El nuevo libro del escritor Martín Kohan nos viene a hablar de mucho más de la importancia de la cercanía de la comunicación humana.

(CNN Radio Argentina)- Aduana de Palabras recibió al escritor argentino, quien habló de su último libro, una especie de miscelánea pop en la que se entremezclan de manera inteligente, personal y reflexiva cuestiones de la literatura, el cine, la música, etc. Kohan habló, entre otras cuestiones, de cómo fue construyendo un recorrido para luego dejarlo escrito en este trabajo; asimismo nos acercó a una interesante mirada, cargada con un tinte de nostalgia, sobre esas cuestiones que hoy se encuentran en trance, es decir, en vías a desaparecer.

“Me encuentro cada vez con menos interlocutores para hablar por teléfono”, dijo Kohan en el comienzo de la charla con los conductores Mariana Mactas y Bobby Flores, para agregar: “Al poner la mirada ahí me dí cuenta que se me abrían muchos mundos; mundos de música, de cine, de literatura, etc… La base es la disposición a la melancolía por algo de lo que nos vamos despidiendo, lentamente”.

¿Hola?

El ¿Hola? del título expresa el asombro de eso mucho más relacionado con preguntarnos: Puede ser que esto está pasando?”, advirtió el escritor. Asimismo, al referirse mucho más específicamente a la singularidad e intimidad que dicha comunicación propicia, agregó: “El teléfono posibilita una comunicación específica, tanto es así que muy probablemente, esa conversación, en el marco de la cercanía corporal con el otro, no ocurre”.

Temas para ser hablados sólo por teléfono

“No es común que ambas que participan de una conversación telefónica se estén diciendo cosas al oído de manera presencial; Pero en esta comunicación, aparato mediante, hay temas y cosas que sí son mucho más posibles”, advirtió el autor, para agregar: “La conversación telefónica hace posible una cercanía, cierta intimidad que prescinde de lo físico, que no se parece ninguna otra manera de intercambio, a no ser que hablemos de la experiencia de la terapia o de la confesión religiosa”, advirtió Kohan.

El futuro llegó y se arrebató algunas cuestiones de valor

En relación a los tiempos que corren, el avance tecnológico y los cambios que hicieron que se fueran sucediendo determinados corrimientos capaces de dejar atrás (y casi para el olvido) a ciertas maneras de comunicarnos, Kohan dijo: “Hoy asistimos a ciertos fenómenos que ocurren que nos indican que , tal como dice Benjamin Walter en uno de sus libros, “lo que está en trance, desaparece”; ese hablar con un otro, esa intimidad de la charla telefónica con el otro los chicos de hoy se lo pierden, porque no se llaman, ellos solo se escriben mensajes”.

Soy quien escribe para “alguien” que no está

En esta misma línea, Kohan hizo una analogía con lo que sucede a nivel comunicacional en el arte de la escritura, y entonces puntualizó: “La escritura es la forma de comunicación en la que se presupone la presencia del otro, pero esto tiene que ver con que el otro no está y uno puede, para el caso, suponer la presencia del otro para escribir. Hoy, con los nuevos modos de comunicación, hemos vuelto a la época del telégrafo, en donde alguien escribía y debía esperar a ser leído”.

Por otra parte, el autor aclaró: “Lo que pasa cuando uno habla por teléfono es que allí se tiene la combinación de la voz (lo que me da la proximidad del otro y al otro de mi presencia) y la intimidad de esa conversación cerrada y de a dos, que es muy distinto al intercambio de mensajes escritos para que el otro lea, cuando pueda, y me conteste”.

Entre el avance tecnológico y la frustración de la comunicación

Kohan también expresó: “En el desarrollo del libro hablo de la comunicación y la frustración. Antes, con el tono ocupado sabíamos que en esa comunicación habíamos rebotado. Había hasta un tono insistente que lo anunciaba ( aquel recordado pi,pi,pi…). Luego llegó el contestador y ahí la cosa cambió; ahí entró a jugar su papel la frustración, porque dejar un mensaje de voz era el hecho en sí que demostraba el no haber podido comunicarse”.

Con todo, el escritor subrayó: “Ahora, esa comunicación, la dejar mensajes para que el otro los escuche cuando pueda, o quiera, es la manera que tenemos de comunicación y no es ni más ni menos que la no comunicación; se trata de un intercambio de monólogos”. En este sentido, advirtió: “Hoy en la comunicación no hay copresencia, no hay simultaneidad; Se trata de una época en donde hay una sucesión de monólogos, nadie está hablando con el otro”.

La capacidad de construir mundos

En referencia a su actividad como escritor, Kohan dijo al aire de CNN Radio: “Disfruté este como cada libro que escribí… Para sufrir ya está la vida”. Además añadió: “Siento que disfruto poder trabajar al mismo tiempo que me muevo entre cosas, personas y formas distintas; este libro fue así. Creo que contiene cierto tono melancólico de lo que está desapareciendo, lo que se está yendo”.

Todo tiempo pasado fue…

Con todo, Kohan continuó: “Una vez que ponés la mirada ahí, donde las cosas cambian, te das cuenta que hay una relación fuerte entre tecnología y experiencias que deja un sabor un tanto amargo. La experiencia de “la comunicación” constituye una forma de relacionarse que está cayendo en desuso”.

El poder de la voz, el poder de la sorpresa

Respecto de otros cambios que vienen aparejados con los nuevos usos tecnológicos, el escritor, especificó: “Los cambios que se generan a partir del celular son para pensarlos: Antes no sabías quién te llamada, preguntabas quién era al levantar el tubo. Además, si vos eras quien marcabas, tampoco sabías quién te iba a atender! Ahora eso no ocurre. Ya no sucede que llames para hablar con alguien y que, de repente, te atienda otra persona de la familia y te quedes conversando”.

La comunicación de fin de siglo

Es claro que un escritor, para hacer lo que hace (y del modo que lo expresa) sabe nutrirse de los muchos mundos de otros que como él, despuntan el vicio contando historias; otros capaces también de inventar relatos que embellecen la vida de cualquiera del resto de los mortales. Es claro también que, cuando se trata de un escritor hablando para una nota de radio, difícilmente este no caiga en la tentación de citar alguna otra genialidad que se le ocurrió a otro autor. Es en este sentido que Kohan, para ilustrar lo que, un poco venía desarrollando en la nota acerca del fin de algunas cuestiones que tal vez los seres humanos no sabemos valorar mientras transcurren, dijo: “Walter Benjamin en uno de sus libros dice: Cuando mis padres dormían la siesta, si sonaba el teléfono, ellos no despertaban de una siesta, sino que despertaban de una época”.

El mal gusto de lo inesperado

En el mismo tono reflexivo a propósito de las cuestiones que contradicen tal vez aquella frase que reza: Cualquier tiempo pasado fue mejor, kohan, agregó: “Hoy parece de mal gusto llamar a alguien sin avisar previamente. Pareciera que llamar sin avisar está mal; Llamar a alquien se ha convertido en hacer algo del orden de lo inesperado”.

Derivaciones a partir del teléfono

“El tema del erotismo en un mensaje constituído pura y exclusivamente por la voz sin el cuerpo; el jadeo, los silencios, los tonos etc… Todo eso ocurría en otras épocas”, aclaró el autor, para destacar algo de lo que la tecnología y el llamado “avance” en materia de comunicación, parece haberse llevado de nuestra vida cotidiana.

En esta misma línea, Kohan recordó: “Antes hablábamos en lugares reservados, tal vez en algún sitio de nuestras casas, lo cual revestía cierta intimidad en el acto; en caso contrario, nos veíamos obligados a hacerlo desde el teléfono público, lo cual era un fracaso de la comunicación”. Al tiempo que agregó: “Hoy asistimos a una comunicación rara, porque hablamos de un teléfono personal, pero lo hacemos como si estuviéramos en un teléfono público”.

Del autor:

Martín Kohan comenzó a publicar en 1993 libros de ensayo, cuentos y novelas, pero su reconocimiento literario no llegó sino hasta el año 2007, año en el que fue ganador del Premio Herralde de Novela por su novela Ciencias morales, la cual fue llevada al cine tres años más tarde en el filme La mirada invisible.

Es Licenciado y Doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires en la Facultad de Filosofía y Letras. Actualmente trabaja como profesor de Teoría Literaria en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de la Patagonia. Es escritor, construye mundos posibles y de los otros.

Entre 2004 y 2013, publicó los siguientes ensayos: Zona urbana. Ensayo de lectura sobre Walter Benjamin (2004), Narrar a San Martín (2005) y Fuga de materiales (2014); y las siguientes novelas: Segundos afuera (2005), Museo de la Revolución (2006), Ciencias morales (2007, ganadora del Premio Herralde), Cuentas pendientes (2010) y Bahía Blanca (2012). Algunos de sus libros han sido editados en Alemania, Francia, Inglaterra, España, Italia y Brasil. Además ha sido coordinador, junto con Alejandra Laera, del volumen Las brújulas del extraviado, una reunión de ensayos sobre la obra integral de Esteban Echeverría. Ha publicado diversos artículos académicos y periodísticos en medios argentinos y extranjeros. Algunos de sus cuentos han aparecido en antologías publicadas en Argentina, Brasil, España, Colombia.