisticados al conflicto actual, la intervención de Hezbollah podría atraer también a otras partes. Hezbollah forma parte de una coalición de combatientes respaldados por Irán que siguen estacionados en Siria. Su participación podría abrir un tercer frente en la frontera entre Siria e Israel, esta vez junto a la élite de la Guardia Revolucionaria iraní (IRGC), también presente en Siria.
Hasta que finalice el conflicto entre Hamas e Israel, diplomáticos y observadores de todo tipo seguirán vigilando muy de cerca este polvorín. El jefe de Hezbollah, Hassan Nasrallah, ha permanecido notablemente callado desde el inicio de las hostilidades en el sur, lo que se suma a la extraña atmósfera relativamente tranquila pero increíblemente tensa.
La calma del jueves en la frontera entre el Líbano e Israel —interrumpida ocasionalmente por las interceptaciones israelíes de cohetes de militantes palestinos— plantea muchas preguntas. ¿Se ha detenido casi por completo el estallido aquí? ¿O se trata de la calma que precede a una gran tormenta regional?