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Por Eliott C. McLaughlin

(CNN) — El tema ha entrado y salido del debate nacional durante décadas: ¿cómo debe actuar Estados Unidos respecto de la marihuana?

Todos han escuchado los argumentos respecto a la salud y a los problemas sociales, los probables ingresos fiscales, los temas de seguridad pública y el alivio al sobrecargado sistema penitenciario del país en el debate de la legalización, pero no se ha dicho casi nada nuevo.

El país ha dejado de concentrarse en el tema abstracto de “si” se legalizará al debate más tangible sobre el “cómo”, señaló Beau Kilmer, codirector del Centro de Investigaciones sobre Políticas Relativas a las Drogas de la corporación RAND y coautor del libro Marijuana Legalization: What Everyone Needs to Know (Lo que todos deben saber acerca de la legalización de la marihuana).

El cambio en las posturas respecto a la marihuana es parte de un cambio mayor que se ha dado en la opinión colectiva del país. Apenas esta semana, luego de que Sanjay Gupta, de CNN, cambiara su postura respecto a la marihuana de uso medicinal, el secretario de Justicia, Eric Holder, anunció una iniciativa para reducir las sentencias mínimas obligatorias por delitos relacionados con las drogas y un juez federal falló que la política de “detener y registrar” de la ciudad de Nueva York es anticonstitucional.

En junio, la Conferencia de Alcaldes de Estados Unidos citó al crimen organizado, al cambio en la postura nacional, a la eficacia de la marihuana medicinal y a los exorbitantes costos para los gobiernos locales como razones para emitir una resolución a favor de “que los estados establezcan sus propias políticas acerca de la marihuana”, postura similar a la que respaldan la Asociación Nacional de Abogados y la Cruz Roja.

“Me sorprende el incremento a largo plazo que se ha visto en el apoyo a la legalización de la marihuana en los últimos seis o siete años. No tiene precedentes. No parece algo accidental”, dijo Peter Reuter, profesor de Políticas Públicas de la Universidad de Maryland con 30 años de experiencia en investigación de políticas sobre las drogas.

Reuter, uno de los autores del libro Cannabis Policy: Moving Beyond Stalemate, dijo que cree que hay dos factores que desencadenan el cambio en la opinión nacional: que la marihuana médica ha reducido el estigma relacionado con la droga, lo que la hace “menos diabólica”, y que la cantidad de estadounidenses que la han probado sigue aumentando.

Se desvanece la resistencia

Cuando se legalizó la marihuana en los estados de Washington y Colorado, los opositores no pudieron reunir el dinero para combatir las iniciativas, a las que Reuter considera una “señal importante de que el país ya no está dispuesto a pelear esta batalla”.

En 1969, en una encuesta del Centro de Investigaciones Pew se demostró que el 12% de los estadounidenses respaldaban la legalización de la marihuana; ese mismo año, Gallup estimó que cuatro de cada 100 estadounidenses habían fumado marihuana. La semana pasada, Gallup reportó que esa cifra creció a casi cuatro de cada diez.

En las encuestas que Gallup, Pew y CNN/Opinion Research Corp. efectuaron durante los pasados tres años, se indica que la nación está dividida por poco.

Desde que se aprobó la marihuana medicinal en California en 1966, en otros 20 estados y el Distrito de Columbia se han aprobado leyes similares, mientras que en Colorado y Washington se ha legalizado su uso recreativo, medida que Alaska, California, Nevada y Oregon rechazaron en dos ocasiones entre 1972 y 2010, según la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales de Estados Unidos. En 16 estados se ha despenalizado la posesión de cierta cantidad de marihuana para uso personal desde 1973.

Mark Kleiman, profesor de Políticas Públicas de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), quien tiene la misión de moldear el sector de la marihuana legal en Washington, señaló que aunque las iniciativas recientes fracasaron en algunos estados, los resultados son reveladores. El eterno estado republicano de Arkansas votó sobre la marihuana medicinal en noviembre y el resultado estuvo muy reñido: 51% en contra y 49% a favor.

Un debate más informado

El tono del debate también es señal de que el país se acerca a un punto en el que la opinión pública provocará un cambio político. En vez de enzarzarse en un debate sencillo entre el sí y el no a la legalización, se hacen preguntas más detalladas: ¿Los cultivos deben ser grandes o pequeños? ¿Cómo será la estructura fiscal? ¿El modelo contempla empresas con fines de lucro? ¿Cómo se distribuirá la marihuana?

“Antes, nadie había tenido que enfrentarse realmente con esas decisiones… Esas decisiones realmente moldearán el costo y los beneficios del cambio de políticas”.

El zar antidrogas del presidente Barack Obama, Gil Kerlikowske, dijo en 2010 que la legalización de la marihuana “fracasaría”, afirmación que la Oficina de Políticas Nacionales sobre el Control de las Drogas considera cierta actualmente.

La oficina enfatiza que la política gubernamental sobre las drogas para 2013 toma una nueva dirección al darse cuenta de que Estados Unidos no puede curar la añeja epidemia de drogas solo con arrestos.

John Kane, juez federal de Colorado, declaró en diciembre que cree que la marihuana seguirá el mismo camino que recorrió el alcohol en la década de 1930. Al final de la Prohibición, explicó Kane, los jueces desestimaban rutinariamente las violaciones o condonaban multas tan triviales que los fiscales dejaron de presentar casos.

Los estados a la vanguardia

Kleiman dijo que la infraestructura que está ayudando a implementar en Washington podría servir de modelo para otros estados, pero idealmente preferiría un modelo que incluyera la legalización federal y que permitiera que los usuarios cultivaran su propia marihuana o que patrocinaran cooperativas.

“Todo lo que quiero hacer es imposible mientras sea ilegal a nivel federal”, dijo Kleiman. “Para cuando se logre la legalización federal, ya habrá sistemas en funcionamiento en cada estado”, lo que dificultará la homologación de los controles a nivel nacional.

El movimiento por la legalización ha cobrado impulso, dijo, y no predice que retroceda. En 10 años, los que lo propopen podrían manejar la política a nivel nacional, aunque es difícil hacer una predicción mientras persista la prohibición a la marihuana, señaló. “Ahora tiene sustento. Si lo tendrá es otra cuestión”, dijo.

Mientras tanto, se espera que los estados sigan encabezando el movimiento. En Alaska podría ponerse a votación una propuesta de legalización el año próximo, mientras que en Maine, Rhode Island, California y Oregon podría intentarse en 2016, ya que la elección presidencial promete llevar a más votantes jóvenes a las urnas.

“Creo que mucho dependerá de cómo resulte la legalización en Colorado y Washington… también de cómo responda el gobierno federal”, dijo Kilmer. “Aún no sabemos cómo abordarán el tema de lasinstalaciones para la producción comercial en esos estados”.

La siguiente presidencia podría fácilmente retroceder sobre sus pasos, como podría hacerlo en los temas de las condenas mínimas obligatorias, dijo Kilmer, pero aunque el futuro de la marihuana es incierto, es claro el cambio de actitudes en el país, no solo desde la década de 1960, sino desde hace apenas una década. Eso da esperanzas a los defensores, aunque no se atreven a hacer predicciones.