(CNN) — La idea llegó a la mente de Don Walker durante una de las actividades estadounidenses por excelencia: un partido de béisbol. Cuando quedó atrapado entre una muchedumbre en su camino hacia el estadio Turner Field en Atlanta, no pudo evitar pensar en lo que acababa de ocurrir en Boston: aficionados al deporte apiñados en un espacio pequeño, una bomba escondida en una mochila y luego, la muerte.
Eso no impidió que este hombre de Virginia Occidental disfrutara sus vacaciones en Atlanta. “Simplemente, pones más atención a las cosas”, dijo.
Eso mismo lo están haciendo los estadounidenses cada vez con más frecuencia, especialmente tras el atentado del lunes en el maratón de Boston, en donde murieron tres personas y más de 180 resultaron heridas cuando dos bombas explotaron cerca de la línea de meta.
En la capital del país, en una oficina del Senado en Michigan y en los televisores de todo el país fue patente la sensación de miedo y confusión mientras las autoridades lidiaban con una serie de reportes sobre paquetes sospechosos. En un momento dado, se evacuó el primer piso del edificio Hart en Washington, donde están las oficinas del Senado. Se hablaba de unas cartas que, según los estudios iniciales, contenían ricina, lo que recordó los temores que surgieron cuando, tras los atentados del 11 de septiembre, los legisladores recibieron por correo cartas con ántrax.
El jefe de la policía de Capitol Hill, Terry Gainer, reconoció en una carta dirigida a los senadores, que “hay un poco de ansiedad”. “A final de cuentas, este evento polifacético tiene un lado positivo”, escribió Gainer. “Los paquetes no eran peligrosos; no contenían alguna sustancia peligrosa; la persona involucrada era interesante, pero no era particularmente peligrosa aunque causó gran inquietud. Se le amonestó y se le liberó”. Gainer agregó que “este es el precio de que las instalaciones estén abiertas”.
El sospechoso en el caso de la ricina, Paul Kevin Curtis, fue arrestado el miércoles en su casa en Corinth, Mississippi. Se le acusó de amenazar al presidente y de enviar cartas amenazadoras, señaló el Departamento de Justicia el jueves.
En Oklahoma City, un camión rentado desató el pánico momentáneamente el miércoles antes de que la policía indicara que todo estaba en orden. El incidente ocurrió 18 años después de que Timothy McVeigh detonara una devastadora bomba afuera de un edificio gubernamental en la ciudad, en donde murieron 168 personas.
También está el caso de Nueva York: al día siguiente de los atentados en Boston, los habitantes nerviosos de la normalmente férrea ciudad hicieron cuatro veces más llamadas para reportar objetos sospechosos que en un día cualquiera del año anterior, dijo el comisionado de la policía de Nueva York, Raymond Kelly.
Las autoridades lo llaman estar en alerta. Linda Simmons, de Georgia, lo llama “estar buscando siempre una vía de escape”. No sálo lo ocurrido en Boston ha hecho que adquiera esa mentalidad. Fueron los atentados terroristas del 11 de septiembre; la masacre de hace un año en Aurora, Colorado, y los tiroteos en la escuela de Newtown, Connecticut. “Todo, todo lo que ha pasado”, dijo.
La reacción es comprensible, dijo Michelle Majewski, profesora de la Universidad Marian en Wisconsin. Dice que el caos que se desató el lunes en Boston nos recuerda las cosas en las que preferiríamos no pensar. “Que todos somos vulnerables”, dijo. Esa vulnerabilidad es algo que la policía reconoce muy bien.
Las autoridades reforzaron la seguridad en todo el país en respuesta a los atentados en Boston. Cientos de agentes de la Guardia Nacional permanecieron en activo en la ciudad el miércoles para apoyar a la policía.
Como en muchas otras ciudades, el eterno blanco del terrorismo, Nueva York, intensificó las medidas de seguridad y las mantendrá en vigor “hasta que sepamos más acerca de lo que realmente ocurrió en Boston”, dijo el lunes el alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg.
En Londres, las autoridades se comprometieron a revisar las medidas de seguridad del maratón programado para este fin de semana. Sin embargo, los expertos en seguridad dicen que es imposible prevenir cada bomba, cada disparo, cada tragedia, en especial cuando se trata de grandes eventos en exteriores.
“Manténganse en alerta. Es necesario”, dijo Mike Brooks, analista de seguridad para el programa In Session y la cadena HLN, y exdetective en la división de inteligencia de la policía metropolitana de Washington.
Sin embargo, los expertos en seguridad están preocupados de que con el tiempo, muchos estadounidenses se cansen de mantener un alto nivel de alerta. “Como país tendemos a bajar la guardia con el paso del tiempo”, dijo Andy Lamprey, vicepresidente de la empresa de seguridad Andrews International y antiguo supervisor del equipo SWAT del departamento de policía de Los Ángeles.
El interés en el caso de terrorismo en Boston “se mantendrá unos días, tal vez una semana, y luego se volverá un recuerdo distante para la mayoría de las personas”, dijo.
Eso ocurrió tras los atentados del 11 de septiembre. Un mes después, casi seis de cada 10 estadounidenses estaban preocupados de que ellos o algún ser querido fueran víctimas de un ataque terrorista, según una encuesta que hizo Gallup en ese entonces. Para 2011, esa cifra se había reducido a poco más de uno de cada tres, casi igual que antes de los atentados de 2001.
“Es la vieja historia de gritar que viene el lobo y tarde o temprano la gente empieza a ignorarlo. Se cansan de escucharlo”, dijo Lamprey. “Es muy difícil permanecer en un elevado estado de alerta. No puedes hacerlo todo el tiempo”.
En Oshkosh, Wisconsin, los corredores emprenderán un medio maratón este fin de semana. La directora de la carrera, Gloria West, dijo a la filial de CNN, WBAY-TV, que ciertamente pensarán mucho más en la seguridad. Boston estará presente. Pero eso no los disuadirá, dijo a la estación.
“Queremos dejar en claro que no podemos quedarnos en nuestras casas”, dijo.
Miguel Márquez, de CNN, colaboró con este reportaje.