(CNN) — Tras las elecciones nacionales en Italia, hay claros ganadores y perdedores, pero no un resultado obvio después de una campaña muy dividida que ha estado dominada por la retórica antiinüigrante y promesas que serán difíciles de cumplir.
Cuando las primeras encuestas a boca de urna fueron conocidas poco antes de la media noche del domingo, una ola de incredulidad se convirtió en entusiasmo desenfrenado en la sede del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) en el sótano del lujoso hotel Parco dei Principi en el centro de Roma. El partido estaba en lo más alto de todos los sondeos y parecía listo para reclamar casi un tercio de los votos, más que cualquier otro partido, y 14 puntos porcentuales por encima de otros partidos.
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Luigi di Maio, el joven líder del partido antisistema fundado por el cómico Beppe Grillo, no habló en público el domingo, pero fue fotografiado con una sonrisa de oreja a oreja y abrazando a todos los que se le acercaban.
Di Maio, de solo 31 años, simboliza el descontento joven en Italia. Hizo campaña a lo largo de una delgada línea entre la esperanza y el miedo, usando palabras como “nosotros” y “ellos” y referiéndose a los potenciales votantes como “mi generación”. En una publicación en su blog anterior a la votación, escribió: “Ellos nos miran porque somos el futuro del país, pero no confían en nosotros por completo”.
M5S puede haber ganado bien el corazón de los jóvenes y votantes descontentos, pero está muy lejos de ganar el poder en Italia si el movimiento se mantiene fiel a sus raíces. Porque el M5S hizo campaña con la promesa de independencia y transparencia, y es poco probable que se una a una coalicion. Di Maio ha coqueteado con la idea de formar coalición antes, pero “los Grillo”, como se les llama a los seguidores de Cinco Estrellas, hasta ahora han rechazado esa idea.
“El nuevo mantra de Cinco Estrella debería ser que es imposible e ilegal [formar] ninguna mayoría sin nosotros” dijo Jacobo Iacoboni, destacado analista político del diario La Stampa. “Es decir, nadie puede intentar excluirles del gran juego ahora”.
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El ascenso de La Liga
M5S no es el único partido que está de celebraciíon. Matteo Salvini, el líder (con 44 años) del partido populista y xenófobo La Liga —antes conocido como La Liga Norte— tuiteó “Grazie” a sus votantes justo antes de media noche mientras que él veía a su partido ascender al segundo puesto en las encuestas a boca de urna. El último recuento el lunes por la mañana dio a La Liga alrededor del 17,5% de los votos, aunque aún quedan por contar.
La Liga entró en las elecciones como socio menor en una coalición de centro derecha que también incluye al partido de Silvio Berlusconi Forza Italia y a los neofascistas Hermanos de Italia.
Pero conforme los votos se iban contando, Salvani parecía probable que emergiera en el asiento del conductor. Forza Italia tuvo un rendimiento menor, y está previsto que se sitúe varios puntos por debajo de La Liga con un 14%, según el Ministerio del Interior.
Berlusconi, antes con influencia, es ahora algo así como un mendigo político. El ex primer ministro contó a los votantes que la razón por la que su partido no cumplió sus expectativas fue que él no era el candidato, pues había sido expulsado de su cargo hasta el 2019 por fraude fiscal.
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Berlusconi esperaba dirigir a la coalición de centro derecha, poniendo a Antonio Tajani como primer ministro hasta que él pueda volver al poder el próximo año.
Ahora, Berlusconi ha quedado relegado a los caprichos de Salvani. El lunes, Salvani dijo a los periodistas que él mismo lideraría la coalición de centroderecha. “Millones de italianos nos pidieron que los guiáramos por la incertidumbre”, dijo. “Los guiaremos. Veo esto como un voto par el futuro, no para el pasado”.
Salvini, que en una ocasión metió un bulldozer en un campamento en Roma e introdujo una legislación para autobuses segregados “solo para italianos”, se reinventó a sí mismo en esta campaña electoral. Últimamente ha guiado a su partido hacia un enfoque más centrista.
Salvini es un firme defensor del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Incluso viajó a un acto de campaña en Filadelfia en 2016 y publicó una fotografía con el entonces candidato presidencial. Salvini hizo campaña bajo una pancarta de ‘Italia primero’, claramente tomando prestada una de las frases favoritas de Trump.
El partido de centroizquierda Partido Demócrata, bajo el mandato conjunto del ex primer ministro Matteo Renzi y el primer ministro Paolo Gentiloni fue el perdedor indiscutible de las elecciones del domingo. El partido parecía haber conseguido solo alrededor del 19% del voto general, y su coalición de centroizquierda alrededor del 23% en total.
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Ganarán unos pocos puntos por una nueva ley electoral que da a los miembros de las coaliciones líderes el porcentaje de esos partidos que consigan menos del 3% de los votos, pero no será lo suficiente como para que marque una diferencia.
Berlusconi y Renzi se reunieron el domingo en lo que ahora parecen charlas desesperadas. Incluso si improvisan alguna especie de nuevo compromiso de coalición centrista, seguramente no podría solidificar suficientes puntos porcentuales para formar una mayoría.
Ahora el balón está en el tejado del presidente Sergio Mattarella. Una vez que se certifiquen los votos, probablemente a última hora del lunes, él comenzará a reunirse con los ganadores para iniciar lo que se espera que sean tensas negociaciones después de una campaña tan dura. Los italianos esperan a ver con quién se reúne primero.
“¿Dará el presidente italiano Sergio Mattarella la responsabilidad de formar gobierno a Salvini o a Di Maio?”, tuiteó Iacoboni. “En cualquier caso, será muy difícil evitar a un líder populista, más o menos euroescéptico, y más o menos antiinmigrante”, añadió.
Ese sentimiento es el único en el que todos parecen estar de acuerdo.
El cambio, al parecer, es la única certeza.