Por Roland S. Martin
Nota del editor: Roland Martin es un columnista y autor sindicado del libro The First: President Barack Obama’s Road to the White House. Es comentarista para la cadena TV ONE y anfitrión/editor general del noticiero dominical matutino, Washington Watch with Roland Martin.
(CNN) – Cuando la leyenda del basquetbol Michael Jordan se dirigía a la prensa después de un juego de los Chicago Bulls o los WashingtonWizards, los fanáticos jamás vieron a la súper estrella con sudor en su frente o una toalla alrededor de su cintura tras terminar su baño.
Consciente de su imagen, Jordan se vestía en un cuarto aparte y no en el vestidor con todos los demás. Así al salir a la luz, portaba un traje y zapatos. Algunos jugadores caminan desnudos inconscientes de los extraños que merodean por ahí; otros usan toallas enrolladas a su alrededor, incluso, se visten frente a los periodistas que no están a más de tres metros de distancia.
Tal vez Jordan debería aconsejar a Catalina Middleton, la duquesa de Cambridge y esposa del príncipe Guillermo, y debería de darle una lección o dos sobre lo que necesitas hacer en este obsesivo mundo de los medios, ahora que las fotografías de sus senos han sido publicadas en un diario francés.
Los británicos están horrorizados con el incumplimiento del protocolo y el Palacio de Buckingham amenaza con tomar acciones legales. Buena suerte con eso. Sería mejor sentar a Catalina con la misma persona que tuvo que asesorar al príncipe Enrique después de que su trasero desnudo fue exhibido en una suite de Las Vegas.
No soy menos sensible a la impresión y el horror provocado a la joven pareja tras ver fotos de ellos mismos bronceándose en su propiedad privada de Francia. Mi mamá y mi papá me enseñaron que si yo no quería que alguien viera mis “partes privadas” no las mostrara en público para que cualquiera mirara.
Durante décadas, nos hemos acostumbrado a los alocados paparazzi que invaden la vida personal de las celebridades. ¿Imágenes de Lindsay Lohan sin ropa interior, o Paris Hilton bajando de su auto? Comprobado. ¿Famosos sin talento como Kim Kardashian, protagonista de una cinta sexual para nivelar el camino de los ricos? Listo. ¿Videos de teléfonos celulares de las celebridades haciendo lo que quieran a quien quieran en clubes nocturnos? Sí.
Nuestra cultura no solo lo ha aceptado sino que dependemos de ello. En serio, ¿Tú crees que esas revistas o sitios web que publican fotos de las celebridades tomando café o entrando a una tienda, pierden dinero? No. Vivimos la era del exhibicionismo y los lentes a gran distancia de los paparazzi satisfacen nuestra necesidad insaciable por basura.
“Entretenimiento sin sentido” es lo que he escuchado decir a algunos colegas sobre ello. Así lo clasifican.
Sería grandioso que las celebridades pudieran ser solo ellos mismos. Y es terrible que no se puedan olvidar de las pretensiones y cenar con amigos sin pensar que alguien tiene una cámara para grabar los momentos más íntimos de la cita. Pero ese mundo nos dejó hace mucho tiempo y no regresará, mientras los fotógrafos puedan continuar con su cosecha de pagos de seis cifras, los sitios web acumular millones de visitas y cobrar más dinero a los anunciantes por cada seno famoso que expongan.
Despreciable y degradante, como lo quieran llamar, pero también crea una situación que necesita sentido común. Catalina, a menos que de verdad sepas que no hay ojos espías o una cámara lista para fotografiar, no te broncees al desnudo.
Todo ese griterío e indignación no detendrá la exhibición de otra celebridad o miembro de la familia real que elija aparecer con un “traje especial” en su próxima fiesta de cumpleaños. Culpen al fotógrafo todo el día (es un trabajo que nunca he querido). Pero si ella no se hubiera quitado la parte de arriba de su traje de baño, no estaríamos con esta discusión.
¿Cierto, Michael Jordan?
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Roland Martin.