(CNN en Español) – Es 8 de marzo de 2024 y en Argentina llegó al poder un Gobierno que se proclama abiertamente antifeminista. El país que supo ser un faro para la lucha de los derechos de las mujeres en toda la región amaneció con una noticia que marca el clima de época: el Salón de la Mujer de Casa Rosada cambiará su nombre a Salón de los próceres. Sí, se eligió este viernes de conmemoración para avanzar con la decisión.
Poco menos de dos años atrás, en mayo de 2022, Javier Milei, en ese momento diputado, presentaba el libro “El camino del libertario” frente a decenas de jóvenes que sostenían el celular en alto con la cámara de video encendida. En la sala José Hernández de la Feria del Libro no cabía la cantidad de gente que había comprado la entrada para asistir al evento.
Ese día, el economista dijo que no tenía por qué “sentir vergüenza de ser un hombre blanco, rubio y de ojos celestes” y anunció que, de llegar a ocupar el sillón de Rivadavia, cerraría el Ministerio de las Mujeres.
Hace 20 meses, esas declaraciones eran todavía disonantes en la conversación pública. Rápidamente, referentes de izquierda lo criticaron por “machirulo”.
Pero, si de “no verla” se trata, entonces, era difícil pensar que alguien que no tuviera una fe ciega en “las fuerzas del cielo”, hubiera imaginado que quien hablaba en esos términos era el futuro presidente de los argentinos.
Sobre la frase anterior, es necesario aclarar dos conceptos que son parte fundamental del glosario de símbolos de La Libertad Avanza. “No la ven” es una frase-hashtag que se usa para descalificar a quienes critican medidas del Gobierno acusándolos de no darse cuenta de que esas políticas los van a terminar beneficiando. “Las fuerzas del cielo”, en cambio, es una cita bíblica del libro de los Macabeos a la que Milei recurre en la mayoría de sus discursos.
Un ministerio afuera, ¿una feminista adentro?
El gobierno de Milei no tardó más de 18 días, desde la asunción, en cumplir su promesa y degradó el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad a subsecretaría. Después, prohibió el uso del lenguaje inclusivo en la administración pública nacional, de acuerdo al anuncio del vocero Manuel Adorni en una de sus conferencias matutinas.
En paralelo, en la cartera desjerarquizada que aboga por la “protección contra la violencia de género” de acuerdo a su nuevo nombre, fue designada como titular Claudia Barcia, una exfiscal de la ciudad de Buenos Aires especializada en la problemática que Javier Milei niega cada vez que tiene la oportunidad de hacerlo.
De hecho, en el primer texto del proyecto de la ley ómnibus –que finalmente quedó frustrada en su paso por diputados– una de las propuestas era utilizar el término “violencia familiar”, en lugar de “violencia de género”, tal como reconoce la ley 26.485 de Protección integral a las mujeres.
También se pretendían cambios como “madres embarazadas” en vez de “mujeres y personas gestantes”, y atención integral de la salud a “los niños desde la concepción”, un aspecto que se contrapone a la ley de aborto sancionada en 2020; entre otras modificaciones que afectan demandas referidas a la agenda de género.
Lo llamativo es que en el contexto del 8M, Barcia publicó en las últimas horas un texto en su perfil de LinkedIN en el que celebra la “lucha feminista” y hace mención a las legislaciones vigentes, incluida la referida a identidad de género y lenguaje inclusivo.
“Las leyes están para ser cumplidas, junto con los compromisos internacionales asumidos por nuestro país”, escribió la funcionaria.
La periodista especializada en la temática, Mariana Carbajal, subrayó el nombramiento de una persona con experiencia en el área como un “punto positivo”.
Sin embargo, en diálogo con CNN, señala una cuestión fundamental: “No sabemos qué presupuesto va a tener esta subsecretaría ni el enfoque que se le va a dar o cuál va a ser la política pública que este Gobierno va a desarrollar. Tenemos un presidente que descree de la existencia de la violencia por razones de género, eso es problemático. Veremos cuál es el planteo de la subsecretaria que todavía no dio ninguna nota”-.
CNN solicitó una entrevista con Claudia Barcia pero hasta el momento no le fue concedida.
Las feministas, el blanco de los discursos de odio
“Lo que antes era para nosotras un lugar amigable, las redes sociales, que nos permitieron generar movilizaciones como Ni Una Menos o la Marea Verde –que, por supuesto, también tuvieron su contracara territorial– hoy se volvió un lugar inhabitable”, dice a CNN Ingrid Beck, periodista argentina, feminista y cofundadora de Ni Una Menos. “En lo personal, sufrí ataques como muchas otras compañeras y lo que provocan es disciplinamiento, buscan que nos silenciemos”, continúa.
Micaela Cuesta es socióloga, investigadora y coordina el Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos de la Universidad de San Martín (UNSAM). En conversación con CNN, dice que los discursos de odio existen transversalmente en la sociedad pero que están asimétricamente distribuidos. “Hay fuerzas políticas que concentran muchos de estos discursos y otras que tienen un porcentaje muy bajo –explica–. Javier Milei se ubica en el espectro cuyos votantes más adhieren a la discursividad violenta”.
Beck considera que las agresiones a las mujeres referentes del movimiento feminista se profundizaron en 2018, durante el debate de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. “Con la ola que se oponía a la Marea Verde, fue clara la alianza de sectores conservadores y empezó una reacción fuerte de la derecha contra la agenda feminista”, recuerda. “Después, durante la pandemia se consolidó y comenzó a dar la batalla cultural fuertemente y hoy estamos viendo las consecuencias”.
Un informe de 2021 de la UNSAM que cruza datos respecto a promoción de discursos de odio según la posición frente a la legalización del aborto refleja que aquellas personas que estaban en contra de la IVE eran más propicias a promover este tipo de discursos violentos que aquellas que estaban a favor.
Según las cifras del estudio, un 34,6% de quienes estaban en contra de la ley promovían discursos de odio. En cambio, este número se reducía a 17,1% en el grupo de quienes estaban a favor.
Mariana Carbajal dice que el cambio considerable lo notó a partir del año pasado con la candidatura de Javier Milei: “Muchos de sus seguidores han tomado como blanco de hostigamiento a las feministas y se ha demonizado todo lo que tiene que ver con ampliación de derechos”. Y a este punto le suma una mirada regional. “Lo hemos visto con Donald Trump y Jair Bolsonaro, ahora con Nayib Bukele, que son parte de estas nuevas derechas conservadoras que tienen un ataque muy directo hacia lo que ellos llaman ‘ideología de género”, dice.
“Acusan al feminismo de ser un negocio cuando en realidad se trata de visibilizar las desigualdades para poner en marcha políticas para desarmarlas. No es un enfrentamiento entre hombres y mujeres, parece tonto que tengamos que explicar esto, pero lo ponen en esos términos. Tampoco atentamos contra la familia. Eso es lo más grave, se fomentan discursos de odio que sabemos que después de las redes pasan a la acción”, dice la periodista argentina.
Por último, Cuesta deja una advertencia: “Los climas sociales, culturales y políticos habilitan y legitiman. Se crea la idea de que está bien lastimar a determinados colectivos porque se lo merecen. La justificación del daño en función de su pertenencia a grupos ocurre en la esfera pública amplia que también son las redes sociales. Esto sucede a través de discursos, ya sean acciones a través del humor o memes, que trafican contenido violento. Todo eso va no solo habilitando la violencia sino, lo que es más preocupante, legitimándola”.
Antifeminismo y nuevas derechas, ¿hombres víctimas de las mujeres?
La frase del presidente, “no tengo por qué sentir vergüenza de ser un hombre blanco, rubio y de ojos celestes”, tiene implícita una defensa. Inmediatamente antes de eso había dicho que no iba a pedir perdón por su identidad masculina (lo dijo con otras palabras que no hace falta reproducir de manera literal en esta nota).
Pero ¿a qué viene este alegato?
Silvia Díaz Fernández es investigadora postdoctoral en la Universidad Carlos III de Madrid, España, y trae una aproximación que funciona como respuesta a esa pregunta. Su campo de estudio aborda temáticas como campañas antifeministas, cultura digital y política de género, entre otras cuestiones relacionadas.
En este sentido, habla de un universo digital llamado manosfera. “La manosfera es un conglomerado de subculturas digitales que tienen como denominador común un discurso misógino y victimizador”, explica Díaz Fernández. “Los hombres que habitan estos espacios y comunidades se perciben como víctimas de las sociedades modernas en donde el feminismo se ha convertido en algo ideológico y totalitario; una imposición cultural que persigue al hombre por el mero hecho de ser hombre y favorece a la mujer por el mero hecho de ser mujer”.
Estas comunidades que describe están integradas, según señala la investigadora, por YouTubers, influencers y hombres que construyen sus propias plataformas que, aunque no necesariamente vengan de sectores políticos de derecha, tienen un lenguaje común en esos discursos antifeministas que reproducen en la esfera digital.
Un estudio sobre nuevas derechas y propaganda realizado por la asociación Comunicación para la igualdad en 2022 observó siete cuentas de creadores de este tipo de contenidos que, en todos los casos, apoyan o apoyaron abiertamente a Javier Milei.
El más popular entre ellos es Agustín Laje, un polítologo argentino muy cercano al mandatario. Laje es escritor y conferencista referente de las extremas derechas no solo a nivel local sino también en la región. En 2015, en pleno auge del Ni una menos, cobró gran notoriedad en redes y en la esfera pública por sus posturas en contra del movimiento de mujeres y reclamos. Uno de sus libros más comentados se titula “La batalla cultural: Reflexiones críticas para una Nueva Derecha”.
Estos YouTubers libertarios tienen gran cantidad de videos no solo en contra del feminismo sino también del progresismo, banderas que levanta constantemente el presidente argentino. Entre todas las cuentas suman un número que supera los seis millones de suscriptores.
Diaz Fernández encuentra una explicación: “Hay un componente de entretenimiento. La manosfera es absurda, ridícula, tiene memes, videos en broma, te ríes”.
Por otro lado, señala un aspecto más del fenómeno: “Las redes sociales son una cancha inclinada que favorecen siempre un tipo de interacción que se puede viralizar. El contenido que más engagement tiene es el que ‘va a matar’. Esto ha propiciado una polarización absoluta y se crean unas dinámicas muy binarias sobre qué se puede decir y qué no. Esto al final ha sido muy contraproducente porque se ha borrado el diálogo y la posibilidad de acercar posturas”.
El doctor en Sociología e investigador, Gabriel Vommaro, agrega una última complejidad al asunto. “Estamos observando una brecha de género importante respecto a la ideología y votación entre hombres y mujeres que se profundiza en los jóvenes de entre 18 y 25 años”, explica en diálogo con CNN. “Los varones son más conservadores y autoritarios en temas, sobre todo, culturales”, subraya.
“La gran pregunta es cómo se va a amalgamar esa generación”, plantea Vommaro. “Es decir, en qué medida es una tensión coyuntural que tiene que ver con valores, con Ni Una Menos, con una juventud que está tensionada por las relaciones entre los géneros muy fuertemente, pero que va a traer una discusión hasta que se acomode, o si esto augura una tensión perdurable”.
Por último, Ingrid Beck hace hincapié en una reflexión: “Argentina es un faro en términos de derechos humanos para la región”. Y advierte: “Este también es un momento de atención para toda la región”.