Por Eoghan Macguire, para CNN
(CNN) — En la ciudad costera de Mariel, en el noroeste de Cuba, toma forma un ambicioso proyecto de infraestructura que representa la economía en evolución de la isla comunista.
Bajo el brillo intenso del sol del Caribe, se termina de construir una enorme zona de libre comercio (ZLC) y un puerto mercante. Cuando quede terminado, el complejo tendrá capacidad anual para hasta un millón de contenedores (tres veces más que el puerto de la Habana, a apenas 45 kilómetros de allí) y contará con un muelle de 700 metros, que se espera que reciba a algunos de los mayores buques de carga del mundo.
El puerto recibió parte del financiamiento gracias a préstamos de Brasil y la obra corre a cargo de Odebrech, la constructora brasileña; la operación del puerto estará en manos de la empresa PSA de Singapur. Mientras tanto, la ZLC pretende atraer empresas internacionales a Cuba al ofrecerles bajos impuestos y un ambiente ligeramente regulado para producir bienes.
“La zona tiene el propósito de crear un ambiente especial en el que el capital extranjero tenga mejores condiciones que en el resto del país”, señaló en septiembre el ministro de Comercio Exterior e Inversiones de Cuba, Rodrigo Malmierca, durante una visita a Beijing.
El proyecto de 900 millones de dólares imita a desarrollos parecidos y ZLC que han surgido en las últimas décadas en naciones comunistas en rápido desarrollo, como China y Vietnam, aunque los expertos dudan que Cuba siga el mismo camino que los “tigres asiáticos”.
Aunque el Partido Comunista afirma que el control estatal tendrá prioridad, el ambicioso proyecto es el más reciente de una serie de reformas controladas que se han implementado desde que Raúl Castro llegó al poder en 2008. El gobierno ya disminuyó el control sobre muchos sectores y ha animado a los cubanos comunes a llenar el vacío con sus propias empresas privadas.
“Cuba está cambiando de piel y se está transformando en algo parecido a los modelos híbridos”, explicó Julia Sweig, socia del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos y autora del libro: Cuba, What Everyone Needs to Know (Lo que todos tienen que saber sobre Cuba).
“(Probablemente) esto consistirá en un sector privado mucho mayor, un sector social más reducido que conservará las protecciones sociales básicas, mayor autonomía personal y libertad económica para el pueblo cubano sin alejarse necesariamente del sistema de partido único”, agregó.
Acontecimientos regionales
Este nuevo rumbo económico —al que el gobierno se refiere como una “actualización” del sistema económico socialista— y el desarrollo de Mariel en particular han presentado varios desafíos y oportunidades concretas para Cuba, explicó Sweig.
La ampliación del canal de Panamá (que quedará terminada en 2015) implica que una cantidad cada vez mayor de los barcos más grandes del mundo pasarán pronto por el Caribe, lo que brindará a Cuba la oportunidad de beneficiarse como puerto de transferencia gracias a su ubicación estratégica favorable.
Las economías en rápido crecimiento de la región —como Brasil, México y Chile— ofrecen posibilidades nuevas para la inversión extranjera y para entablar relaciones comerciales. Ha aumentado la importancia de desarrollar nuevas relaciones a causa de las condiciones volátiles que se viven en Venezuela, cuyo gobierno de izquierda vende petróleo subsidiado a Cuba y sostiene relaciones comerciales altamente favorables para la isla.
Uno de los puntos esenciales en esta amplia estrategia es Mariel. De acuerdo con Carmelo Mesa, profesor de Economía y Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh y autor del libro Cuba Under Raul Castro: Assessing the Reforms (Cuba bajo el poder de Raúl Castro, análisis de las reformas), el puerto y la ZLC son por mucho el proyecto de desarrollo más importante en la isla.
“El objetivo para Mariel y la zona libre es expandir la infraestructura, aumentar las exportaciones, reducir las importaciones y desarrollar proyectos de alta tecnología que crearán empleos”, explicó Mesa. “Esto es importante ya que el gobierno cubano indicó que no se necesita a entre 1.300.000 y 1.800.000 trabajadores del sector estatal y que es necesario despedirlos”.
“Las exportaciones cubanas generalmente consisten en materias primas, excepto los productos farmacéuticos y de biotecnología, pero esto representa solo el 8% (de las exportaciones). Así que ellos quieren agregar valor a productos como computadoras y electrodomésticos y expandir la biotecnología”, agregó.
Romper con el pasado
Sin embargo, no hay certeza de que el plan económico más amplio y la inversión en Mariel logren estos objetivos.
El embargo comercial que impuso Estados Unidos hace 51 años sigue restringiendo la capacidad de Cuba para comerciar libremente con sus socios internacionales. Ningún barco que atraque en Cuba puede entrar a Estados Unidos en seis meses. Si se levantara el embargo, la ZLC tendría una ubicación favorable (a solo 190 kilómetros de Florida) y serviría como un sitio de bajo costo para las empresas que pretendan fabricar y distribuir sus productos en el mercado estadounidense.
En las condiciones actuales, habría que convencer a los inversionistas internacionales de elegir a Cuba y no a sus competidores cercanos. Algunos países como Panamá, Jamaica y la República Dominicana ya cuentan con zonas de libre comercio en su territorio.
Mesa también señala que la creación de zonas de desarrollo económico durante el gobierno de Fidel Castro en la década de 1990 y a principios de la década del 2000 que se expandieron rápidamente antes de que “se volviera a centralizar la economía” provocaron que muchas empresas extranjeras se retiraran de Cuba.
De acuerdo con Diego Moya Ocampos, especialista en Cuba de la firma de análisis IHS Global Insight, muchos inversionistas todavía consideran que Cuba es un “ambiente hostil a los negocios” y se mostrarán altamente escépticos a cualquier apertura de la economía. “Tomarán esta apertura con cautela… aún hay que analizar los beneficios fiscales y regulatorios potenciales (de las ZLC)”, dijo.
¿Es el fin del comunismo?
A pesar de estos desafíos considerables, Cuba tiene mucho que ofrecer a las empresas internacionales, sobre todo una fuerza laboral bien capacitada: Cuba tiene una de las tasas de alfabetismo más altas, según datos del Almanaque Mundial de la CIA.
Sin embargo, Mesa identifica leyes que restringen la contratación directa de cubanos en las empresas extranjeras y que podrían desanimar a los inversionistas en la ZLC. Los empleados reciben su pago a través de una agencia gubernamental que toma las decisiones relativas a los salarios que reciben y que a menudo aumentan el costo de la mano de obra, aunque se espera que se implementen nuevas leyes relativas a la inversión extranjera.
Sweig señala que la eliminación de las restricciones a los viajes entre Estados Unidos y Cuba durante los últimos años y el cambio gradual en el discurso político de Washington indica que el tema del embargo se está suavizando. Sin embargo, todos coinciden en que, a pesar del intento de adoptar principios de mercado y de la reducción del control central sobre la economía, el principio del fin del comunismo en Cuba aún está lejos.
“(Los cubanos) saben que necesitan crear esta clase de conglomerados en los que puedan implementar políticas de libre comercio más agresivas sin afectar necesariamente la dinámica económica de los cubanos comunes”, dijo Moya Ocampos.
“Es pragmatismo”, agregó. “Cuba trata de actualizar sus estructuras para adecuarse a las nuevas realidades de América Latina”.
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