(CNN Español) – Ante la falta de precipitaciones histórica que sufre Cataluña, hay quien se resigna, quien intenta poner de su parte para ahorrar el máximo de agua o incluso quien recurre a la oración para intentar invocar la lluvia.
Ese es el caso de la comunidad católica de Barcelona que, desde el 1 al 9 de marzo, ha sido citada cada tarde en la Basílica de Santa María del Pi, en el centro de la ciudad, para hacer “una rogativa de lluvia” en la región.
Una oración de súplica que ha sido dedicada al Santo Cristo de la Sangre, ya que, tal y como explica la Archidiócesis de Barcelona, históricamente este santo ha sido “el icono más recurrente en las rogativas para pedir lluvia”.
La última de estas rogativas tuvo lugar en el siglo XIX, según afirma Jordi Sacasas, prohombre primero de esta Archicofradía del Santo Cristo de la Sangre. Pero la situación es grave, con una declaración de emergencia en más de doscientos municipios, y por esta razón pusieron en marcha esta iniciativa.
En la última jornada de oraciones, que tuvo lugar este sábado, decenas de fieles reunidos en la Basílica incluso salieron en procesión por el centro de Barcelona junto a la imagen del Santo Cristo de la Sangre. Y pareció que sus ruegos fueron escuchados, porque la procesión terminó pasada por agua.
Pero para lo que podría ser una cuestión de fe, la ciencia atmosférica tiene su propia respuesta: ese episodio de lluvias era consecuencia de la borrasca Mónica. Según señala a CNN Ramón Pascual, delegado de la Agencia Estatal de Meteorología en Cataluña, se preveía con anterioridad que este fenómeno iba a provocar “un episodio pluviométrico y nuboso significativo”.
Sea como fuere, esa lluvia no fue suficiente para mitigar el impacto de la sequía. Los embalses de las cuencas internas de Cataluña siguen vaciándose poco a poco y alcanzan actualmente el 14,96% de su capacidad.
Es por esta razón que los ojos de muchos están puestos sobre lo que pueda ocurrir esta primavera boreal, dado que es el segundo período más húmedo en España después del otoño. Sin embargo, no está muy claro lo que va a ocurrir, aclara Pascual, dado que todavía es pronto para prever si está será una temporada más o menos húmeda que el promedio.
“Los periodos de sequía han existido y ahora estamos en uno fuerte, pero se acabará”, nos dice Pascual convencido. Ahora bien, las proyecciones climáticas para el ámbito geográfico del Mediterráneo apuntan a que a futuro habrá “unas precipitaciones anuales inferiores” a las registradas en los años setenta, ochenta o noventa, añade.
Por esta razón, el futuro del agua en Cataluña pasa por gestionar un mejor uso de los recursos hídricos. Algo sobre lo que el gobierno regional ya trabaja ejecutando una inversión de cerca de US$ 2.600 millones para lograr una mayor disponibilidad de agua a través de la ampliación dos plantas desalinizadoras y aumentar de 24 a 40 las estaciones de regeneración de agua, entre otros proyectos.
Eso sí, rezar nunca estará de más.