(CNN) – En la primera semana de un nuevo Gobierno de Trump, las victorias climáticas del presidente Joe Biden terminarían en la basura.
Las primeras en desaparecer podrían ser los decretos, incluyendo el que protege 5,2 millones de hectáreas en Alaska de la explotación petrolera y otro que pretende aumentar drásticamente el número de vehículos eléctricos en las carreteras.
Retiraría a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París (otra vez) e incluso podría anular la participación del país en el propio tratado climático mundial, una promesa entre países para prevenir “la peligrosa interferencia humana en el sistema climático”.
A lo largo de las semanas y meses siguientes, las nuevas normas climáticas de Biden irían retrocediendo metódicamente: límites a la contaminación del tubo de escape y a las emisiones nocivas para la salud de las centrales eléctricas, y nuevas salvaguardias sobre la industria del petróleo y el gas.
Las medidas de Trump podrían dejar a Estados Unidos aislado de aliados clave en una crisis mundial en sus momentos decisivos.
2023 fue el año más caluroso jamás registrado y el aumento del calor está empujando al mundo cada vez más cerca de un daño irreparable. La única forma de minimizar los daños es desplegar rápidamente energías limpias a gran escala para finales de esta década, según afirman científicos y grupos energéticos mundiales.
En cambio, Trump está dispuesto a correr en dirección contraria.
“Ha dicho que va a volver con una venganza”, dijo a CNN el ex enviado especial de EE.UU. para el clima, John Kerry. “Sería realmente sólo un resultado catastrófico”.
Esta visión del futuro se basa en entrevistas con más de una docena de personas: analistas de la industria, funcionarios públicos e iniciados de la anterior administración Trump, algunos de los cuales están involucrados en el Proyecto 2025, una guía de estrategia conservadora para remodelar el gobierno federal en caso de una victoria de Trump.
Pero también se basa en lo que ha dicho el propio Trump. En sus mítines ha arremetido contra las políticas climáticas de Biden y se ha burlado de las energías limpias, prometiendo volver a empujar a Estados Unidos hacia los combustibles fósiles. Ha cortejado abiertamente a la industria petrolera en actos de recaudación de fondos, según informó el diario The Washington Post, prometiendo modificaciones en la normativa a cambio de dinero para la campaña.
“Nadie ha hecho más daño a la industria estadounidense del petróleo y la gasolina que Joe Biden”, declaró a CNN Karoline Leavitt, portavoz de la campaña de Trump.
Leavitt dijo que si Trump fuera elegido, daría a la industria petrolera “más libertad”, describiendo el combustible fósil que calienta el planeta como “oro líquido” y (falsamente) como “energía limpia”.
“Volverá a hacerlo en cuanto regrese a la Casa Blanca”, añadió.
Mientras que su primer mandato se caracterizó por el caos político a menudo obstaculizado por los tribunales, el segundo mandato de Trump sería eficiente, dijeron a CNN exfuncionarios del gobierno de Trump.
“Perdimos bastante tiempo al principio de la administración Trump porque no estábamos tan preparados como lo estaríamos para la segunda ronda”, dijo a CNN Mandy Gunasekara, exjefa de personal de la Agencia de Protección Ambiental bajo Trump.
La lección aprendida, dijo, es moverse con velocidad.
El círculo de influencia de Trump está más organizado esta vez, centrado en destripar las agencias clave que supervisan la protección del medio ambiente y deshacer la mayoría, si no todas, de las normas climáticas de Biden.
Podría suceder “muy rápido”, dijo David Bernhardt, quien se desempeñó como secretario del Interior en el Gobierno de Trump. Bernhardt, que no está involucrado con la campaña de Trump, especuló que el expresidente “esencialmente estaría dirigiendo, en muchos casos, un retroceso a las políticas que implementó en el pasado”, y agregó que los retrocesos podrían hacerse “en cuestión de meses, en muchos casos”.
Mientras que Biden está consolidando un legado como el presidente más defensor del clima, Trump trabajaría para deshacer el progreso, centrándose en cambio en el “dominio energético” de los combustibles fósiles de Estados Unidos, dijeron varias personas a CNN.
Las políticas energéticas de Trump en su segundo mandato podrían resumirse en tres palabras que entona en sus mítines, popularizadas por la exgobernadora de Alaska Sarah Palin hace 16 años:
“Perfora, nene, perfora”.
Freno a los vehículos eléctricos
Los vehículos de gasolina son responsables de la mayor parte de la contaminación climática del país, y una de las principales políticas climáticas y económicas de Biden es su impulso a los vehículos eléctricos.
Los demócratas aprobaron créditos fiscales para ayudar a los consumidores a sufragar el costo de un vehículo eléctrico, y la Agencia de Protección Ambiental de Biden finalizó las normas de emisiones que empujan el mercado de automóviles hacia híbridos de bajo consumo y vehículos eléctricos a principios de la década de 2030.
Trump y los republicanos se han apoderado de estas medidas como un “mandato” para los vehículos eléctricos, a los que Trump se ha referido como “tonterías totalmente eléctricas donde los coches no van demasiado lejos” y un “baño de sangre” para los empleos estadounidenses. Trump ha prometido deshacerse de las normas de emisiones si es elegido, aunque lograrlo podría llevar meses.
Hay otras formas en las que Trump podría retrasar la transición a los vehículos eléctricos, algunas de las cuales afectarían al bolsillo de los votantes.
Su Departamento del Tesoro podría recortar los créditos fiscales para la compra de vehículos eléctricos. Diana Furchtgott-Roth, exfuncionaria del Departamento de Transporte de Trump, ahora en la Heritage Foundation, dijo que es probable que un segundo gobierno de Trump también intente revertir la exención federal que permite a California establecer sus propias normas de contaminación de los automóviles.
El gobernador de California, Gavin Newsom, dijo a CNN que su estado seguirá “manteniendo ese liderazgo” independientemente de si Trump es elegido presidente.
“No me importa lo que Trump diga o haga”, dijo Newsom. “Vamos a ser ese ancla, independientemente de los vientos predominantes en Washington”.
Pero hay algunos vientos de cambio a los que Trump probablemente tendrá que plegarse.
A diferencia de la industria del petróleo y la gasolina, que se opone firmemente a muchas de las políticas climáticas de Biden, la industria automovilística sigue adelante con los vehículos eléctricos y quiere mantener las subvenciones a los consumidores para ayudar a los conductores a comprarlos.
John Bozzella, presidente y CEO del grupo Alliance for Automotive Innovation, declaró a CNN que no creía que la derogación de los créditos fiscales o de las normas sobre emisiones del Gobierno de Biden fuera una “conclusión inevitable”. En declaraciones a CNN, Bozzella señaló el rápido crecimiento de las ventas de vehículos eléctricos y de las fábricas estadounidenses para construirlos.
“Las cosas han cambiado bastante”, dijo Bozzella. “Nos estamos moviendo con decisión hacia un futuro eléctrico, al tiempo que ofrecemos a los clientes una gama de opciones de vehículos… pero es importante para la competitividad global de Estados Unidos y nuestra seguridad económica y nacional en general que nos mantengamos en este camino. Eso es algo que ambas partes entienden”.
Licencia para perforar
Biden y Trump argumentan que sus políticas energéticas reducirían los costos para el consumidor y crearían empleos. Pero ofrecen visiones muy diferentes sobre cómo hacerlo.
Muchas de las políticas energéticas de Trump giran en torno a una idea simple: perforar en busca de más petróleo estadounidense para bajar los precios de la gasolina. El expresidente ha prometido desatar un torrente de petróleo estadounidense. “Perforar, perforar, perforar”, dijo Trump en Fox News en febrero. En ocasiones, ha sugerido falsamente que la perforación por sí sola reducirá a la mitad la inflación y los precios de la energía.
Los analistas energéticos señalan con frecuencia que esta idea es una falacia, porque el precio que pagan los conductores estadounidenses por la gasolina depende en gran medida del mercado mundial del petróleo.
El auge de las perforaciones en el país depende de “cuál sea el precio del crudo y de la salud de la economía”, declaró a CNN Bob McNally, presidente de Rapidan Energy Group y exfuncionario de la Casa Blanca de George W. Bush. “Estas cosas están fuera del control directo de un presidente”.
Estados Unidos ya está inundado de petróleo; está produciendo más crudo que cualquier otro país en la historia y ha liderado la producción mundial de petróleo durante los últimos seis años. Para consternación de los activistas climáticos, la producción de crudo alcanzó máximos históricos bajo el mandato de Biden, y es probable que se establezcan nuevos récords este año y el próximo, según la Administración de Información Energética de Estados Unidos.
Pero Biden ha restringido drásticamente las tierras y aguas federales en las que puede perforar la industria de los combustibles fósiles.
El año pasado, el Gobierno anunció abiertamente que iba a ofrecer el menor número de contratos de petróleo y gas en alta mar de la historia: sólo tres para los próximos cinco años.
La industria petrolera no está contenta con eso, y Trump lo está aprovechando, cortejando ferozmente al sector en eventos privados de recaudación de fondos, prometiendo aumentar drásticamente la cantidad de tierras y aguas federales para la perforación.
“Un componente crítico de su plan es expandir el acceso, y lo hicimos en el Gobierno de Trump, ya sea el arrendamiento de ANWR, expandiendo las ventas regulares de arrendamiento”, dijo Bernhardt, el exsecretario del Interior de Trump. “Esos son los tipos de cosas que creo que casi seguro verías volver”.
Al llegar al cargo con una agenda pro-petróleo, ¿podría Trump aumentar significativamente la producción petrolera estadounidense?
“No”, dijo McNally.
El mayor impacto de Trump sería “eliminar el riesgo de una política negativa, más que implementar una política que vaya a aumentar la producción de forma mensurable”, añadió McNally.
Problemas mucho más graves
Trump podría recortar algunas de las normas sobre contaminación de Biden, pero le resultará mucho más difícil acabar con la mayor política de energía limpia de Biden: una ley climática de gran alcance de la que se beneficia incluso el propio partido de Trump.
La Ley de Reducción de la Inflación (IRA), que contenía la mayor inversión climática de la historia de Estados Unidos, ha impulsado una avalancha de proyectos de energía limpia y empleos en los distritos republicanos del Congreso. CNN informó recientemente que la gran mayoría de los US$ 346.000 millones de inversiones anunciadas -casi el 78%- han ido a parar a distritos republicanos del Congreso.
Según Nate Hultman, director del Centro para la Sostenibilidad Global de la Universidad de Maryland y antiguo asesor del Departamento de Estado, “la IRA es mucho más compleja”. “Está mucho más arraigada que las acciones reguladoras”.
Y aunque el sector petrolero quiere que desaparezcan algunas disposiciones de la IRA como un programa que acabaría multando a los productores de petróleo por grandes fugas de metano, apoya algunos de los créditos fiscales de la ley para el hidrógeno, el combustible de aviación sostenible y la captura de carbono.
Lo que más preocupa a los expertos es el daño que Trump podría infligir de nuevo al liderazgo estadounidense en la escena mundial.
El documento Proyecto 2025 de la Fundación Heritage recomienda a Trump que abandone por completo el tratado de Naciones Unidas para hacer frente al cambio climático, una decisión que haría tambalear las negociaciones internacionales sobre el clima y dificultaría la reincorporación de una futura administración demócrata.
Un asesor de alto nivel de Trump dijo a CNN que no ha habido discusiones serias dentro de la campaña sobre si Trump iría tan lejos como para sacar a EE.UU. del tratado. La campaña también ha tratado de distanciarse de grupos externos como el Proyecto 2025, afirmando que ninguna política es oficial a menos que provenga de Trump o de su equipo de campaña.
Kerry, que durante años lideró la delegación climática estadounidense en la escena mundial, calificó la posibilidad de “desastrosa” y “muy destructiva para el proceso global”, añadiendo que podría impulsar a otros países a abandonar sus objetivos climáticos en un momento crítico.
Si Trump hace realidad esa idea, “estaremos en verdaderos problemas, mucho más profundos que los desafíos a los que ya nos enfrentamos”, dijo Kerry.
– Alayna Treene, Bill Weir y Julian Quinones de CNN contribuyeron a este informe.