(CNN) – En mi familia, oficialmente me conocen como “Baby Spice”. No, mis hijos adultos no me comparan con una de las Spice Girls, el grupo de música pop que cautivó a los jóvenes en los años 90. Me gané ese apodo porque soy una cobarde total cuando se trata de comer algo remotamente picante.
“¿Estás segura de que esa salsa no es picante?”, pregunto sin falta antes de ordenar en un restaurante. “Oh, no, para nada”, me aseguran cada vez.
Cuando llega la comida, todos en mi mesa ponen los ojos en blanco mientras jadeo y me ahogo buscando el agua que no ayuda.
“Toma, come un trozo de pan”, dice uno de mis hijos con resignación. “Y sí, cambiaré la comida contigo”.
Estoy segura de que no soy la única que siente aversión por ello. Sin embargo, muchas personas adoran los alimentos picantes y excesivamente condimentados. Cuanto más picantes, mejor. Algunos incluso buscan alimentos muy picantes, entusiasmados por desafiar su digestión con los pimientos más picantes del planeta.
“Nunca ha habido una especia que no pueda soportar. Tráiganla”, solía decir mi marido. Se sentaba y comía esos alimentos con placer, con solo unas gotas de sudor en su frente.
¿Cómo pueden existir tales extremos en el comportamiento humano? Según un nuevo estudio, estas reacciones pueden deberse a cómo las expectativas dan forma a las experiencias sensoriales. En otras palabras, puedo encontrar la comida picante abrumadora simplemente porque espero que lo sea.
“Las expectativas son poderosas”, dijo la Dra. Susan Albers, psicóloga clínica de la Clínica Cleveland en Ohio, que no participó en el estudio.
“Pueden transformar una sensación de ardor en una experiencia placentera o desagradable, dependiendo de cómo anticipemos el sabor”.
Más picante en la mente que en la realidad
En el estudio, publicado el martes en la revista PLOS Biology, investigadores chinos escanearon los cerebros de 24 personas a las que les gustaban las comidas picantes y 22 a las que no.
Durante la toma de imágenes cerebrales, cada persona recibió 30 chorros de salsa picante suave y de alta intensidad, seguidos de agua, mientras se les mostraban dos pimientos de color azul. Los pimientos no dieron a los participantes ninguna pista sobre el nivel de picante de la salsa picante.
Luego se repitió la prueba con las mismas salsas picantes. Esta vez, sin embargo, a los participantes se les mostraron dos pimientos rojos cuando se les roció en la boca la salsa más picante, un pimiento rojo y uno azul cuando se les administró la salsa más suave y dos pimientos azules cuando se les proporcionó agua.
Las partes del cerebro relacionadas con el placer se activaron en las personas que dijeron que les encantaban los alimentos calientes y picantes; en muchos casos, cuanto más picante era el picante, más intenso era el placer.
No fue así en los cerebros de quienes no les gustaba el picante: sus centros de dolor se activaron cuando se les administró salsa picante en ambos ensayos. Sin embargo, la experiencia de dolor aumentó drásticamente en el segundo ensayo, cuando el participante sabía que le darían la salsa más picante.
“Me sorprendió la fuerza con la que las expectativas negativas amplificaron la respuesta del cerebro al dolor, aunque el estímulo fuera el mismo”, dijo el autor principal Yi Luo, investigador de la escuela de psicología y ciencia cognitiva de la Universidad Normal del Este de China en Shanghái.
“Esto pone de relieve cómo nuestra anticipación de la incomodidad puede intensificar significativamente la experiencia del dolor”, dijo Luo en una declaración.
Existen otras razones, como la genética, por las que preferimos un tipo de alimento en lugar de otro. Tomemos como ejemplo el cilantro: las personas con un gen determinado dicen que el cilantro sabe a jabón, mientras que a otras les gusta el sabor.
“En parte puede ser por expectativas, pero en parte también puede ser por cómo estamos programados biológicamente para experimentar la comida”, dijo Albers. “Todos probamos exactamente los mismos alimentos de maneras completamente diferentes. Nuestras preferencias gustativas son como una huella dactilar, totalmente únicas”.
¿Quieres comer alimentos más picantes?
Mi familia estaría encantada si yo pasara de ser una cobarde con las especias a una amante de las especias porque entonces todos podríamos disfrutar de alimentos con un poco más de picante (y yo dejaría de robarles sus comidas menos picantes).
Si tu también quieres cambiar de opinión sobre las especias, estas son las sugerencias de Albers:
Reformula las asociaciones negativas: si no te gusta la comida picante, acércate a ella con curiosidad en lugar de aversión. Este cambio de mentalidad puede alterar tu percepción y experiencia, dice Albers.
Experimenta con diferentes especias: concéntrate en la experiencia sensorial completa. Observa los sabores, las texturas y las sensaciones de picante de las distintas especias sin juzgar.
Usa las señales visuales con cuidado: presta atención a cómo las señales visuales de un alimento, como las descripciones del menú o la presentación de la comida, afectan tus expectativas. Usa esta conciencia para controlar tu anticipación de la experiencia picante.
“Tomemos como ejemplo el pimentón. Como es rojo, algunas personas creen que será picante y no lo es”, dijo Albers. “Un curry es un tipo de especia diferente a un chile. Recuerda que las expectativas pueden influir significativamente en su experiencia”.
Escucha a tu cuerpo: cuando comas alimentos picantes, presta atención a las respuestas de tu cuerpo. Observa dónde sientes el picante y cómo cambia con el tiempo, para que puedas entender tu tolerancia personal y tu umbral de disfrute.
“Si quieres aumentar tu tolerancia a las especias, hazlo de forma lenta y consciente. Comienza con especias más suaves y ve aumentando gradualmente”, dijo Albers. “No existe un nivel ‘correcto’ de picante, se trata de lo que te hace sentir bien”.
Combina los alimentos picantes de forma pensada: considera equilibrar los sabores picantes con elementos refrescantes, como un trozo de queso o pan. Al principio da pequeños bocados, dijo Albers.
“Esto puede mejorar el disfrute general y hacer que la experiencia sea más llevadera”, afirmó.
Atención amantes de las especias
¿Qué pasa con el equipo de las especias? Es posible que algunas cosas sean demasiado picantes.
En la escala Scoville, que mide el picante de un pimiento, un pimiento Carolina Reaper tiene alrededor de 1,7 millones de unidades de picante Scoville, mientras que un Naga Viper tiene alrededor de 1,4 millones de unidades. Un pimiento jalapeño tiene un promedio de 3.500 a 8.000 unidades en la escala Scoville.
“Los alimentos picantes pueden aumentar el metabolismo, la frecuencia cardíaca, provocar vómitos y malestar gástrico, por lo que definitivamente hay una respuesta fisiológica en marcha”, afirmó Albers.
“Si notas que tu frecuencia cardíaca se acelera muy rápido o que empiezas a sudar profusamente, eso puede significar que la comida picante puede no ser la comida para ti”.