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Medio Oriente

OPINIÓN | Los niños sin piernas de Gaza

Por Jorge Dávila Miguel

Nota del editor: Jorge Dávila Miguel es Licenciado en Periodismo desde 1973 y ha mantenido una carrera continuada en su profesión hasta la fecha. Ostenta posgrados en Ciencias de la Información Social y Medios de Comunicación Sociales, así como estudios superiores posuniversitarios en Relaciones Internacionales, Economía Política e Historia Latinoamericana. Es de nacionalidad cubana y ha recorrido casi todos los niveles y labores de su profesión, desde reportero hasta corresponsal extranjero en prensa plana y radial, así como productor ejecutivo en medios televisivos. Como columnista, Dávila Miguel ha sido premiado por la Asociación de Periodistas Hispanoamericanos y la Sociedad Interamericana de Prensa. Actualmente Dávila Miguel es columnista del Nuevo Herald, en la cadena McClatchy y analista político y columnista en CNN en Español.

(CNN Español) –– Lo ha reportado CNN: hasta el 7 de enero más de 10 niños palestinos en promedio perdían todos los días en Gaza una o dos extremidades por los bombardeos ocurridos desde el 7 de octubre. El portavoz de la Unicef agregó entonces que hasta el 19 de diciembre unos 1.000 niños habían perdido una o ambas piernas. Muchas amputaciones se practicaron sin anestesia, no la había en los hospitales, de acuerdo con datos de Naciones Unidas. Desde diciembre hasta hoy serán muchos más. Habrán sufrido al cortarles piel, músculos, al serruchar sus huesos y cuando les recosieron la piel, hasta darles el punto final al muñoncito. De tanto dolor ya habrían perdido la conciencia. Piense en su última operación, o la de uno de sus hijos, si hubiera sido igual. ¿Habrían resistido? No son musulmanes, judíos o cristianos. No son terroristas. Ni comunistas. Son niños, igual que el suyo.

La extrema derecha israelí aboga, con creciente éxito, por la expulsión de los palestinos de Gaza. El Gobierno israelí es prudente públicamente con el tema. Dice que deben regresar a sus hogares, ¿pero a cuáles? El 50% de Gaza son ruinas convertidas a menudo en ataúdes. Alrededor de 1.500.000 gazatíes han sido desplazados hacia el sur, donde ya vivían apiñados otros 500.000. Basta mirar el último mapa de Gaza para preguntarse ¿adónde?

La permanente rivalidad entre Israel y la mayoría de los países musulmanes tiene una raíz terca. Algunos claman por la absurda eliminación del Estado de Israel. Y el sionismo de Theodor Herzl, que buscaba un hogar para sus dispersos compatriotas en todo el mundo, ha ido mutando, en el Gobierno de Netanyahu, en un neosionismo radical, de ultraderechas, que, en respuesta a los deseos de acabar con su Estado, ansía conquistar más territorios para llegar a conformar el gran Israel.

Cuando observo lo que sucede en estos momentos, inevitablemente me viene a la mente un simple hecho: el control de Jerusalén, la ciudad sagrada para tres religiones, ha originado más guerras que cualquier otra ciudad en los últimos 900 años, desde que la Primera Cruzada Cristiana (1099) la sitió. Y las tres religiones proclaman ser de paz.

De manera que, o los humanos que proclaman dicha paz en cada religión están algo confundidos, o hay al menos tres seres supremos que reinan en el universo con diferentes propósitos. Sé que esta no es una conclusión teológica exhaustiva, pero permite una “narrativa” sobre este tremendo drama que afecta a judíos y musulmanes y que amenaza con volverse mundial.

Pero pongamos de nuevo los pies en la tierra. Y dejemos al ser supremo en sus asuntos.

Beni Gantz, al frente del gabinete de guerra israelí, declaró este domingo que a menos que Hamas entregue todos sus rehenes antes del Ramadán musulmán (10-11 de marzo) las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) avanzarán sobre Rafah, donde se refugian millón y medio de palestinos. “Lo haremos de una manera coordinada facilitando la evacuación mediante el diálogo con nuestros contrapartes estadounidenses y egipcios para minimizar las bajas civiles”, dijo también Gantz.

Pero la pregunta sigue sin contestar ¿adónde los van a evacuar? Puede presumirse que pretenden un “desplazamiento –expulsión masiva” a Egipto-, conforme con el deseo de la extrema derecha israelí, y con la mejor recomendación del documento de política del Ministerio de Inteligencia de Israel sobre la población civil de Gaza de octubre de 2023, que en su opción C establece: “La evacuación de la población civil de Gaza al Sinaí (Egipto), porque reportará resultados positivos estratégicos a largo plazo”.

Egipto construye en estos momentos una muralla de cinco metros de altura en su frontera con Gaza, para evitar la avalancha. ¿Les dará tiempo a levantarla en 15 días, antes del Ramadán musulmán y el comienzo de la ofensiva militar? Porque no creo que Hamas entregue a sus rehenes.

De manera que podemos imaginar qué pasará si las FDI avanzan sobre Rafah, y se desencadena el horror. Un gran y terrible espectáculo donde podríamos ver a cientos de miles de palestinos tratando de sobrepasar el muro, apiñados, ansiosos, con más que miedo, terror. Escapando por sus vidas. ¿Y quién será el culpable de la escena? ¿Un despiadado Egipto que les cierra el paso a sus hermanos? ¿El Ejército israelí que ataca el último lugar donde se refugiaron? ¿Estados Unidos que dice que no, pero al final sí? ¿Hamas porque no entregó sus prisioneros y atacó con furia terrorista el 7 de octubre a Israel?

Seguramente habrá culpabilidades para todos los gustos. Pero también puede asegurarse que habrá más niños palestinos sin brazos y piernas, operados en no se sabe cuál hospital, porque apenas 11 de los 36 hospitales en Gaza funcionan parcialmente. Qué dolor, ojalá que haya por lo menos anestesia para ellos.