(CNN) — Parecía un escenario improbable para que Kanye West presentara su nueva música.
Pero, el mes pasado, el rapero estadounidense –ahora conocido como Ye– celebró no solo una, sino dos “fiestas de escucha” con todas las entradas agotadas en China, un país que impone una de las censuras más duras del mundo.
Ye actuó en la isla meridional china de Hainan, en los que fueron sus primeros conciertos en el país en 16 años, y asombró a sus seguidores al anunciar su nuevo álbum, “Bully”. También dejó a algunos preguntándose por qué el Partido Comunista, que gobierna el país, permitiría actuar a un artista tan controvertido.
Hace solo seis años, las autoridades chinas tomaron medidas drásticas contra el hip-hop, incluyendo canciones en listas negras y retirando a raperos de los espectáculos. Su organismo regulador de medios de comunicación prohibió a la televisión china presentar “actores con tatuajes (o que representen) la cultura del hip-hop, la subcultura y la cultura inmoral”. Un rapero chino, PG One, llegó a disculparse por unas letras que fueron criticadas por ensalzar las drogas y el sexo.
Además de sus frecuentes referencias líricas al sexo y las drogas, junto con sus mordaces comentarios sociales y políticos, Ye ha hecho varias declaraciones polémicas en su vida personal. Llevó una camiseta de “White Lives Matter” en público, y un arrebato antisemita que le hizo perder un lucrativo contrato de calzado deportivo con la marca alemana Adidas.
Sin embargo, se las arregló para presentar su “Vulture Listening Experience” en el Estadio Deportivo del Río Wuyuan, en Haikou, capital de la provincia de Hainan, un recinto con más de 41.000 localidades, los días 15 y 28 de septiembre.
El artista forma parte del creciente número de artistas occidentales que regresan a la segunda economía mundial desde el levantamiento de las restricciones impuestas por el covid-19.
El Partido Comunista de China, que considera la cultura popular un campo de batalla ideológico clave, ha mantenido durante mucho tiempo el sector del entretenimiento bajo estricta censura. Pero también ha fomentado su crecimiento, especialmente el de industrias nacionales como el cine y la música, utilizándolas a menudo para inculcar patriotismo.
Con el líder chino Xi Jinping, el partido se ha enfocado cada vez más en el control ideológico y cultural. El deslumbramiento del estrellato y el frenesí del fandom se consideran cada vez más una influencia peligrosa y perniciosa, especialmente para los jóvenes del país.
En 2021, el partido tomó medidas enérgicas contra la industria china del entretenimiento y lo que denominó la cultura «tóxica» de los famosos, acusándola de «defender valores erróneos» entre la juventud china.
Los expertos afirman que los espectáculos de Ye podrían marcar un punto de inflexión. Permitirle actuar en China “envía la señal de que los artistas occidentales son bienvenidos si cumplen las restricciones locales”, afirmó Chen Dan, profesor asociado del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Richmond.
Otras megaestrellas estadounidenses también han puesto recientemente sus ojos en China.
Mariah Carey actuó dos veces en Beijing en septiembre y compartió fotos en X de su visita a la Gran Muralla China con sus hijos. John Legend también actuó en Beijing y Shanghái en octubre.
El cantante estadounidense Charlie Puth también actuará en China a principios de diciembre.
Impulsar la economía china
Según Chen, dejar entrar a estas estrellas occidentales podría ser una forma de que Beijing impulse el gasto de los consumidores, en su intento de reactivar una economía tambaleante plagada de un elevado desempleo juvenil, una prolongada crisis inmobiliaria y una tibia confianza de los consumidores.
En las últimas semanas, el país ha dado a conocer una serie de medidas de estímulo, como la autorización a los bancos comerciales para prestar más dinero y el abaratamiento de los préstamos. El Gobierno también anunció la concesión de ayudas en efectivo a los ciudadanos más desfavorecidos y ha prometido subsidios a los recién licenciados que luchan por encontrar trabajo.
“La principal motivación para aprobar la actuación de Kanye West puede ser comercial, es decir, reactivar la industria cultural y turística”, dijo Chen. “China necesita una reactivación comercial y más intercambio cultural”.
Los medios de comunicación estatales chinos se han jactado de los beneficios económicos que los conciertos de Ye han aportado a la isla tropical, alabando al rapero por “no solo encender a sus fans, sino también causar un repunte en la economía local del turismo vacacional”.
Casi todos los fans que asistieron a su primer concierto procedían de fuera de la provincia, y las mayores ventas de entradas se registraron en grandes ciudades como Shanghái y Beijing, según el diario estatal China Daily.
La primera actuación de Ye coincidió con el primer día de la festividad del Festival del Medio Otoño, y la tasa promedio de ocupación hotelera en Haikou se disparó aproximadamente a la mitad, hasta el 83%, con respecto a la misma festividad del año anterior. Se calcula que los viajeros generaron 373 millones de yuanes (US$ 52,6 millones) en ingresos turísticos para la ciudad portuaria, según la agencia estatal de noticias Xinhua.
El creciente mercado de la música en China también representa una gran oportunidad para los artistas y sellos discográficos que buscan ampliar su audiencia y generar ingresos, y para las empresas nacionales que buscan sacar provecho del crecimiento.
El mercado musical chino, uno de los de más rápido crecimiento del mundo, se convirtió en el quinto más grande del mundo en 2022, según la IFPI, un organismo comercial para la industria de la música grabada. Los ingresos de la música grabada en China aumentaron un 28,4% en 2022 con respecto al año anterior, frente al aumento del mercado mundial del 9%, señaló la IFPI.
Pero la adopción de conciertos de artistas extranjeros también plantea un enigma para Beijing.
“Los gobiernos locales siempre quieren más conciertos y actividades para impulsar la economía local, mientras que las autoridades superiores supuestamente exigen cada vez más controles de las letras y los contenidos”, dijo Hung Ho-fung, profesor de Sociología de la Universidad Johns Hopkins.
Estrellas en la lista negra
Sin embargo, aunque existe un fuerte incentivo económico para abrirse paso en el mercado chino, la férrea censura del país y la estricta supervisión de las actuaciones, incluida la imprevisibilidad de la cancelación de espectáculos en el último minuto, han planteado dificultades a los artistas en el pasado.
En 2015, dos grupos de rock estadounidenses poco controvertidos –Bon Jovi y Maroon 5– cancelaron abruptamente sus actuaciones previstas en Beijing y Shanghái.
Los representantes de Bon Jovi no respondieron a las preguntas de los medios de comunicación en ese momento, pero los usuarios de redes sociales especularon con la posibilidad de que la decisión se debiera al video de 2009 de la banda para “We Weren’t Born to Follow”, en el que aparecían imágenes de las protestas prodemocráticas de 1989 en la plaza de Tiananmen de Beijing, un tema tabú para el Gobierno chino. Otros señalan un concierto de Bon Jovi en Tokio en 2010, en el que aparecían imágenes del Dalai Lama, enemigo acérrimo de Beijing, en el fondo del escenario.
En el caso de Maroon 5, no se dio ninguna razón oficial, pero muchos especularon con que se habían retirado los permisos porque un miembro del grupo felicitó al Dalai Lama por su cumpleaños en las redes sociales.
Del mismo modo, los promotores de Oasis declararon que se habían visto obligados a cancelar sus actuaciones en China continental en 2009 después de que las autoridades descubrieran que un miembro de la banda de rock británica tocó en un concierto por la libertad del Tíbet dos años antes. El resto de la gira asiática de la banda, incluido un concierto en Hong Kong, siguió adelante como estaba previsto.
A otros músicos estadounidenses, como Justin Bieber, Jay-Z y Lady Gaga, se les ha prohibido incluso entrar en China.
Bieber “incurrió en una serie de malos comportamientos, tanto en su vida social como durante una actuación anterior en China”, anunció el Ministerio de Cultura chino en 2015, sin entrar en detalles.
Los primeros conciertos del rapero estadounidense Jay-Z en el país se cancelaron en 2006 porque el Ministerio de Cultura “decidió proteger a los fans del hip-hop de la ciudad de letras desagradables sobre proxenetas, armas y drogas”, según el periódico estatal China Daily.
Algunos analistas y aficionados chinos han especulado sobre si Ye podría haber obtenido un permiso para actuar en Hainan debido a su breve estancia en China cuando era niño. El rapero vivió en la ciudad oriental china de Nanjing durante un año mientras su madre impartía clases en la Universidad de Nanjing, según China Daily.
“La experiencia de Kanye West en su infancia en Nanjing puede haberle convertido en un artista al que dar la bienvenida en China”, afirmó Chen, de la Universidad de Richmond.
Ho, de la Johns Hopkins, dijo que es muy pronto para saber si los progresos de Ye y otros en China inspirarán a más artistas a tocar allí.
Los retos logísticos, como conseguir las visas, obtener los permisos y la aprobación oficial, desempeñan un papel importante en el proceso de toma de decisiones de las bandas y sus directivos, que también están preocupados por el contragolpe de tener que autocensurarse y montar un espectáculo privado de espontaneidad.
“Este escrutinio cada vez más estricto, sumado a la atonía de la economía, hace que muchos artistas extranjeros simplemente decidan no molestarse y pasar de China”, afirmó.
Pero añadió: “Si el reciente estímulo funciona y conduce a un repunte genuino y sostenido del consumo, el cálculo de los artistas occidentales puede cambiar y (pueden) estar más dispuestos a tomarse la molestia y el riesgo”.