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Hollywood (CNN Español) – Luego de barrer —y de forma histórica— en la entrega del Globo de Oro, la película La La Land logró lo que todos, absolutamente todos, pronosticaban: dominar las candidaturas al Oscar, igualando en número de menciones (14) a cintas como Titanic y All About Eve, que hasta el momento eran las líderes en la historia de la Academia.

Se cumplen así las cábalas de tanto admirador y admiradora de La La Land. Quizá para quienes vivimos en Los Ángeles, esta es una historia común y cliché, pero que para quienes sueñan con una plena realización artística la película tiene una carga de gran esperanza y motivación. ¡El poder del cine!

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Entonces, ¿es La La Land la mejor película del año?, ¿o por convertirse en la que hoy todos alaban, muchos correrán a verla para no quedar por fuera de la conversación general?, ¿o acaso tanto ruido a su alrededor está generando un efecto contrario como el de pensar que quizá sea la película más sobrevalorada del año?

Cuando se trata de musicales, el público que gusta de ir al cine se divide entre quienes los adoran y quienes los aborrecen. Uno de los argumentos más utilizados para justificar dicha aversión es: ¿cuándo has visto a una persona que en la vida real comience a cantar y a bailar en medio de una conversación? Si bien algunos tenemos amigos muy histriónicos a los que de vez en cuando les gusta romper no en llanto sino en canto, ¡ese es otro tema!

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Las cintas nominadas a película del año en dos minutos
02:00 - Fuente: CNN

En mi caso, el género dista de ser uno de mis favoritos y por ello no suelo emocionarme demasiado con el estreno de un musical. Estrenos que cada vez se dan con menor frecuencia puesto que los estudios simplemente no creen en su viabilidad económica. Sin embargo, hubo una época, entre los años 30 y 50, cuando el género vivió su momento de gloria.

De hecho, los realizadores de La La Land han admitido haberse dejado inspirar por varios de ellos como Cantando bajo La lluvia, de 1952, y también por Los paraguas de Cherburgo, de 1964.

Pues bien, ahí radica el gran problema La La Land: que no alcanza a ser un digno y espectacular representante del género. Carece de la magia de los muchos musicales que protagonizaron Ginger Rogers y Fred Astaire y tampoco tiene el arrojo de películas modernas como Moulin Rouge y mucho menos los niveles de producción de un Chicago, ganadora del Oscar a Mejor Película en 2003.

La La Land arranca muy por lo alto con un número musical complejo y llamativo en su ejecución, lo que nos hace pensar que los siguientes serán aún más elaborados. Después hay uno donde quizá es la edición —y no tanto la coreografía— lo que se destaca. Pero en general, la energía o compromiso decae. Incluso, hay un momento que pareciera ser un comercial de cerveza o de telefonía celular pues el director solo se limitó a filmar un concierto.

En resumen, lo que comenzó muy bien, se torna menos original o excitante a medida que transcurre el tiempo, al punto de hacerme olvidar que se trataba de un musical y que lo en realidad estaba viendo era una buena comedia romántica de verano. Al final, muy al final, la película vuelve a despuntar pero en ese momento el letargo ya es evidente.

Los protagonistas de La La Land ganaron ambos el Globo de Oro por sus respectivas interpretaciones pero fue porque competían entre colegas de comedia y no del género dramático. Y si bien acaban de recibir ambos una nominación al Oscar, sería una sorpresa decepcionante que lo obtuvieran.

Siendo honestos, lo que el Globo de Oro premió fue el compromiso de Ryan Gosling y Emma Stone con su preparación para el baile y el canto. Gosling se lleva un punto extra por haber aprendido a tocar el piano. Aún así, no es una interpretación destacada y hasta noté que ya está repitiendo trucos en su caracterización.

Para acercarse al nivel de realismo que viven miles y miles de jóvenes que buscan en Los Ángeles la realización de sus sueños artísticos, los realizadores de La La Land no querían que sus personajes protagónicos, Mía y Sebastián, demostraran excelencia en el baile o el canto, si no más bien dieran la impresión de ser principiantes. De nuevo, no se lucen en cuestiones como la coordinación o la entonación y por ello es que no generen el factor ‘wow’ entre el público.

La La Land no es la mejor película del año y si bien la incluí en mi Top 10 de Ojo Crítico de 2016, no ocupó la primera posición porque nunca pensé que fuera extraordinaria. Si lo que buscamos es originalidad o espectacularidad, volvamos a los clásicos. En el cine musical los hay muchos.