Por Laura Smith-Spark y Tim Hume, CNN
(CNN) – Rusia y Ucrania en enfrentaron una vez más este sábado, muy lejos de la volátil región fronteriza, en el escenario del Concurso de Canciones Eurovisión.
En medio de las tensiones por la crisis en Ucrania y la anexión de Crimea, anoche, no obstante, sólo se habló de un joven austriaco de 25 años quien se robó el show en el evento final de Copenhague, Dinamarca. Cochita Wurst, el personaje artístico drag queen de Thomas Neuwirth, fue el ganador por su interpretación de la balada “Rise Like A Phoenix”.
Wurst también se llama a sí mismo como “la mujer barbuda” en su sitio web. En su vida privada, se llama a sí mismo “Tom” y se refiere a él como un hombre.
En el papel de Conchita Wurst, a quien Neuwirth considera una “figura artística”, se refiere a sí mismo como una mujer.
Neuwirth creó a Wurst —que en alemán significa salchicha pero también ‘¿a quién le importa?’— en su adolescencia para superar la discriminación en su contra.
Se presentó con un vestido ceñido, con cabello largo y barba. Wurst obtuvo 290 puntos y se convirtió en el primer ganador de Austria en Eurovisión desde 1966.
“Para mí, mi sueño se cumplió”, le dijo Wurst a la prensa tras el concurso. “Pero para la sociedad, me mostró que las personas quieren dar un paso, mirar hacia el futuro. Dijimos algo, sentamos una posición”.
La presencia de Wurst en la competencia fue controversial en algunos países. En Armenia, Bielorrusia y Rusia —en donde el año pasado aprobaron una ley contra la “propaganda gay”– hubo peticiones para que el contante fuera retirado de la competencia o para que sus presentaciones no fueran emitidas.
En Rusia, la victoria de Wurst fue abucheada en algunos lugares en donde las audiencias se reunieron a ver el concurso.
El manager de Wurst, Rene Berto, dijo que el triunfo fue una victoria de la tolerancia, uno de los principales temas enfatizados por los organizadores del concurso.
“Cambiemos el mundo y hagámoslo un poco mejor”, dijo Berto. “Conchita siempre dice: ‘Apunta a la Luna y llegarás a las estrellas’, pero ahora apenas llegamos a la Luna. Cambiemos nuestra forma de pensar: Conchita es sólo una mujer con barba”.
¿Un evento político?
A primera vista, el Concurso de Canciones Eurovisión podría parecer como cualquier programa viejo de talentos. Los cantantes se presentan en directo en televisión y el público y los jurados especiales votan, y al final de la noche nace una estrella. Pero no llames a esto X Factor o American Idol. Esto es un reality show en esteroides. Cada año alrededor de 40 naciones desde España hasta Azerbaiyán presentan un acto musical, cada uno cantando una canción original enfrente de una enorme audiencia de televisión.
Como parte del festival europeo de lo kitsch, algunos concursantes pasean por el escenario en vestidos casi inexistentes, y gritan cerca de máquinas de viento con la fuerza de huracanes. Pirotecnia, fuego y pantallas enormes de LED son algo de rigor.
Es una gran atracción. En 2013, más de 180 millones de espectadores en 45 países lo sintonizaron. La final de este año se llevará a cabo el 10 de mayo en Copenhague, Dinamarca.
Aunque los oficiales describen a Eurovisión como un evento no político que tiene como objetivo unir a Europa a través de las canciones, la política inevitablemente pinta la votación y las presentaciones.
William Lee Adams, un experto de Eurovisión y editor en jefe de Wiwibloggs.com, el popular sitio web de Eurovisión, ha estado en Dinamarca para las preparaciones desde finales de abril.
“Eurovisión es un evento musical, pero también se trata de identidad y la marca del país”, dice. “Los artistas y sus canciones se convierten en símbolos de los países que representan”.
Este año no es diferente. Las tensiones sobre Crimea ya pintan la percepción de actos de Rusia y Ucrania.
Durante las semifinales del 6 de mayo, algunos de los miembros de la audiencia dentro del B&W Hallerne de Copenhague abuchearon al acto ruso, una pareja de gemelas de 17 años llamadas las Hermanas Tolmachevy.
“Meses de frustración por la anexión ilegal a Rusia de Crimea y las leyes anti-LGBT de Putin dejaron enojados a los europeos”, dice Adams. “El abucheo fue una liberación, una declaración de solidaridad con Ucrania y las minorías sexuales de Rusia”.
No ayuda que la canción de amor de Rusia presentara letras que algunos ven como señales de una incursión en la frontera: “… viviendo al borde, cerca del crimen, cruza la línea, un paso a la vez… quizá haya un día en el que serás mío”.
En el pasado, Rusia dependía del respaldo de votantes en el exbloque soviético. Estos votos parecen menos certeros este año.
La pérdida de Rusia podría ser la victoria de Ucrania.
Mariya Yaremchuk, el acto ucraniano de este año, cantará una canción de amor llamada Tick-Tock. Su acto presenta a un hombre corriendo dentro de una rueda gigante de hámster.
El acto no es explícitamente político, pero en conferencias de prensa Yaremchuk señaló que su meta es mostrar que el arte es más fuerte que la política, y que la música dura más que los políticos en pugna.
No todo se trata de Rusia y Ucrania. Durante las semifinales, el acto de Polonia presentó a mujeres en vestidos tradicionales batiendo mantequilla y lavando ropa mientras una mujer rapeaba sobre mujeres eslavas: “La crema y la mantequilla saben muy bien/Les prepararemos comida deliciosa/Nuestra belleza es famosa en todo el mundo/Tienen que verlo por ustedes mismos y después lo sabrán”.
“Polonia, una de las historias de éxito económico de Europa del este, celebra su décimo aniversario en la Unión Europea”, dice Adams. “Su canción es una parodia brillante de los estereotipos polacos, y un reproche a todos aquellos que ven a Polonia como atrasada y detrás de la época”.
En el pasado, los oficiales descalificaron canciones con mensajes políticos explícitos.
En 2009, la República de Georgia fue forzada a retirar su entrada We Don’t Wanna Put In. Fue una broma clara al presidente de Rusia, Vladimir Putin, después de la Guerra de Osetia del Sur en 2008.
La licencia creativa permite que otras canciones con mensajes políticos entren. En 2011, la entrada portuguesa, que se traduce a La lucha es la alegría, fue una llamada para que los portugueses lucharan contra las medidas planeadas de austeridad del gobierno. Se volvió un himno de protesta durante la crisis financiera.
Los líderes políticos, particularmente aquellos en el este, ven a los resultados de Eurovisión como una cuestión de posición internacional. El año pasado, cuando Azerbaiyán no pudo darle puntos a su aliado político Rusia, el presidente azerí ordenó un recuento de votos y los ministros de relaciones exteriores de los dos países convocaron a una reunión en Moscú.
En una ola de simpatía, Ucrania surge como uno de los favoritos de los apostadores para ganar este año.
Eso no le caerá bien a las autoridades en Moscú. Ni tampoco que la realidad es que los votantes en Crimea podrían ser contados todavía como ucranianos por sus empresas de telefonía móvil.
“Cuando los puntos sean contados y las extensiones del cabello sean removidas, un gobierno va a estar muy decepcionado”, dice Adams. “Este no es solo un concurso de canciones. Es una batalla en la guerra”.