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Medio Oriente

Los habitantes de Gaza se ven obligados a beber agua sucia y salada al agotarse el combustible necesario para el funcionamiento de los sistemas de agua potable

Por Laura Paddison, Rene Marsh

(CNN) -- Mohammad Al Shanti se ve obligado a recorrer casi siete kilómetros hasta el hospital Al Aqsa, en el centro de Gaza, para llenar botellas de plástico con agua. Solo alcanza para las necesidades más básicas de su familia.

"No lavamos la ropa, ahorramos hasta la última gota", dijo a CNN, describiendo la situación del agua como "catastrófica".

Encontrar agua potable se está convirtiendo en un reto que todo lo consume y es cada vez más difícil para muchos habitantes de Gaza.

Los brutales ataques de Hamas en Israel el 7 de octubre mataron al menos a 1.400 personas y el grupo tomó más de 200 rehenes, según las autoridades israelíes. Tras el ataque, Israel lanzó un bombardeo aéreo sobre Gaza que, según las autoridades sanitarias palestinas, ha matado a más de 5.000 personas. Israel también anunció un "asedio total" al enclave, reteniendo suministros vitales de agua, alimentos y combustible.

Desde entonces, Israel ha permitido que fluya algo de agua a través de una de las tres tuberías que llegan a Gaza, pero los expertos afirman que solo cubre un pequeño porcentaje de las necesidades del enclave. La mayor parte del agua de Gaza procede de fuentes locales, pero el combustible necesario para bombearla y limpiarla se está agotando rápidamente.

Ante el colapso del sistema de abastecimiento de agua, algunos habitantes de Gaza se han visto obligados a beber agua sucia y salada, lo que ha provocado una crisis sanitaria y el temor a que la gente empiece a morir de deshidratación.

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Una "catástrofe humanitaria"

La producción de agua en Gaza se encuentra actualmente al 5% de los niveles normales, según un informe de Unicef del 17 de octubre, citando a la Autoridad Palestina del Agua (PWA, por sus siglas en inglés).

Los habitantes de Gaza viven ahora con menos de 3 litros de agua al día, según la ONU, muy por debajo de los 50 litros recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el mínimo absoluto necesario para satisfacer las necesidades básicas, incluidas la bebida, la cocina y la higiene.

"La única agua que tiene la gente es agua de mar no potable mezclada con aguas residuales", afirma Natasha Hall, investigadora del Programa de Medio Oriente del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés). Algunos se ven obligados a beber de pozos agrícolas, según la organización sin fines de lucro Oxfam.

Mazen Ghunaim, director de la PWA, afirmó que sin una intervención a gran escala, la falta de agua desencadenará una "catástrofe humanitaria".

Este fin de semana hubo un rayo de esperanza cuando el primer convoy de camiones de ayuda cargados de agua, alimentos y suministros médicos entró en el sur de Gaza a través del paso fronterizo de Rafah, en la frontera con Egipto.

gaza agua camiones

Un convoy de camiones con ayuda humanitaria, incluida agua, entra en la Franja de Gaza desde Egipto por el paso fronterizo de Rafah el 21 de octubre de 2023. Crédito: Mohammed Abed/AFP/Getty Images

Sin embargo, Gaza solo recibió 60.000 litros de agua el sábado, según Ghunaim. Para cubrir las necesidades básicas de los 2,3 millones de personas que viven en el enclave se necesitan 33 millones de litros diarios, declaró a CNN.

Estos esfuerzos de primeros auxilios son "solo la gota inicial en el océano", dijo Richard Peeperkorn, representante de la OMS para la Ribera Occidental y Gaza.

"El combustible es el agua"

Un suministro vital que falta en los convoyes de ayuda es el combustible. Sin él, el sistema de abastecimiento de agua de Gaza se ha desmoronado.

"El combustible es el agua. Cortar el combustible es cortar el agua", afirma Hall, del CSIS.

El agua consume mucha energía porque es muy pesada, explica Kellogg Schwab, profesor de Agua y Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins. Cada litro pesa 1 kilogramo. Mover el agua "consume una enorme cantidad de energía", declaró Schwab a CNN.

Para los habitantes de Gaza, la falta de electricidad significa que los grifos se han secado. "Aunque tengas suerte y dispongas de un pozo, no podrás bombear el agua a los pisos altos porque no tenemos electricidad", explicó Al Shanti.

Muchos de los camiones cisterna de los que dependen los gazatíes para llenar los contenedores de agua no pueden llegar a los hogares porque carecen de combustible y debido a los bombardeos, explicó Omar Shaban, fundador y director del grupo de reflexión independiente PalThink for Strategic Studies, con sede en Gaza.

La potabilización del agua también depende del combustible.

Las cinco plantas de tratamiento de aguas residuales y dos de las tres desalinizadoras han dejado de funcionar. La última gran planta desalinizadora que quedaba en el enclave, cerrada desde hacía casi una semana, reanudó su actividad el sábado, pero a menos del 7% de su capacidad habitual. Aunque siguen funcionando algunas unidades de desalinización más pequeñas, éstas son locales y distan mucho de ser suficientes.

Los suministros de combustible de Gaza podrían agotarse en tan solo 48 o 72 horas, según declaró este lunes Ghunaim, de la PWA.

Varias personas llenan contenedores de plástico con agua potable en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, el 23 de octubre de 2023.

Varias personas llenan contenedores de plástico con agua potable en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, el 23 de octubre de 2023.

Aumenta la preocupación por las enfermedades. La gente está recurriendo a llenar recipientes y almacenar agua mientras tratan de conseguir suministros. "El agua puede volver a contaminarse muy rápidamente", afirma Schwab. Las aguas residuales se acumulan en las calles y los desplazados de Gaza se hacinan en refugios que carecen de saneamiento adecuado.

Los expertos temen la propagación de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera y la disentería, lo que aumentaría la presión sobre un sistema sanitario que ya se tambalea al borde del colapso.

Los hospitales se enfrentan a "una crisis inminente de agua y saneamiento. Algunos tienen tan poca agua que tienen dificultades para esterilizar el material quirúrgico", afirmó Peeperkorn, de la OMS.

CNN se puso en contacto con COGAT, la Coordinadora de Actividades Gubernamentales en los Territorios de Israel, para pedirle comentarios sobre la situación del agua y el combustible en Gaza, pero aún no ha recibido respuesta.

Israel ha dicho en repetidas ocasiones que el combustible se utilizará para el esfuerzo bélico de Hamas. "Hamas lo robará y lo utilizará para alimentar los cohetes que dispara contra Israel para matar a nuestro pueblo", declaró este lunes a CNN Mark Regev, asesor principal del primer ministro Benjamin Netanyahu. Dijo que Israel no permitiría la entrada de combustible aunque se liberara a todos los rehenes.

Pero las agencias internacionales advierten que, sin él, se acabará el agua potable. "La gente empezará a morir de deshidratación severa, entre ellos niños pequeños", dijo Philippe Lazzarini, comisionado general de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos.

Una crisis que lleva décadas gestándose

El acceso al agua potable ha sido durante mucho tiempo uno de los retos más difíciles para los habitantes de Gaza. Este territorio de 45 kilómetros cuadrados es uno de los lugares más densamente poblados de la Tierra.

Gaza tiene tres fuentes principales de agua: plantas desalinizadoras, tuberías que transportan agua comprada a Israel y pozos subterráneos.

La mayor parte del agua de Gaza procede de un acuífero costero, una masa de agua subterránea que se extiende a lo largo de la costa del Mediterráneo oriental, desde la península egipcia del Sinaí hasta Israel.

Alrededor del 97% no es potable: es salada, salobre y está contaminada por aguas residuales no tratadas y polución.

El acuífero se ha sobreexplotado para abastecer a la creciente población de Gaza. Cada año se extrae más del doble de agua de la que se repone de forma natural, y a medida que bajan los niveles de agua dulce, se ha ido filtrando agua salada del Mediterráneo.

La crisis climática también está teniendo repercusiones. El aumento del nivel del mar incrementará la salinidad de las aguas subterráneas y la mayor intensidad y frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, como el calor y la sequía, amenazan aún más los recursos hídricos.

El control que ejerce Israel sobre el sistema hídrico de Gaza ha dificultado la situación, según Hall, especialmente en lo que respecta a las piezas permitidas en el enclave.

Los artículos que se consideran de "doble uso", lo que significa que también podrían utilizarse con fines militares, requieren un permiso especial para ser introducidos en Gaza. "Conseguir que se construya algo, ya sea en la Ribera Occidental o en Gaza, en términos de infraestructura hidráulica es muy, muy difícil", dijo Hall.

Incluso antes del conflicto, muchos expertos afirmaban que la situación del agua sería "catastrófica en el futuro", afirmó Hall.

"Nos humillaron"

Desplazados buscan agua potable en el patio de una escuela de la UNRWA en Khan Younis, en el sur de Gaza, el 20 de octubre de 2023.

Desplazados buscan agua potable en el patio de una escuela de la UNRWA en Khan Younis, en el sur de Gaza, el 20 de octubre de 2023. Crédito: Mahmud Hams/AFP/Getty Images

"Los habitantes de Gaza no tienen escapatoria, ya que la crisis se agudiza. La escasez de agua ocurre en conflictos de todo el mundo, pero la realidad es que mucha gente simplemente se marcha. Cuando el agua se seca, se van, y los gazatíes no pueden moverse", dijo Hall.

Para Um Haitham Hassan, que vive en una tienda de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en la ciudad de Khan Younis, en el sur de Gaza, la situación se está volviendo insostenible: no puede lavar la ropa de su familia ni bañar a sus hijos. No hay agua, el combustible está "completamente cortado", dijo.

"Nos humillaron. Toda nuestra ropa, nuestro pelo, nuestros cuerpos están sucios. ¿De dónde sacamos agua?", declaró a CNN.

-- Abeer Salman, Lauren Kent, Niamh Kennedy, Kareem Khadder, Alex Hardie, Mitchell McCluskey y Clarissa Ward, de CNN, contribuyeron con este reportaje.