Por Tim Lister, CNN
(CNN) — Los vientos de remolino y los fuertes aguaceros probablemente hicieron más que la presencia masiva de la policía israelí para frenar las protestas en Jerusalén el fin de semana pasado.
Las predicciones de que una tercera intifada estaba a punto de surgir después del breve cierre del Monte del Templo, conocido por los árabes como el Santuario Noble, no llegaron a nada. Pero el clima no pudo llevarse la atmósfera tóxica en la ciudad.
La tensión en Jerusalén es, quizá, la mayor desde el final de la segunda intifada, o levantamiento palestino, hace 10 años; alimentado por una erupción de lo que algunos llaman crímenes de odio y otros actos de terror. Los actos regulares, casi diarios, de arrojamiento de piedras por parte de adolescentes palestinos fueron respondidos con gas lacrimógeno y balas de goma; cientos de menores ya probaron lo que es estar en la cárcel.
El alcalde de la ciudad, al describir la violencia como intolerable, anunció que globos de vigilancia equipados con cámaras HD serán desplegados sobre los vecindarios problemáticos para prevenir disturbios. El gabinete israelí considera una legislación que introduciría penas de prisión hasta de 20 años por arrojar piedras.
Uno de los vecindarios más inquietos en Jerusalén es Silwan, un área densamente poblada a la sombra del Monte del Templo, donde hay poco trabajo, una gran presencia policial y una colonia creciente de colonos judíos, que se mudan a propiedades que les compran a los palestinos.
Problema principal
El mes pasado, un palestino de Silwan atropelló a pasajeros que se bajaban de un tranvía en Jerusalén, un bebé murió y varios quedaron lesionados, incluida una mujer que murió después. La semana pasada, un palestino de 32 años le disparó e hirió gravemente a un rabino de extrema derecha, Yehuda Glick, mientras salía de una conferencia en Jerusalén llamada Los judíos que regresan al Monte del Templo.
Glick, quien ahora está en condición grave pero estable en el hospital, afirmó que los judíos deben tener un lugar de culto en el Monte del Templo, un problema principal para los musulmanes que sospechan de un plan para sacarlos del sitio, donde también está la mezquita al Aqsa.
El punto de vista de Glick es apoyado por algunos funcionarios elegidos, incluido el ministro de Vivienda, Uri Ariel, y el vicepresidente de la Knéset (y miembro del partido Likud del primer ministro Benjamin Netanyahu), Moshe Feiglin.
El atacante de Glick, Mutaz Hijazi, quien pasó más de una década en prisión, en parte por crímenes de violencia, recibió un disparo de muerte de una unidad israelí contraterrorista horas después. Cientos de palestinos asistieron al funeral de Hijazi; su padre dijo que si Hijazi le disparó a Glick fue porque “la ocupación equivale a la resistencia”.
Las autoridades israelíes reaccionaron al intento de asesinato de Glick cerrando la mezquita al Aqsa un día, posteriormente restringiendo el acceso a hombres mayores de 50 años y mujeres, y poniendo a miles de policías más en las calles. La Autoridad Palestina describió el cierre, el primero en 14 años, como una “declaración de guerra”. También hubo duras palabras de Jordania, que permanece como el custodio de sitios sagrados musulmanes en Jerusalén, según su tratado de paz con Israel.
Un ambiente de actos de violencia política puede provocar grandes respuestas y desatar una cadena incontrolable de eventos. El asesinato de tres adolescentes judíos en Cisjordania en mayo, que Israel dijo que eran obra de Hamas, provocó una crisis que a final de cuentas llevó al conflicto de Gaza. En julio, el secuestro y asesinato de un adolescente palestino en Jerusalén provocó grandes disturbios. Tres israelíes esperan juicio por el asesinato.
Feiglin dijo “la debilidad e incompetencia del gobierno para manejar el terrorismo” fueron responsables del intento de asesinato de Glick. A principios de la mañana de este domingo, con un guardia policial, Feiglin regresó al Monte del Templo en contra de una apelación de Netanyahu para los miembros del Knéset para que muestren responsabilidad y moderación.
‘El kilómetro más sensible de la Tierra’
Netanyahu camina por una delgada línea entre apoyar el derecho existente de que los judíos visiten (pero no oren en) el Monte del Templo y prevenir que ese derecho provoque una mayor crisis y violencia.
En un comunicado este domingo dirigido a gente como Feiglin y al líder palestino Mahmoud Abbas, dijo que el complejo del Monte del Templo es “el kilómetro más sensible de la Tierra”, e insistió en que el gobierno no cambiaría el status quo.
“Es fácil comenzar un fuego religioso pero mucho más difícil extinguirlo”, dijo Netanyahu. En esa nota él y Abbas estuvieron de acuerdo, algo raro, ya que el presidente palestino dijo “los ataques y provocaciones de fanáticos llevarán a graves consecuencias”.
Algunos comentadores dicen que Netanyahu es políticamente vulnerable en esta cuestión. El derecho israelí, y especialmente el Partido Local Judío liderado por el ministro de Economía, Naftali Bennett, crece en fuerza, según las encuestas de opinión. Bennett, miembro del gabinete israelí, pidió una campaña de Gaza más fuerte con el objetivo de destruir Hamas y es ampliamente vista como el principal retador de Netanyahu. Dijo aFinancial Times el mes pasado que “la lógica de que el mundo nos amará si cedemos más tierra no funciona” y presionó para obtener más construcción de asentamientos. También dijo a CNN que apoya el derecho de los judíos para orar en el Monte del Templo.
En contraste, el apoyo de los partidos de centro y de izquierda se reduce, mientras que la oposición a un acuerdo negociado de dos estados se extiende. En una encuesta de este mes del Centro Jerusalén para los Asuntos Públicos se encontró que el 75% de los judíos israelíes se opone a la retirada de Israel del Valle de Jordania y la división de Jerusalén, que le daría la mitad del este a los palestinos.
La volatilidad en Jerusalén se convirtió en el punto de inflamación más reciente en las relaciones israelí-palestinas. El proceso de paz es escaso en medio de la ausencia de confianza entre el gobierno israelí y la Autoridad Palestina; gran parte de Gaza está en ruinas después de siete semanas de conflicto que hubo este verano en el que más de 2,000 personas murieron.
La Unión Europea cuestionó el “compromiso a un acuerdo de paz negociado con los palestinos” de Israel tras el impulso renovado de expandir los asentamientos judíos en el este árabe de Jerusalén. El Departamento de Estado de Estados Unidos tuvo críticas similares.
En una atmósfera así, casi no es una sorpresa que los esfuerzos de Estados Unidos para promover el diálogo trastabillaran. Al escribir en Foreign Policy, Stephen M. Walt dice que si inviertes esfuerzo de verdad en el proceso de paz; como el presidente Obama y el secretario de estado, John Kerry, “y no obtienes nada de ayuda de Netanyahu y sus lugartenientes, se espera un grado de irritación”.
“Estados Unidos quiere una solución de dos estados para el conflicto israelí-palestino y una distensión significativa con Irán, pero el gobierno de Netanyahu se opone a amabas”, añadió.
El periódico israelí con inclinación de izquierda, Haaretz, publicó una caricatura que mostraba a Netanyahu sonriendo y piloteando un avión israelí dirigido a un rascacielos estadounidense. Al responder a una reacción furiosa en redes sociales, el caricaturista Amos Biderman dijo: “El mensaje es que Bibi destruye arrogantemente y sin motivo los lazos de Israel con Estados Unidos”.
Desde el otro extremo del espectro político, la periodista Caroline Glick escribió: “Aunque [el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud] Abbas en sí es responsable del ataque de [Yehuda] Glick, tuvo un importante habilitador; la administración de Obama”.
Una encuesta del Jerusalem Post el pasado fin de semana encontró que el 53% de los judíos israelíes ahora consideraban a la administración estadounidense como propalestina, con solo el 16% viéndola como pro-Israel. Al responder a los comentarios despectivos sobre él realizados por funcionarios estadounidenses no identificados la semana pasada, Netanyahu buscó cambiar las críticas a su favor, al decir que “el ataque sobre mí solo se presenta porque defiendo al estado de Israel”.
Pero eso no incluye cambiar el status quo delicado en el Monte del Templo e invitar más violencia al final de un año que ya estuvo lleno de sangre.