(CNN) – Wuhan fue el epicentro original. Después, el coronavirus migró a Europa. Nueva York fue el próximo foco crítico, y ahora las autoridades de salud a nivel mundial están preocupadas por Sudamérica.
La región en conjunto ahora está reportando más casos diarios que Estados Unidos. Y la política parece haber determinado los enfoques, muy diferentes, que han adoptado varios países de Sudámerica, con el aparente triunfo de la ideología sobre las mejores prácticas médicas en algunos casos.
En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador señala que reanudará los viajes en el país para arrancar importantes proyectos de obras públicas, incluido un nuevo ferrocarril en el sureste. En Brasil, el presidente Jair Bolsonaro desafió a las propias autoridades sanitarias del país al participar en múltiples manifestaciones de apoyo a su gobierno, el exmilitar de derecha incluso se da la mano con simpatizantes y carga a niños en sus brazos. Y en Nicaragua, el presidente Daniel Ortega convirtió la pandemia de coronavirus en un problema político, asegurando que sus oponentes son los que quieren que la gente se quede en casa para crear una crisis financiera, lo que socava el país y su gobierno.
En un fuerte contraste, otros jefes de estado en América Latina han implementado medidas drásticas para frenar la propagación del covid-19. El presidente de Perú, Martín Vizcarra, extendió la emergencia nacional hasta finales de junio y creó un grupo de trabajo nacional para acelerar los esfuerzos de labores humanitarias, que incluyen medidas obligatorias de aislamiento social. En El Salvador, el presidente Nayib Bukele está enviando a quienes incumplan el toque de queda a los “centros de contención de cuarentena” administrados por el gobierno, una medida que fue declarada inconstitucional por la Corte Suprema.
Sin embargo, a pesar de los diferentes enfoques de las autoridades regionales y nacionales, Latinoamérica como región ahora enfrenta una dura realidad común: la pandemia parece ser imparable, independientemente de los esfuerzos realizados.
La semana pasada, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que América del Sur se había convertido en el nuevo epicentro de covid-19.
La historia de dos países
Esta semana, Brasil superó a Rusia en el número de casos confirmados de covid-19 y se convirtió en el segundo país del mundo con la mayor cantidad de personas contagiadas, después de Estados Unidos.
“Hemos visto muchos países sudamericanos con un número creciente de casos y claramente existe una preocupación en muchos de esos lugares, pero ciertamente el más afectado es Brasil en este momento”, apuntó Mike Ryan, director ejecutivo del programa de emergencias de la OMS, durante una rueda de prensa en Ginebra el pasado 22 de mayo.
Aún a pesar de la propagación masiva del coronavirus en Brasil, las diferencias entre Bolsonaro y los gobernadores estatales sobre cómo manejar la crisis se han agudizado. El presidente ha criticado con frecuencia a los gobernadores por tratar de hacer cumplir las medidas de confinamiento y distanciamiento social, insistiendo en que la economía es lo primero.
La oposición brasileña sostiene que ya es suficiente. Alessandro Molon, legislador de Brasil y miembro del Partido Socialista, le dijo a CNN que es hora de destituir al presidente Bolsonaro. “Este es un momento en que nuestro país debería estar unido, luchando juntos contra esta enfermedad. Desafortunadamente, hemos descubierto que el principal aliado del virus y su mejor amigo es el presidente”, aseveró Molon.
Su vecino Perú, que reaccionó rápida y estrictamente para contener el virus, también ha visto un aumento drástico en los casos a pesar de todos sus esfuerzos. Aunque impuso órdenes de confinamiento, toques de queda y cierres de fronteras, los expertos en salud dicen que la desigualdad de ingresos obligó a los pobres a aventurarse fuera de sus hogares para trabajar, ir por comida e incluso hacer transacciones bancarias.
Las personas abarrotaron supermercados y bancos, aumentando el riesgo de transmisión. El número de infecciones ahora amenaza con agobiar al sistema de salud descentralizado de Perú.
En ningún lugar del país esto es más evidente que en La Victoria, un distrito de Lima, la capital, con la mayor incidencia de casos de covid-19 en toda la nación. Este martes, un video viral en las redes sociales mostró al alcalde George Forsyth pidiéndoles desesperadamente a las personas, en una calle a reventar, que se fueran a casa.
Uno de los mayores problemas de Perú es la economía informal, sostuvo Forsyth. El mercado Gamarra en La Victoria, por ejemplo, es el centro textil más grande de América Latina y la mayoría de los trabajadores allí laboran por día. Se calcula que alrededor del 70% de las personas en Perú trabajan en el sector informal. “Este no es el momento de ir a nuestro hermoso pero golpeado distrito porque es el más infectado de todo el Perú. Esto plantea grandes riesgos y es por eso que le pedí a la gente que no viniera”, señaló el alcalde Forsyth.
La desigualdad es un factor… pero no el único
Es probable que la inequidad económica extienda el alcance del coronavirus, y esa es una preocupación especial en muchos países de América Latina. Según un informe reciente del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, Latinoamérica tiene 8 de los 20 países con mayor desigualdad económica del mundo.
Los latinoamericanos pobres tienen menos posibilidades de acceder a recursos como saneamiento, agua corriente y vacunación, escribió Linnea Sandin, directora asociada y miembro asociada, del Programa CSIS Américas y autora del informe. “También es más probable que vivan en vecindarios con sobrepoblación o carezcan de agua corriente, lo que significa que el aislamiento, el lavado frecuente de manos y la desinfección son extremadamente difíciles”, indicó.
Sin embargo, incluso las personas más pobres pueden ser protegidas con medidas gubernamentales decisivas y un sistema de salud pública sólido y unificado. Costa Rica, por ejemplo, aparece en el índice de Gini como el país número 16 más desigual del mundo. Sin embargo, con 0,20 muertes por cada 100.000 personas, la nación centroamericana de cinco millones tiene una de las tasas de mortalidad covid-19 más bajas de América Latina.
María Dolores Pérez, representante de la Organización Panamericana de la Salud en Costa Rica, le dijo a CNN que el sistema de salud del gobierno del país, que cubre a casi el 95% de la población, permitió a las autoridades de salud lanzar un esfuerzo coordinado contra la propagación del virus.
“La fortaleza del sistema de salud de Costa Rica y su cobertura universal en el país, así como la cualidad de su sistema de vigilancia epidemiológica han sido factores cruciales. Otro factor clave ha sido el compromiso de los costarricenses para combatir el virus porque confían en su sistema de salud y creer en él. Es por eso que se han adherido a las pautas del gobierno”, explicó Pérez.
Seguir las pautas le permitió a Costa Rica recientemente aliviar su economía nuevamente. El Ministerio de Salud aprobó una reapertura gradual de hoteles, cines y playas. Algunos establecimientos pueden permanecer abiertos hasta las 10 p.m. de lunes a viernes.
E incluso los trabajadores informales han podido regresar a sus actividades, aunque no sin precauciones. Walter Steller, que vende boletos de lotería en el centro de San José, la capital de Costa Rica, volvió al trabajo por primera vez desde el comienzo de la pandemia. Como la mayoría de las personas en el centro, lleva una máscara.
“Si la gente no hace caso a las advertencias, el problema volverá a ser grave”, dijo Steller a CNN. “Algunas personas piensan que esto ha terminado, pero tienen que darse cuenta de que esto no acaba”.