Por Agnes Poirier
Nota del editor: Agnes Poirier es una periodista francesa y analista política que colabora regularmente con periódicos, revistas y televisión en el Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Italia. Siga a AgnesCPoirier en Twitter. Las opiniones expresadas en este texto son únicamente las de la autora.
París (CNN) – La ex-primera dama francesa, Valérie Trierweiler, ha regresado a la vida pública para vengarse de la supuesta la infidelidad de su marido, el presidente François Hollande. Pocas horas después de que las memorias de su relación con el presidente “Merci pour ce moment” (Gracias por el momento) llegaran a las librerías en Francia, una nueva encuesta mostraba que los índices de aprobación del presidente estaban en caída libre, alcanzando la histórica cifra del 13%.
Algunos extractos fueron filtrados a la prensa el día anterior y Paris Match, la revista donde trabaja Trierweiler, había revelado exclusivamente las “mejores páginas”, o más bien las páginas más duras sobre el Presidente. El jueves por la noche, su editor reveló que en tan sólo unas horas a la venta, el ensayo se estaba vendiendo tres veces más que Cincuenta Sombras de Grey cuando se lanzó al mercado. En Amazon, se vendió una copia cada cinco segundos.
La verdad es que nadie sale indemne. La literatura es quizá la primera víctima en este escándalo sin fin, y en dos niveles. Septiembre es tradicionalmente la temporada literaria en Francia en la que aparecen cientos de nuevas novelas (600 este año) y compiten por un espacio en los medios. Pero sin duda el libro de Valérie Trierweiler, al generar tantos comentarios y cubrir tanto espacio, habrá arruinado la perspectiva de muchas novedades dignas que se habrán quedado sin espacio.
En segundo lugar, “Merci pour ce moment” se lee como una novela barata y es una vergüenza que está escrita por una ex crítica literario de Paris Match. Algunos ejemplos: “Un día, un amor violento ardió a través de mi vida como el fuego.” En su primer beso, en medio de una encrucijada en Limoges: “Fue indescriptible, como la escena de una película.” Y el epitafio de el libro: “Yo no estaba protegida, sólo espero ser amada tanto como yo amé”. Trierweiler no es Flaubert.
En la revelación de la aventura del Presidente, Trierweiler sigue hablando de “traición”, una palabra que también utiliza para hablar de Ségolène Royal, la madre de los cuatro hijos del Presidente Hollande a la que él abandonó para unirse a ella.
De hecho, Trierweiler esperaba “un escenario a la Clinton” con Hollande “disculpándose en público y comprometiéndose a no ver nunca más a Julie Gayet de nuevo”. Excepto que estamos en Francia y un presidente francés no se disculpa públicamente por haber tenido una aventura. Ella estaba dispuesta a perdonarlo, dice. Cuando Hollande decidió por el contrario romper la relación y le sugirió escribir un comunicado conjunto, pero ella se negó; también le pide que no escribiera un libro acerca de todo.
Lo que es muy dudoso sobre el ejercicio de Trierweiler es que ella afirma que su vida en el Palacio del Elíseo era como estar como una enviada especial para reportear, y que es así como asegura que escribió su libro. El único problema es que un periodista no puede ser el actor principal de los acontecimientos que se supone que debe estar describiendo.
Además, esta es una versión de los hechos. Todos sabemos que una ruptura tiene muchos lados; y que la verdad es la más difícil de alcanzar en las historias de amor.
Trierweiler sale muy mal parada: aparece como una mujer despreciada que no puede superarlo, llena de venganza y pagada de sí misma. ¿Alguna vez pensó en Francia cuando escribió su libro? ¿Pensaba en las instituciones del país? ¿No podría haber esperado a que su antiguo amante dejara el Palacio del Elíseo? Para ser una ex primera dama muestra poca simpatía por sus compatriotas y su país.
Lo más siniestro sin embargo, en este asunto, es el presidente Hollande y su imagen, que ahora está dañada sin posibilidad de reparación. En las 320 páginas de ataque amargo, aparece como un mentiroso, frío y cínico. Ella también escribe cómo él se burló de sus modestos orígenes, llamando a la gente como su familia “los desdentados”. No es exactamente lo que cabría esperar de un presidente socialista.