(CNN Español) – La esvástica es, para muchos, símbolo de odio: el odio de la Alemania nazi y el odio de quienes desde entonces perpetúan sus ideas. Sin embargo, esa no es la historia completa: el nacimiento de la esvástica se remonta a miles de años atrás y su significado original nada tiene que ver con el horror del Holocausto que acabó con la vida de seis millones de personas. Por el contrario, y por imposible que resulte de incorporar, durante milenios remitió a la buena fortuna.
Un símbolo de buena fortuna con miles de años de antigüedad
El término “esvástica” proviene del sánscrito, lengua antigua de origen indio que se habló hasta el siglo III a. C., y luego siguió presente en los textos religiosos y literarios, entre otros. En sánscrito, la palabra svatika significa “buena fortuna” o “bienestar”.
El símbolo de la cruz equilátera con los brazos doblados en ángulos de 90 grados “parece haberse utilizado por primera vez en Eurasia, hace ya 7.000 años, quizá representando el movimiento (aparente) del Sol a través del cielo”, explica el Museo del Holocausto de Estados Unidos.
La aparición más temprana, según la Encliclopedia Britannica, se remonta incluso más lejos: en una estatuilla de marfil de 15.000 años de antigüedad que representaba un ave se encontró tallado el símbolo. “Se cree que el antiguo grabado se utilizaba con fines de fertilidad y salud, ya que el dibujo es similar al que se encuentra de forma natural en el mamut, un animal considerado símbolo de fertilidad”, explica la enciclopedia.
La esvástica se convirtió, y sigue siendo hoy en día, símbolo sagrado en al menos tres religiones de origen oriental: hinduismo, budismo y jainismo.
Pero no solo en Oriente era usada antiguamente. En el arte cristiano y bizantino temprano también aparecía, así como en América del Sur y Central entre los mayas y también en América del Norte entre el pueblo nativo navajo, según la Enciclopedia Britannica. En la cultura navajo, explica el Museo Millicent Rogers de Nuevo México, el símbolo “evoca el número sagrado cuatro de muchas maneras: las cuatro estaciones, las cuatro direcciones y las cuatro montañas sagradas” e históricamente fue incluido en diseños de tejidos, orfebrería y cestería.
El recorrido de la esvástica hasta Hitler
En el siglo XIX, en el marco del creciente interés que había en Europa por las civilizaciones antiguas de Medio Oriente y la India, el símbolo “experimentó un resurgimiento”, explica el Museo del Holocausto de Estados Unidos.
En este proceso hay una figura central, el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann, quien durante sus excavaciones descubrió la particular cruz en el yacimiento de la antigua Troya. Schliemann la relacionó con símbolos similares que había hallado en cerámicas en Alemania y especuló que era un “importante símbolo religioso” de los antepasados remotos de su pueblo. Otros eruditos, a su vez, vincularon la esvástica con los arios, término que agrupaba a pueblos indoeuropeos, germánicos y nórdicos.
Para entonces, en el siglo XX en la cultura occidental la esvástica también se había afianzado como símbolo de buena fortuna, “similar al trébol de cuatro hojas”, dice el profesor James M. Skidmore, de la Universidad de Waterloo, en un artículo de The Conversation.
“Las empresas la utilizaban como logotipo; adornaba los anuncios de nacimiento y las tarjetas de felicitación. Los Boy Scouts estadounidenses podían conseguir una insignia con la esvástica, y el Club de Chicas publicó una revista llamada La Esvástica. Finlandia, Letonia y EE.UU. la han utilizado como insignia militar”, señala Skidmore, director del Centro Waterloo de Estudios Alemanes.
Sin embargo, más adelante varios grupos racistas retomaron la esvástica como símbolo de la “identidad aria” y el “orgullo nacionalista”, explica el Museo del Holocausto.
El Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, es decir el partido nazi, adoptó la esvástica como símbolo en 1920. En la construcción de su iconografía, además de la forma, los nazis apostaron por los colores: su bandera retomó el rojo, negro y blanco de la bandera de la Alemania imperial que, según el Museo, “aún resonaba entre muchos alemanes que rechazaban la democracia y la República de Weimar”.
A esto se sumó otro factor que pudo haber influido en su popularidad: la mayoría de los partidos políticos no tenían logos, el partido de los nazis y el Partido Comunista eran las excepciones en este punto.
“Hitler estaba convencido de que un símbolo potente uniría a las masas a su causa xenófoba. Con una esvástica negra girada 45 grados sobre un círculo blanco sobre fondo rojo, la bandera nazi modernizaba el antiguo símbolo al tiempo que evocaba los colores del recién derrotado Imperio alemán”, sintetiza Skidmore.
Para 1935, la esvástica se había convertido en símbolo de la bandera nacional de Alemania, quedando indefectiblemente unida al horror del Holocausto.
Aún hoy conviven los múltiples significados de la esvástica
Sin embargo, lejos de la asociación más inmediata que probablemente haga la mayoría de los occidentales conocedores de la historia del siglo XX, la esvástica sigue siendo un símbolo sagrado para millones de hindúes, budistas y jainistas.
En la tradición budista, por ejemplo, la esvástica simboliza los pies o huellas de Buda y se incluye al comienzo y final de ciertas inscripciones. El crecimiento del budismo, que nació en la India, pero desbordó sus fronteras y tuvo una rápida expansión por Asia desde el siglo IV a. C., hizo que el símbolo pasara a la iconografía de China y Japón donde, según Britannica, “se ha usado para denotar pluralidad, abundancia, prosperidad y una larga vida”. En Japón, precisamente, este símbolo se utiliza en mapas para identificar a los templos budistas.
En el hinduismo, una religión que cuenta con más de 800 millones de adeptos, utilizan la esvástica en puertas, umbrales, ofrendas y en sus libros de contabilidad, por ejemplo. Para esa religión, la esvástica que avanza en el sentido del reloj y el símbolo contrario “forman parejas para representar opuestos como la luz y la oscuridad”, explica Skidmore.
La multiplicidad de significados pasados, pero también presentes del símbolo, abona el debate sobre su prohibición, que existe por ejemplo en países como Alemania, sin una respuesta unánime.