(CNN Español) – En los meses anteriores a la invasión de Ucrania, mientras las tropas rusas se desplegaban en la frontera común y la comunidad internacional mantenía reuniones urgentes, el Gobierno de Vladimir Putin señaló en varias ocasiones que el conflicto tenía su origen en la expansión de la OTAN al Este.
La crisis finalmente devino en una guerra abierta que lleva más de un año, y lejos de impedir ese objetivo, la Alianza Atlántica se ha vuelto a expandir con el ingreso de Finlandia, mientras Suecia aún espera también para unirse.
Que Finlandia se sume a la OTAN es una derrota tanto simbólica como estratégica para Rusia: la alianza militar acaba de sumar a un miembro que comparte una extensa frontera de 1.309 kilómetros con Rusia, que estuvo bajo control de Moscú durante más de un siglo y que en los últimos años se había mantenido neutral.
Rusia y la OTAN
“Nos han engañado descaradamente. Cinco oleadas de expansión de la OTAN. Pedimos directamente que no haya más movimientos de la OTAN hacia el Este”, dijo Putin en una conferencia de prensa en diciembre de 2021, cuando surgieron los primeros reportes de movimientos de tropas en la frontera entre Rusia y Ucrania.
Sergei Lavrov, ministro de Exteriores de Rusia, señaló en enero de 2022, semanas antes de la invasión y en respuesta a un documento presentado por la OTAN y EE.UU. para intentar desactivar la crisis, que “el problema principal es nuestra posición clara sobre la inadmisibilidad de una mayor expansión de la OTAN hacia el Este”.
Fundada en 1949 como una alianza militar entre EE.UU. y países de Europa Occidental para contrarrestar el creciente poder de la Unión Soviética, la OTAN fue una pieza clave durante la Guerra Fría, enfrentada al Pacto de Varsovia.
Tras la caída de la URSS, en 1991, antiguas repúblicas soviéticas independizadas y países de Europa del Este que habían estado bajo la esfera soviética comenzaron a solicitar el ingreso a la OTAN para asegurar su defensa: es el caso de Hungría, Polonia, Bulgaria y Lituania, entre otros.
La situación de Ucrania ante la OTAN
Ucrania comenzó a relacionarse con la OTAN poco después de su independencia, en 1991, llegando a convertirse en un importante socio, pero Rusia siempre se opuso enérgicamente a su ingreso formal. Las relaciones entre Kyiv y la alianza, sin embargo, se intensificaron después de la invasión rusa de Crimea y el levantamiento de fuerzas prorrusas en Donbás, en 2014.
Las causas de la guerra actual son muchas, variadas y complejas, pero la postura de Rusia ante la expansión reciente de la OTAN y el posible ingreso de Ucrania, a la que considera parte de su territorio y su pueblo, ha ocupado un rol central.
Sin embargo, desde el principio de la invasión, el efecto parece haber sido el contrario. Ya en marzo de 2022, semanas después de que el Kremlin lanzara su invasión, Finlandia y Suecia no tardaron en condenarla, generando el enojo de Rusia.
En ambos países existían proyectos de ingreso a la OTAN antes de la guerra, que mantenían dividida a la población. Pero tras la invasión estos Estados lograron apoyo político y el proceso de aceleró: la alianza los invitó formalmente a adherirse en junio.
“Es obvio que si Finlandia y Suecia entran en la OTAN, que es principalmente una organización militar, esto tendría graves consecuencias militares y políticas que obligarían a la Federación Rusa a tomar medidas de represalia”, dijo la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, en reacción a estos movimientos.
Aunque el proceso de Suecia ha quedado estancado por la negativa de Turquía, miembro de la OTAN, el ingreso de Finlandia avanzó rápidamente y el país se convirtió en su miembro 31, este martes.
La importancia de Finlandia
Antes de la adhesión de Finlandia en la Alianza Atlántica, el último país en ingresar en la OTAN fue la pequeña Macedonia del Norte, en marzo de 2020. Mientras que el último ingreso de antiguos países comunistas fue en 2004, cuando lo hicieron Bulgaria, Rumania, Eslovaquia, Estonia, Letonia y Lituania. En el caso de estos tres últimos Estados bálticos, se trató de la última vez que un país limítrofe con Rusia, como Finlandia ahora, ingresaba en la alianza.
Pero ¿por qué Finlandia quería ser miembro de la OTAN, arriesgándose a un conflicto con Rusia?
La respuesta es similar a la que podrían dar cualquier de las antiguas repúblicas soviéticas, como Lituania, o exmiembros del Pacto de Varsovia, como Polonia, cuando entraron en la OTAN en décadas pasadas: para buscar seguridad tras una historia de tensiones con Rusia marcada por guerras y el férreo control de Moscú.
Finlandia quedó bajo control del Imperio ruso en 1809, y solo pudo lograr su independencia en 1917 y en el contexto de la Revolución rusa, que llevó a la caída del zar Nicolás II y el surgimiento de la Unión Soviética.
La joven república finlandesa fue invadida por la URSS en 1939, tras un conflicto fronterizo en la región de Karelia. La llamada guerra de invierno, caracterizada por la fuerte resistencia finlandesa, concluyó sin embargo en 1940 con una victoria soviética, pero en 1941 Finlandia se asoció a las fuerzas del Eje, lideradas por la Alemania nazi, para invadir la Unión Soviética e intentar recuperar sus territorios.
En 1944, Finlandia dio un giro: firmó un acuerdo de paz con la URSS y entró en guerra con Alemania, y estos últimos eventos determinaron que el país se mantuviera neutral durante la Guerra Fría, manteniendo relaciones con ambos bloques. El equilibrio entre Este y Oeste ha estado en el centro de la política exterior de Finlandia, siempre bajo la sombra de una agresión rusa.