(CNN) — Uno de los niños que figuran en el video Kony 2012, visto por millones de personas por todo el mundo, fue una de las víctimas del guerrillero de Uganda Joseph Kony. En la actualidad, ya es un hombre y cree que ya es hora de que se aplique justicia contra el caudillo.

Jacob Acaye, de 21 años, volvió a la aldea de la que fue secuestrado por el Ejército de Resistencia del Señor y habló de por qué no se deben olvidar los crímenes cometidos por Kony.

Su historia ha conmovido a millones de personas desde su aparición en Kony 2012, video producido por la organización humanitaria Invisible Children que ha causado impacto en la red y ha reavivado el interés del público por lograr la captura del líder ugandés. Los críticos han cuestionado la veracidad del filme y han lanzado advertencias de que en él se simplifica la situación del país africano.

Hace más de dos décadas que Kony desató su furia por primera vez en el este de África. Desde entonces, la Corte Penal Internacional lo busca por haber cometido crímenes contra la humanidad.

Las acciones de Kony aterrorizaron a Uganda en una brutal campaña contra el gobierno y la población civil. Desde que fue expulsado del norte de Uganda, en 2006, ha operado principalmente en la República Democrática del Congo y la República Centroafricana.

Invisible Children pretendía dar a conocer el nombre de Kony e impulsar el apoyo mundial para acabar con los asesinatos, violaciones, secuestros y otros abusos cometidos por el Ejército de Resistencia del Señor.

El joven Acaye está sentado a pocos metros de donde fue plagiado, dijo a CNN: “Cuando un hermano esté en problemas, cuando cualquiera esté en problemas se debería importarle al mundo.”

“Los crímenes de Kony se han cometido desde hace 26 años. Lo que demuestra que no estamos resolviéndolo. Si hay alguna manera de que alguien ayude a que esto termine, ¿por qué no se involucran los americanos?”

“Para mí la crítica al documental Kony 2012 es injusta, si dijera lo contrario no estaría aquí. No hubiera podido ir a la escuela. No hubiera podido hablar con ustedes porque no tendría esperanzas en la vida. Había llegado a un punto en el que decía: ‘puedo morir en este momento’, porque pensaba que esa sería la solución inmediata a mi sufrimiento, ¿saben?”

Acaye vivía en Koro, una pequeña aldea polvorienta, con una una serie de chozas circulares cerca del camino principal que recorre de norte a sur. Tan sólo una vereda atraviesa la aldea y se puede ver ocasionalmente a un gallito vagando de choza en choza.

Acaye estaba en cuclillas a las orillas de Koro mientras contaba que había visto una versión reciente de la película de Kony, y agregó: “Me trae muchos recuerdos. Muchas veces me entristezco al verla”. Los rebeldes del ERS atacaron Koro en plena noche y derribaron la puerta de la choza en la que dormía. Asegura que esa noche se llevaron a 40 niños.

Acaye dijo que su hermano intentó escapar, pero que el movimiento de Kony lo capturó y lo ejecutó. La imagen de su hermano asesinado fue lo que hizo que el joven se diera cuenta de que su única opción era intentar escapar. Logró llegar a la ciudad de Gulu, a 11 kilómetros de su aldea, a un refugio en el que por fin estuvo a salvo.

Hoy, luego de más de cinco años de paz en el norte de Uganda, muchos se preguntan si la película que difunde de los crímenes de Kony llegó demasiado tarde. Acaye persigue los sueños de la infancia que creía perdidos: estudia Leyes en Kampala, la capital de Uganda. Dice que el ERS ha abandonado su aldea, pero que la justicia debe hacerse valer.