(CNN)– Las nevadas están disminuyendo a nivel mundial a medida que las temperaturas aumentan debido al cambio climático causado por los humanos, según un nuevo análisis y mapas de un científico climático de la Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.
Pero menos nieve cayendo del cielo no es tan inofensivo como tener que limpiar con la pala con menos frecuencia; amenaza con reforzar el calentamiento y alterar los alimentos y el agua para miles de millones de personas.
Los científicos climáticos dicen que el futuro de las nevadas es bastante claro: un mundo más cálido impulsado por la contaminación humana significa que es más probable que las precipitaciones caigan en forma de lluvia que de nieve, en igualdad de condiciones.
Es posible que en el corto plazo el cambio climático provoque más tormentas invernales extremas y algunos años de mayores nevadas (como lo muestran los datos para el noreste de Estados Unidos), pero a medida que la temperatura global aumente, habrá menos años de esos, y, eventualmente, podríamos ver las cantidades de nieve en declive.
“Con el tiempo, las leyes de la termodinámica significan que a medida que se sigue calentando, cada vez más nieve se convertirá en lluvia”, dijo Brian Brettschneider, científico climático del Servicio Meteorológico Nacional en Alaska y el cerebro detrás del análisis de datos en este artículo. “Puedes salirte con la tuya por un tiempo y ocultar algunas tendencias, pero en general las leyes de la termodinámica prevalecerán”, dijo.
Cae menos nieve en todo el mundo
Las nevadas han disminuido 2,7% a nivel mundial desde 1973. La disminución es particularmente notable en las latitudes medias del hemisferio norte, donde reside gran parte de la población mundial.
La nieve tampoco disminuirá linealmente, o a un ritmo de 1 a 1 con el aumento de las temperaturas, de acuerdo con Justin Mankin, científico climático y profesor asociado de geografía en Dartmouth College. En cambio, habrá un punto de inflexión, lo que significaría que una vez que se alcanza un cierto umbral de temperatura, “deberíamos esperar que las pérdidas se aceleren”, explicó.
“Esto significa que podemos esperar que muchos de los lugares que no han mostrado disminuciones masivas de nevadas tal vez comiencen a mostrarlas con solo un poco más de calentamiento”, dijo Mankin a CNN.
Ya ha habido una disminución del 2,7% en las nevadas globales anuales desde 1973, según el análisis de Brettschneider sobre datos del Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea. La tendencia a la baja es particularmente notable en las latitudes medias del hemisferio norte ―el área media al norte de los trópicos y al sur del Ártico―, donde reside gran parte de la población de Estados Unidos y del resto del mundo.
El Sol es más directo allí en comparación con las latitudes más altas, especialmente durante la primavera y el otoño, cuando todavía nieva. Lo blanco de la nieve actúa como el parasol de un coche, desviando la luz solar y su calor de vuelta al espacio. Sin él, el suelo absorbe más luz solar, calentando la atmósfera.
Menos nieve que cae del cielo también significa menos nieve acumulada en las capas de nieve profundas y persistentes que se acumulan durante el invierno y que son cruciales para el suministro de agua porque actúan como un depósito natural, almacenándola en forma de nieve durante las épocas húmedas y luego liberándola en forma de deshielo cuando es más difícil conseguir agua, explicó a CNN Jessica Lundquist, profesora de ingeniería ambiental de la Universidad de Washington.
La amenaza a los suministros de agua por la disminución de la nieve es más pronunciada en climas sujetos a ciclos de precipitación más extremos, como el clima mediterráneo que se encuentra en California y otras partes del oeste de Estados Unidos, dijo Lundquist.
“California es el modelo: no llueve en verano, por lo que la escorrentía del deshielo, la nieve que espera y se escurre más adelante en la temporada, es absolutamente esencial para todos los ecosistemas, toda la agricultura, todas las ciudades o cualquiera que quiera agua durante la estación seca”, detalló Lundquist.
Estas capas de nieve profundas proporcionan agua a más del 50% del suministro en la regiones áridas del oeste, según un estudio de 2017. El mismo estudio predijo que los niveles de estas capas de nieve en la región occidental continuarían disminuyendo en más de un tercio para 2100, en un escenario de alto aumento de la contaminación por calentamiento global.
Caen más precipitaciones en forma de lluvia en los 48 estados continentales
Gran parte de Estados Unidos está viendo menos nieve como proporción de su precipitación invernal total, especialmente en el Medio Oeste y partes del sur. En otros lugares, las precipitaciones caen más en forma de nieve, una tendencia que, según los científicos, probablemente cesará a medida que las temperaturas sigan subiendo.
Como muestra el mapa, la disminución de las nevadas en los últimos 50 años ha sido particularmente pronunciada en partes del oeste de Estados Unidos. Esta tendencia está en línea con otros estudios que han demostrado una disminución de las capas de nieve profundas en más del 90% de los sitios occidentales donde se mide.
El aumento de las nevadas en el noreste que se ve en los mapas ilustra la naturaleza complicada de los cambios en los patrones de precipitación con el cambio climático, dijeron los científicos a CNN.
“Aunque la tendencia total de las nevadas fue positiva, la tendencia de los días por año con nevadas es negativa”, detalló Brettschneider a CNN. Esto significa que caía más nieve en menos días, lo que podría ser una señal de las nevadas más extremas previstas junto con el cambio climático.
“La probabilidad de nevadas extremas en realidad aumenta con el calentamiento global y eso se debe a que a medida que calentamos nuestra atmósfera, aumenta la capacidad de la atmósfera para ser un reservorio de humedad”, aseguró Mankin a CNN. “Así que se obtiene esta respuesta compensatoria en la que las nevadas extremas pueden en realidad aumentar con el calentamiento global”, añadió.
El aumento de la nieve en el noreste también se debe en parte al período que analizan estos mapas, dijo Brettschneider a CNN. Los datos sobre nevadas son mucho menos confiables antes de 1970, pero comenzar a utilizar los datos en esa década también significó que el análisis incluyera algunos años excepcionalmente nevados en esa parte de Estados Unidos. Si el análisis hubiera comenzado antes, también podría mostrar una disminución, afirmó.
Gestionar el agua con menos nieve
Comprender las implicaciones de menos nevadas en el suministro mundial de agua es mucho más complicado que simplemente decir que menos nieve significa menos agua disponible, dijo Mankin. Depende en gran medida de la ubicación y de una variedad de otros factores dinámicos de la nieve.
Lo importante a rastrear para determinar la disponibilidad de agua no es la cantidad de nieve, sino la cantidad de agua en la nieve, aseguró Mankin, que puede variar mucho. Una nieve ligera y esponjosa tendrá un bajo contenido de agua, que será alto en una nieve densa y pesada.
Además, los mismos eventos de precipitación extrema que generan más nieve también pueden significar más lluvia, lo que “podría compensar esas pérdidas de nieve”, explicó Mankin.
Pero el alcance del problema de la falta de nieve sigue siendo enorme.
Un estudio de 2015 realizado por Mankin encontró que 2.000 millones de personas que dependen del derretimiento de la nieve para obtener agua corren el riesgo de sufrir una disminución de la reducción de nieve de hasta 67%. Esto incluye partes del sur de Asia, que dependen del deshielo del Himalaya; el Mediterráneo, incluidos España, Italia y Grecia; y partes del norte de África como Marruecos, que dependen del deshielo de las montañas del Atlas.
Pero Mankin aseguró que el estudio no captó la gestión hiperlocal del agua, incluidas estrategias potenciales que podrían mitigar o incluso reemplazar el agua perdida por la nieve faltante.
“La pérdida de nieve se convierte en un enorme desafío de gestión”, dijo Mankin. “Esto no es necesariamente un desafío insuperable en todas partes, pero es un desafío de gestión considerable, particularmente en lugares como el oeste de Estados Unidos que dependen en gran medida de la escorrentía del deshielo”.
Mankin y Lundquist dijeron que se están realizando más investigaciones para comprender mejor la relación matizada entre la nieve y el suministro de agua, especialmente a escala hiperlocal, lo que ayudará a los administradores del agua a planificar mejor una relación más volátil con la nieve.
“Aquí no hay una solución milagrosa: será una constelación de soluciones y dinero a varias escalas que solo podrá concebirse después de que se comprenda e identifique el alcance del problema”, dijo Mankin.
“En la medida en que cualquiera de estos lugares esté gestionando el agua para el statu quo, el calentamiento global está eliminando ese statu quo (…) En la medida en que nuestra infraestructura y nuestras prácticas de gestión están codificadas de forma rígida para un clima histórico, eso es irrelevante para el clima que se está desarrollando”, agregó.