Por Andrés D’Alessandro 

(CNNMéxico) — El 30 aniversario de la guerra de las Islas Malvinas ha estado precedido por el incremento de la tensión diplomática entre británicos y argentinos, con cruces entre funcionarios de ambos países. Retomamos los principales capítulos diplomáticos de una guerra con las heridas abiertas.

Las últimas “provocaciones”

  • El canciller británico, William Hague, advirtió que Gran Bretaña defenderá “con firmeza” las Malvinas, reafirmando las declaraciones del primer ministro, David Cameron, de que “defenderá apropiadamente” el derecho de los habitantes isleños a su autodeterminación”.
  • Desde Argentina, surgieron las quejas tras el anuncio del envío del buque HMS Dauntless, un destructor equipado con misiles antiaéreos. La cancillería argentina acusó al gobierno británico de “militarizar el conflicto”.
  • Días después, llegó el príncipe Guillermo a las islas para realizar un entrenamiento militar, lo que los argentinos tomaron como una provocación. En un discurso en el Congreso de la Nación, la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, anunció que se implementarían vuelos de Aerolíneas Argentinas desde Buenos Aires a las islas. La presidenta advirtió que el gobierno argentino iniciaría juicios contra cualquier empresa que se involucre en la exploración y explotación de hidrocarburos en la zona en disputa.
  • En el marco de la Cumbre de Seguridad Nuclear, que se celebró a finales de marzo en Corea del Sur, el canciller argentino, Héctor Timerman, denunció “recientes episodios de militarización” en el Atlántico Sur a partir de la noticia del envío de un submarino nuclear británico y exigió a Londres que “confirme la ausencia de armas nucleares”.

La repercusión en Argentina

  • El conflicto armado duró 74 días de lucha desigual ante una potencia que había logrado alinear a los países de la Unión Europea y a Estados Unidos, que en la actualidad se manifiesta neutral ante los cruces diplomáticos, según declaraciones del presidente Barack Obama. En aquel entonces, la especulación sobre una posible posición imparcial de Estados Unidos incentivó a la Junta Militar argentina a tomar la decisión de ocupar las islas.
  • Más de 600 soldados argentinos y cerca de 300 británicos perdieron la vida en la guerra. Cientos de agentes regresaron heridos, condenados al silencio, la vergüenza de la derrota y el recuerdo de una experiencia que llevó al suicidio aproximadamente a 400 de ellos.
  • La guerra quebró la historia argentina arrastrando seis años de dictadura. Junto con la rendición, el 14 de junio de 1982, la Junta Militar exigió la renuncia del general Leopoldo Fortunato Galtieri a la presidencia. Había quedado en evidencia la profunda crisis económica que atravesaba el país y comenzaban a sumarse las denuncias de casos de muertos y desaparecidos.
  • El régimen militar, que había utilizado la Guerra para distraer la atención sobre lo que estaba sucediendo a nivel interno e intentar perpetuarse en el poder, había comenzado a desmoronarse. La democracia retornó con el triunfo de Raúl Alfonsín en las elecciones de 1983.

La vía pacífica

  • En la primera etapa de posguerra, el gobierno argentino retomó el reclamo pacífico de soberanía de las islas que habían sido ocupadas por los británicos en 1833.
  • En 1985, el gobierno británico optó por la estrategia de autodeterminación. Defendió que el futuro de las Malvinas debe ser resuelto por los isleños, que desde entonces contaron con una Constitución propia. Argentina rebatió ese argumento en el seno de las Naciones Unidas, que desde 1965 ha presentado peticiones para que los británicos se sienten a negociar la soberanía de las islas.
  • Al asumir el gobierno argentino en los noventa, Carlos Menem reanudó las relaciones comerciales con Londres y en febrero de 1990 se restauraron las relaciones diplomáticas. Con la firma de los Acuerdos de Madrid, se restablecieron las comunicaciones aéreas y marítimas, y se eliminaron las zonas de protección alrededor de las islas. A partir de entonces, el gobierno argentino implementó una política de seducción hacia los habitantes de las islas, enviándoles ositos de peluche y tarjetas navideñas.
  • Cuando se aprobó la reforma de la Constitución argentina en 1994, el país ratificó el reclamo de la soberanía sobre las Islas Malvinas y del Atlántico Sur como un “objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”. En 1995, se firmó un acuerdo petrolero en Nueva York que establecía monitoreo y regalías conjuntos en las aguas al este de las islas.
  • En junio de 1996, los países miembros del Mercosur, junto con Bolivia y Chile, expresaron en la Declaración de Potrero de los Funes, su apoyo a los derechos argentinos de soberanía sobre las islas. Menem planteó poco después la posibilidad de una soberanía compartida y en 1998 viajó a Gran Bretaña, aunque las Malvinas no formaba parte de la agenda oficial.
  • Casi al final de su gobierno, en 1999, el mandatario firmó un acuerdo bilateral para restablecer un vuelo regular hacia las Malvinas con una frecuencia semanal entre Punta Arenas (Chile) y Puerto Argentino. A finales de ese año las relaciones volvieron a tensarse, ya que el nuevo presidente, Fernando de la Rúa, reanudó las negociaciones por la soberanía de las Islas en el ámbito de las Naciones Unidas y la Organización de los Estados Americanos (OEA).
  • Al asumir en 2003, Néstor Kirchner, anunció: “Venimos desde el sur de la patria, de la tierra de la cultura malvinera y de los hielos continentales, y sostendremos inclaudicablemente nuestro reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas”. Dos meses después, durante su primera gira internacional, viajó a Londres y planteó al primer ministro Tony Blair la necesidad de reanudar la discusión sobre la soberanía.

Entre vuelos y petróleo

  • Las relaciones se recrudecieron cuando el gobierno argentino anunció la suspensión de los permisos de los vuelos charter operados por la empresa chilena LAN, que salían desde Punta Arenas hasta Puerto Argentino. En marzo de 2004, surgió un entredicho entre los dos países cuando los británicos denunciaron que el rompehielos argentino Almirante Irízar había traspasado una zona económica exclusiva para controlar buques pesqueros.
  • El conflicto se trasladó a las Naciones Unidas en 2005, con una fuerte discusión entre un grupo de kelpers, habitantes de las Malvinas, y el entonces canciller argentino, Rafael Bielsa.
  • El gobierno argentino derogó en 2007 el acuerdo firmado en 1995 por Menem. Acusaban a los británicos de entregar unilateralmente licencias de exploración de hidrocarburos en la zona de conflicto. Un mes más tarde, en la víspera del 25 aniversario de la guerra, el presidente Kirchner sostuvo en un discurso que los británicos “podrán haber ganado una batalla”, pero “nunca podrán ganar la razón”.
  • La discusión sobre la exploración de los recursos petrolíferos en las islas continuó en 2010, cuando la actual presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, exigió la intervención de la ONU para impedir que empresas británicas realicen tareas de exploración. Logró el apoyo de 32 países. En septiembre de 2011, amenazó con cancelar los vuelos semanales vigentes a las Malvinas si Gran Bretaña no aceptaba reiniciar el diálogo por la soberanía y no se dispone a cumplir con las resoluciones del organismo internacional.
  • A principios de año, la ministra argentina de Industria, Débora Giorgi, contactó con un grupo de empresarios de firmas nacionales e internacionales que importan insumos de Gran Bretaña y les sugirió cambiar el origen de las adquisiciones a fin de “establecer políticas que privilegien las relaciones comerciales con las naciones que respetan la integridad territorial, sus reclamos soberanos y los recursos que pertenecen a Argentina”.
  • Los países miembros del Mercosur resolvieron no permitir arribar a sus puertos a barcos que enarbolen la bandera de las Islas Malvinas. Uruguay dejó claro que sus empresarios tienen libertad para hacer negocios en las islas.

Sin punto de encuentro

A 30 años del comienzo de la guerra y luego de políticas dispares por parte de los diversos gobiernos democráticos argentinos, Argentina y Gran Bretaña tienen posiciones cada vez más difíciles de acercar.

“Las islas son británicas, tenemos todos los derechos sobre éstas, los pobladores quieren ser británicos. Argentina desafía ese derecho, por lo tanto las negociaciones no tienen sentido”, dijo Nigel Haywood, el gobernador británico en Malvinas.

Argentina, más allá de ensayar sanciones económicas y lanzar declaraciones de diverso tono, buscará continuar reclamando la soberanía a través de los foros y organismos internacionales. Gran Bretaña se aferra a la estrategia de defensa de la autodeterminación de los isleños.