(CNN Español) – A oscuras y atrapados en la incertidumbre: así es el día a día de las universidades públicas en Argentina. Una situación crítica, según denuncian las autoridades de las casas de altos estudios.
Aun cuando el país atraviesa una inflación de casi 290% interanual, el presupuesto actual destinado a la educación de nivel superior es una prórroga de las partidas de 2023,lo que resulta en una pérdida adquisitiva real de alrededor del 65%.
Ante este panorama, universidades públicas de todo el país advierten que peligra la continuidad de su funcionamiento y convocan a una movilización este martes en “en defensa de la educación pública”. Aunque la inflación se desaceleró en los últimos meses, la problemática sigue vigente con un 11% en marzo.
En el contexto de la movilización, el gobierno confronta la discusión con el argumento de que los líderes de las universidades públicas -administradores, docentes y movimientos estudiantiles- no quieren auditorías de sus gastos ni perder supuestos “negocios políticos” relacionados con esas instituciones, aunque sin presentar prueba alguna de que eso sea así.
La Universidad de Buenos Aires, en emergencia económica
La Universidad de Buenos Aires (UBA) alberga más de 380.000 alumnos, según datos del Ministerio de Educación a 2023. Su prestigio puede cuantificarse en distintos rankings globales que la ubican entre las mejores del mundo. Según el QS Global, está dentro de las 100 instituciones más importantes y en el podio de las tres más notables de América Latina. Además, la institución puede también jactarse de haber graduado a cinco premios Nobel a lo largo de su historia.
El secretario de Hacienda de la institución, Matías Ruiz, advierte a CNN que, sin una partida razonable, las universidades no van a poder funcionar en el segundo cuatrimestre, que en general comienza en agosto.
En marzo, al tiempo del inicio del ciclo lectivo de 2024 y atendiendo a la demanda del sector educativo que anticipaba una situación dramática, el gobierno nacional anunció una actualización del presupuesto del 70%, específicamente para los gastos de funcionamiento, a partir de marzo, sin retroactivo. La semana pasada, con la marcha en puerta, la Secretaría de Educación hizo un nuevo anuncio por un 70% adicional, desde mayo.
“El aumento del 70% a partir de marzo no corresponde a los 12 meses del año, sino a diez; entonces cuando lo anualizamos ya no es 70% sino 58%. Lo mismo ocurre con el anuncio de la semana pasada: 70% desde mayo es poco más de 40%. Todo eso contrastado con una inflación interanual de casi 300%”, expone Ruiz.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, se refirió al asunto y dijo que el gobierno no iba a permitir que las universidades sean usadas por políticos.
“Hace décadas, por supuesto, que entendemos que la universidad funciona con severos problemas”, dijo Adorni en su habitual conferencia de prensa matinal. “Nos seguimos preguntando, ¿por qué algunas autoridades universitarias levantan la voz ahora y no el año pasado, cuando la inflación fue del 211%, y han sufrido aquel año 2023 tamaño ajuste real en sus partidas? (…) No vamos a hacer asignación arbitraria de recursos, eso ya lo dijimos, lo dijimos el día de diciembre, no con respecto a las universidades, sino en general con todas las partidas que signifiquen una erogación por parte de todos los contribuyentes, en este caso a las universidades”, agregó y reafirmó que sí se habían hecho actualizaciones presupuestarias en referencia a los dos ajustes del 70%.
Los gastos de funcionamiento incluyen desde las tarifas de servicios, los gastos de limpieza, las becas, los fondos destinados a proyectos de investigación, conectividad, y, según explica Ruiz, representan solo entre el 10% y el 15% de la composición presupuestaria total.
Un ítem aparte son los fondos destinados a salarios, tanto del personal docente como no docente. En este aspecto Ruiz aclara que la política salarial, si bien está contemplada en el presupuesto general, tiene actualizaciones aplicadas por negociaciones paritarias.
“A lo largo de 2023 se hicieron acuerdos por inflación entre el Ministerio de Educación y los gremios docentes y no docentes, hubo algún grado de conflicto con el gobierno anterior, pero conflictos de los tradicionales”, dice. “Hoy, lo que vemos con el presupuesto de 2024 es que, desde noviembre a esta parte, el salario real se redujo un poco más que un 35%”, agrega.
Los hospitales escuela
La UBA tiene seis hospitales escuela que atienden en total más de 780.000 pacientes por año, según datos difundidos por cada institución.
Esas clínicas están especializadas en diferentes áreas que abarcan desde la clínica general, la atención a enfermos oncológicos, odontología, trasplante de órganos e, incluso, asistencia veterinaria.
“Alrededor del 50% de las personas que se atienden en estos hospitales no tienen cobertura de salud privada”, explica Ruiz y advierte que hasta el 15 de abril las partidas vinculadas a los hospitales universitarios no se habían prorrogado. Es decir que, en 2024, no contaban directamente con ningún presupuesto asignado.
En ese contexto, Marcelo Melo, director del Hospital de Clínicas de la UBA, dijo a medios locales que ante este escenario se vieron obligados a reducir considerablemente la atención. “Es bastante compleja la situación porque dependemos de un presupuesto que no tenemos. El Hospital, para funcionar, necesita recursos, presupuesto. El presupuesto es para la compra de los insumos, medicamentos, los descartables, medicamentos de alto valor, el mantenimiento de la aparatología, el seguro de los aparatos, que es muy caro. Si no tenemos esos recursos porque no existe el presupuesto, no podemos enfrentar ninguna licitación”, explicó en diálogo con una radio local.
El día a día en las aulas
En las últimas semanas, desde diferentes facultades de la Universidad de Buenos Aires circularon imágenes que se confirman en el testimonio de alumnos y profesores. Ascensores de uso restringido específicamente para personas con movilidad reducida, espacios con la iluminación mínima indispensable y la imposibilidad de imprimir los listados de alumnos son algunos de los inconvenientes para potenciar al máximo los recursos económicos que quedan.
Sin embargo, las aulas están lejos de estar vacías. Jazmín Ohanian es profesora del Ciclo Básico Común, un primer año obligatorio para la admisión, con materias compartidas por alumnos de diferentes carreras.
Mientras ingresa en una de las sedes de la UBA de la Ciudad de Buenos Aires, graba un audio vía WhatsApp a CNN en Español, antes de llegar a la clase. “Hay una sensación muy agridulce porque, por ejemplo, están todas las luces apagadas, hay una oscuridad fuerte -dice al tiempo que avanza en el interior del edificio público- pero empezás a atravesar los pasillos y está lleno de gente; las aulas están llenas y ves a los docentes, a través de las ventanas, muy entusiasmados”. Ohanian también cuenta cómo es el encuentro con los alumnos: “Leen los materiales, se apasionan con las discusiones, preguntan. Hay una pulsión de aprendizaje increíble”.
Cristian Casti es alumno de la Facultad de Ciencias Económicas. Tiene 22 años, está cursando el tercer año de la carrera y forma parte de Avancemos por La Libertad y el Desarrollo, una agrupación estudiantil que se identifica con las ideas del gobierno de Milei.
“Todas las agrupaciones universitarias estaban más vinculadas con la izquierda, con el peronismo, el radicalismo, pero no había un sector para un espectro ideológico más de derecha, por así decirlo”, explica sobre la creación del movimiento a principios de 2022, tras el ingreso de Milei al Congreso de la Nación, como diputado.
Casti no considera que La Libertad Avanza quiera terminar con la educación pública y, si bien reconoce que en su facultad hubo medidas relacionadas al ajuste como reducción del uso de la luz, considera que no es la primera vez que ocurren y hoy en día hay una utilización política detrás del reclamo. “El gobierno ya había planteado la voluntad de aumentar los gastos de funcionamiento. Entonces, toda esta situación se podría haber evitado por parte de la universidad”, dice y denuncia: “Los ascensores hace años que no funcionan bien en la UBA”.
Ohanian retoma la sensación de angustia que trae a la mesa la situación actual. “Sentís cierta cizaña en la mirada que hay. La realidad es que estamos mal pagos, con horarios chinos y hacemos todo lo posible para que quienes están en el aula con nosotros aprendan algo, que el paso por el aula sea significativo. La energía que le que le ponemos no tiene nada que ver con el salario sino con una ideología, no política, una ideología por la educación”, dice. “En el aire hay como una sensación de cuán triste podría ser nuestro futuro como país, como sociedad, si no tenemos una Argentina con universidad pública que garantice la igualdad de oportunidades, la libertad de elegir cada uno la formación que quiere tener y que esa libertad no dependa de la plata que cada uno tiene”.