Por Chris Boyette, CNN
(CNN) – Desde la década de 1960, las mujeres pasan cada vez más tiempo en ambientes laborales formales, lo cual implica menos tiempo para los quehaceres domésticos.
Gracias a la tecnología, quedarse en casa y hacer las tareas domésticas es más fácil que en el siglo pasado. Esto, sumado a la naturaleza sedentaria de muchos empleos modernos, al tiempo libre que la tecnología nos brinda y a la predominancia de los televisores, las computadoras y las tabletas, afecta negativamente a la salud de las mujeres y de sus hijos, según un reporte publicado recientemente.
“Los humanos han automatizado actividades en todos los ámbitos de la vida diaria (…) desde el trabajo hasta el hogar (…) Sin embargo, no estamos insinuando que las mujeres deberían dedicarse más a las labores domésticas”, dijo el director del estudio, Edward Archer, de la Escuela Arnold de Salud Pública en la Universidad de Carolina del Sur en Columbia.
“Nuestro ‘mundo’ ya no necesita de la actividad física intensa o moderada. Por ende, las mujeres (y los hombres) necesitan dedicar más tiempo a ejercitarse deliberadamente para contrarrestar la disminución de la actividad diaria”, dijo.
Este análisis es parte de un estudio de 2011 basado en datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU., en el que se determinó que son cada vez menos los empleos que requieren de movimiento constante y de levantar objetos pesados en comparación con otras épocas, además de que cada vez se pasa más tiempo frente a una computadora o hablando por teléfono, lo que ha provocado que tanto hombres como mujeres suban de peso y que aumenten los índices de obesidad.
Sin embargo, de acuerdo con Archer, ese estudio se concentró en los hombres y mujeres que trabajaban en ambientes laborales formales y no tomó en cuenta a las personas que trabajan desde casa en la manutención de un hogar; la mayoría de estas personas son mujeres.
En el nuevo estudio se buscó complementar los datos de 2011 al examinar los cambios en el estilo de vida y la actividad física de las mujeres en el trabajo —y en las labores en casa— a lo largo de los últimos 45 años.
Archer y sus colegas reunieron datos de un archivo extraordinario de “diarios de uso del tiempo” escritos por miles de mujeres a partir de 1965 y que forman parte del Estudio del Uso del Tiempo American Heritage, en el que se documentaron las horas que las mujeres dedicaron a diversas actividades a lo largo de su día.
En el estudio se analizó cuántas calorías consumían las mujeres durante esas tareas y cómo con los años cambió la actividad física y la energía que se consumía cada día.
Los resultados no sorprendieron. Según el estudio, en 1965 las mujeres dedicaban en promedio 25.7 horas a la semana a limpiar, a cocinar y lavar la ropa. En 2012, esa cifra se redujo a 13.3 horas a la semana.
En el estudio se descubrió que las mujeres también reportaron haber pasado más tiempo que nunca frente a una pantalla, ya sea televisores, computadoras o tabletas.
Es obvio que en 1965 las mujeres no tenían computadoras, pero pasaban ocho horas semanales en promedio viendo televisión, mientras que en 2010, las mujeres, que tienen más pantallas para mirar, reportaron 16.5 horas a la semana.
“No es que al lavar los platos se consuma más energía que al ponerlos en la lavavajillas”, dijo Archer. “Se trata de lo que haces con el tiempo libre que te proporciona la tecnología. ¿Te sientas a ver televisión?”.
Sin embargo, el estudio no se diseñó simplemente para ver cómo los estilos de vida menos activos podrían estar elevando las tasas de obesidad entre las mujeres; también se estudió algo exclusivo de sus cuerpos: el embarazo.
“Lo más importante es que conforme las mujeres se vuelven más sedentarias (no por pereza sino por la evolución de la tecnología), su metabolismo de la energía está menos regulado. Cuando una mujer está embarazada, el estado transitorio de hiperglucemia/hipertrigliceridemia provocado por la inactividad y los periodos prolongados de comportamiento sedentario inducen una disfunción metabólica en sus hijos y los predispone a la obesidad, la diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer”, según el estudio.
En otras palabras, la inactividad de una generación provoca obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares en la siguiente.
“La mano que mece la cuna determina la salud de la siguiente generación… Los niños están naciendo con un mayor número de células adiposas. Esto se debe a la inactividad materna prenatal y a la naturaleza productora de grasa del comportamiento sedentario”, dijo Archer.
“Si en verdad queremos tener impacto en la obesidad, necesitamos explicar que la inactividad y el comportamiento sedentario son dos de los cuatro jinetes del apocalipsis durante el embarazo (el alcohol y el tabaco son los otros dos) y que el efecto de estos comportamientos dura toda la vida”.