(CNN Español) – Semanas antes del inicio de la guerra de Rusia en Ucrania, el 24 de febrero de 2022, aún muchos líderes y analistas se negaban a creer que una guerra convencional podía volver a estallar en el corazón de Europa. Y, sin embargo, ocurrió y fue la primera de una serie de revelaciones.
Las señales estaban ahí, pero era difícil tragarlas: Rusia llevaba acumulando tropas y material de guerra en la frontera al menos desde diciembre, y Estados Unidos había decidido, en un giro pocas veces visto, revelar sus propios informes de inteligencia que hablaban de una invasión inminente.
Ya pasaron dos años desde esa madrugada en la que misiles y las bombas comenzaron a caer sobre Ucrania, horas antes de que las tropas rusas cruzaran la frontera en varios puntos en el norte, este y sur, y la guerra ha sacudido muchas premisas básicas el sistema internacional.
Estas son algunas de las principales revelaciones.
1. Una guerra convencional en Europa era posible, después de todo
La última vez que Rusia desplegó masivamente en combate sus fuerzas armadas en suelo europeo fue en mayo de 1945, durante las últimas ofensivas de la Segunda Guerra Mundial.
Desde entonces, los esfuerzos de la comunidad internacional han estado dirigidos a evitar que una guerra convencional en Europa se repita: la partición de Alemania, la creación de las Naciones Unidas, el surgimiento de la OTAN y el Pacto de Varsovia, pero también de la Unión Europea, son algunas de las instancias que han tenido como objetivo, sea por cooperación o disuasión, evitar otro conflicto.
Las motivaciones eran evidentes, al menos en aquel entonces: las dos últimas grandes guerras en suelo europeo, la Primera y la Segunda Guerra Mundial, dejaron saldos de unos 18 millones y 64 millones de muertos, respectivamente, según el Centro Robert Schuman.
Y, por sobre todo esto, la paridad militar, tanto en el plano nuclear como convencional, de Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría, contribuyeron en disuadir el estallido de una guerra convencional como las de la primera mitad del siglo XX.
Rusia, resurgida tras el colapso de la URSS en 1991, ya no tiene paridad militar convencional con Estados Unidos, que le supera. Pero retiene la paridad en materia de armas nucleares: es decir, Estados Unidos y Rusia mantienen la capacidad, en teoría, de destruirse mutuamente.
Antes de febrero de 2022, pensar que Rusia desplegaría cientos de miles de soldados y miles de tanques y aviones en combate contra Ucrania parecía, por estas razones, impensable. Y que Ucrania recibiera enormes cantidades de armamento y entrenamiento de parte de la OTAN para infligir graves pérdidas en las tropas rusas, sin que todo escalara a una guerra nuclear global, parecía llanamente ridículo. Si no ocurrió durante la Guerra Fría, ¿por qué ahora?
Pero aquí estamos.
2. La OTAN tiene tensiones, pero sigue unida
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), un alianza militar liderada por Estados Unidos y creada durante la Guerra Fría, entró en una nueva etapa en 1991, tras la caída de su principal rival, la Unión Soviética.
Durante las décadas siguientes la utilidad de la alianza fue cuestionada —principalmente por Rusia, que argumentaba ya no ser una amenaza, pero también por sus propios miembros, que buscaban reducir el gasto militar—, y las tensiones internas afloraron, al mismo tiempo que crecía la cantidad de países, en su mayoría de Europa del Este, que buscaban ingresar.
Pero el momento del estallido de la guerra en Ucrania, todo esto pareció desaparecer: la OTAN había recuperado su razón de ser en la oposición a la agresión de Rusia.
Lejos de entrar en conflicto, los países miembros se alinearon política y militarmente en el apoyo a Ucrania, y hoy la organización con sede en Bruselas está nuevamente, como en décadas pasadas, en el centro de los eventos internacionales, e incluso Finlandia y Suecia, históricos países neutrales, han solicitado su ingreso como consecuencia de la guerra.
Finlandia ingresó finalmente en la OTAN en abril de 2023, y Suecia está cada vez más cerca y podría hacerlo en 2024.
3. ¿Y dónde está la ONU?
La Organización de las Naciones Unidas, surgida en 1945 como consecuencia directa de la Segunda Guerra Mundial, fue durante casi medio siglo el símbolo de la voluntad global de asegurar la paz tras las matanzas de la primera mitad del siglo XX: casi todos los países del mundo estaban agrupados en un foro para dirimir las diferencias antes de recurrir a la fuerza.
Sin embargo, su rol y peso han sido fuertemente cuestionados en las últimas décadas, y en el caso de la guerra de Ucrania esta enorme e influyente organización internacional ha brillado por su ausencia.
El problema no es nuevo, y es de diseño: a pesar de su democrática Asamblea General, la ONU está dominada por las cinco potencias con asiento permanente y poder de veto en el Consejo de Seguridad, su órgano más importante.
Estos cinco países son Rusia, Estados Unidos, China, Francia y el Reino Unido, los ganadores de la Segunda Guerra Mundial, y cualquier discrepancia entre esos supone un veto para las acciones más contundentes de la ONU, como aplicar sanciones o movilizar fuerzas militares.
El bloqueo de la ONU por diferencias en el Consejo de Seguridad no es algo nuevo, pero esta vez ha llevado a que la organización quede casi inutilizada por su incapacidad de evitar una gran guerra europea, la razón de su creación.
4. Ucrania también está unida, y quiere pelear
Lejos de las expectativas del Kremlin, Ucrania no colapsó en los primeros días de la invasión rusa, ni su población corrió a recibir a los rusos. Los ucranianos, divididos por la política interna, la corrupción y la postura frente a Moscú, cerraron filas y pelearon.
Y su presidente, Volodymyr Zelensky, emergió como un líder que muchos no consideraban posible.
Desde hace dos años, entonces, los ucranianos han estado peleando unidos, pero esa unión y esa voluntad no son infinitas, y el reclutamiento es cada vez más difícil a medida que el conflicto se estanca territorialmente.
5. China no ha adoptado una postura clara, pero esto podría cambiar
Cuando las cartas parecían echadas, y Estados Unidos y Rusia avanzaban hacia una confrontación en Ucrania, todos miraron a China. ¿Tomaría Beijing, enfrentada desde hace años con Washington —actualmente por los presuntos globos espía—, partido por Moscú?
Al principio parecía así. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, celebró la “nueva era” de las relaciones con China —una amistad “sin límites” para forjar un “nuevo orden mundial”— durante un encuentro con el presidente de China, Xi Jinping, semanas antes de la guerra.
Ambos líderes incluso aprovecharon aquella cumbre para criticar la expansión de la OTAN, uno de los argumentos que Putin utilizó para justificar su invasión de Ucrania.
Con el tiempo, sin embargo, esto no se materializó en un importante intercambio, y Beijing se ha distanciado progresivamente de esta guerra a medida que se prolonga y que Rusia sufre derrotas.
Y es que China, y en especial Xi, intentan mantener un delicado balance, como ha señalado Nectar Gan de CNN: si Rusia es derrotada, un Occidente fortalecido será un problema para Beijing; pero al mismo tiempo si apoya abiertamente a Moscú en la guerra —por ejemplo enviando armas—, puede arriesgarse a sanciones internacionales y aislamiento diplomático.
Para Brian Hart, miembro del China Power Project en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, “China está dispuesta a brindarle a Rusia algún apoyo tácito político, diplomático y, hasta cierto punto, económico, pero la conclusión es que no se desviará de su camino y socavará sus otros objetivos estratégicos para apoyar a Rusia”.
La posibilidad de que China finalmente intervenga más asertivamente a favor de Rusia —por ejemplo, enviando armas— aún existe, sin embargo, y en esa misma incertidumbre sigue teniendo un efecto en los cálculos estratégicos.
Fuentes de inteligencia de Estados Unidos dijeron a CNN a comienzos de 2023 que Beijing había dado señales de estar considerando el envío de armamento, aunque sea en forma encubierta.
El Gobierno de Estados Unidos compartió esta información con sus aliados, y su embajadora ante las ONU, Linda Thomas-Greenfield, aseguró el 19 de febrero que de concretarse el envío de ayuda militar China, esto se trataría de una “línea roja” para Washington, sin dar más detalles.
Esto, finalmente, no se ha producido, y Beijing insiste en que es “imparcial” en el conflicto.
6. Rusia sobrevivió a las sanciones y Europa a la falta de gas
Estados Unidos y la Unión Europea aplicaron contra Rusia uno de los paquetes de sanciones económicas más potentes de la historia, en un intento de disuadir a Putin de escalar aún más el conflicto y menoscabar el esfuerzo militar ruso.
Rusia, por su parte, cortó parcialmente el suministro de gas a Europa, del cual el UE dependía, elevando los precios de este commodity esencial para calefaccionar y para la industria.
Parecía, de alguna manera, que ambos bandos se estaban estrangulando mutuamente, a la espera de ver quién cedería primero.
Pero la geopolítica primó y ninguno lo hizo: la economía de Rusia, que se ha mostrado eficaz para circunnavegar algunas sanciones y mirar a otros mercados, solo se contrajo un 2,5% en 2022 —según Reuters—, cuando se esperaba un derrumbe, por la guerra y las sanciones, superior al 15%.
Mientras que la economía de Alemania, la más grande de Europa y una de las más dependientes del gas ruso antes de la guerra, creció un 1,9% en 2022, aunque finalmente se contrajo en 2023 y esperaba un estancamiento o un crecimiento muy leve en 2024. La inflación, que ha golpeado fuerte en el continente en 2022, se ha estado reduciendo.
La guerra económica, lejos de lograr el sometimiento, solo está llevando a una reconfiguración global de mercados para adaptarse a los cambios, mientras los combates siguen.
7. El tanque de guerra no es obsoleto
Con el auge en las últimas décadas de los helicópteros artillados, los aviones de ataque y las armas antitanque portátiles, muchos se han apresurado a anunciar la obsolescencia del tanque, un arma estrenada en 1916 cuya vulnerabilidad no para de aumentar a medida que su utilidad se pone en duda.
Las principales potencias, sin embargo, nunca dejaron de invertir en el desarrollo de estas moles de acero, ni de desplegar grandes flotas en sus ejércitos de tierra, y la guerra en Ucrania, lejos de decretar su fin, ha evidenciado que siguen siendo un sistema de armas central en la guerra moderna.
Rusia y Ucrania han estado dependiendo de los tanques para abrir brechas en las líneas defensivas durante sus ofensivas, el histórico rol para el cual no parece haber, aún, sustituto.
Pero, aunque su utilidad es grande, es cierto que su vulnerabilidad también es alta —y creciendo—, y ambos países han perdido cientos de tanques durante estos dos años de guerra.
Por esta razón, Ucrania pidió desesperadamente durante meses el envío de tanques occidentales, finalmente logrando compromisos de Alemania, Estados Unidos y Reino Unido.
8. Rusia no tiene la maquinaria eficiente de guerra que se creía, pero sigue siendo poderosa
La disparidad entre Rusia y Ucrania antes del inicio de la guerra parecía insalvable; un verdadera lucha entre David y Goliat.
Sin embargo, Rusia aún no pudo derrotar a Ucrania, un adversario mucho más débil pero decidido a pelear y defender su territorio, y que ha recibido amplia ayuda de la OTAN, tras dos años de guerra.
La maquinaria de guerra de Rusia no ha resultado ser tan efectiva como se anticipaba antes de la guerra, y eso no ha pasado por alto a los ojos de la OTAN, que ha estado progresivamente aumentando sus envíos de armas en cantidad y calidad. Pero sigue siendo poderosa, y desde hace meses ha estado destruyendo sin pausa la infraestructura energética ucraniana con misiles de crucero y balísticos, con consecuencias enormemente graves para el país en el futuro próximo.
Y sus tropas, aún con grandes pérdidas, han logrado repelear la contraoensiva ucraniana de 2023 y siguen montando ofensivas locales exitosas contra las líneas ucranianas, como la que llevó a la captura de Avdiivka en febrero de 2024.
9. No solo drones y hackers: en la guerra del siglo XXI sigue habiendo trincheras, artillería e infantería
Los militares de todo el mundo se han estado preparando durante años para una nueva guerra convencional en la que los drones, los satélites, la desinformación y los ciberataques jugarían un papel central.
Mucho de esto se ha estado viendo en la guerra en Ucrania: adquisición de objetivos a través de comunicaciones celulares interceptadas, interferencia de comunicaciones, utilización drones de todo tipo (entre estos convencionales y municiones merodeadoras), ciberataques y también campañas de desinformación en redes sociales, por citar solo algunos elementos.
Pero el grueso de la guerra se ha conducido de una forma inesperadamente tradicional. El ya mencionado tanque sigue siendo la punta de lanza de las ofensivas, los cañones de artillería siguen machacando posiciones y la infantería sigue cavando trincheras para protegerse y para fortificar el territorio ganado a sangre y pulmón.
Con información de los análisis de Nathan Hodge, Nectar Gan, Anna Cooban y Stephen Collinson de CNN.
Nota del editor: este artículo se publicó originalmente el 23 de febrero de 2023, y ha sido actualizado en febrero de 2024.