Por Christopher Hale
Nota del editor: Christopher Hale es un miembro principal de la Alianza Católica para el Bien Común, un grupo católico progresista de defensa política, y el cofundador de Millennial. Ayudó a dirigir la iniciativa católica a nivel nacional para la campaña de reelección del Presidente Obama en 2012. Puedes seguirlo en Twitter @chrisjollyhale.
(CNN) – Cuando la edición no. 41 de la Marcha Anual por la Vida inicie en Washington el miércoles, los titulares serán predecibles: “Los conservadores se unen para protestar en contra del aborto”.
Eso es desafortunado, porque para mí está claro: proteger la vida de niños que aún no han nacido debería estar en el corazón de la agenda de los progresistas.
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Los progresistas creen que la sociedad continuamente debe extender su aceptación hacia todas las personas, sin importar quiénes sean.
Y ciertamente, el niño dentro del útero es un humano. Ésta no es una declaración religiosa o metafísica, sino una afirmación científica que es verificable al momento de la concepción.
En dicho momento, el niño tiene una composición de ADN completamente humana. El sexo del niño, su color de ojos y sus principales rasgos físicos ya han sido determinados en ese mismo instante. Desde el inicio, puedes decir que se trata de “él” o “ella”.
Un ser humano.
Y profundamente arraigada en la historia de la sociedad humana está la creencia de que todos los seres humanos tienen dignidad y el derecho de vivir con ella.
Como progresistas, promovemos el hecho de que el gobierno juega un papel crucial en proteger esa dignidad, especialmente entre aquellos que enfrentan condiciones sociales adversas: los pobres, los desempleados, las personas mayores, quienes no están asegurados, los padres solteros, los homosexuales y lesbianas -y sí- quienes aún no han nacido.
Esta inclusividad radical se encuentra en el corazón de la tradición progresista. Y aunque suena romántico, practicarlo no es fácil.
Requiere de una ciudadanía avanzada donde las personas y los líderes que hemos elegido constantemente buscan extender el manto de la justicia más allá de las normas actuales.
Ambas partes han fallado en este esfuerzo. Nuestros líderes en el gobierno continuamente crean y promueven políticas que en su lugar perpetúan una cultura desechable en la que las personas que no son consideradas valiosas para el avance económico son dejadas atrás.
Los progresistas que están a favor de la pro elección deberían rechazar esto. Pero al abogar por políticas que crean una falsa dicotomía entre apoyar a las mujeres embarazadas y proteger las vidas de los niños que aún no han nacido, son participantes determinados.
Estas políticas están arraigadas en un darwinismo social que hace que las personas se enfrenten unas a otras en la búsqueda de la vida. En breve, es la creencia de que si el niño vive, la mujer pierde. Pero en realidad, todos perdemos en un país donde la muerte de un niño inocente se considera una medida de progreso y libertad.
De hecho, ésta es la antítesis de una sociedad de pensamiento progresista. Y los progresistas que están a favor de la vida deben empezar a hacer que sus voces sean escuchadas al respecto, uno de los asuntos de justicia social más cruciales de nuestra época.
Sin embargo, también es importante establecer algunos límites. Los líderes republicanos en el Congreso podrían considerar que están a favor de la vida, pero sus políticas y sus acciones revelan que la mayoría de ellos simplemente están a favor del nacimiento.
Para estar verdaderamente a favor de la vida, no puedes simplemente respaldar el derecho que un niño tiene de nacer, sino también los derechos que la mujer embarazada tiene de recibir apoyo de su comunidad y su gobierno.
Todas las madres merecen tener acceso a cuidados prenatales de calidad, a servicios de adopción, suministros para el bebé, permiso por maternidad pagado y garantizado por el gobierno, cuidado infantil y atención médica asequible de calidad.
En sus tres años de liderazgo, los Republicanos de la Cámara han aprobado numerosos proyectos de ley que reducen considerablemente el marco social que protege tanto a la madre como al niño durante los primeros años formativos de la vida de un niño.
No puedes estar a favor de la vida y en contra del gobierno, y no puedes estar a favor de la vida y en contra de las mujeres. No funciona.
También debemos encontrar el valor social para defender la paternidad. Demasiados hombres han luchado por cumplir su papel como padres, y nuestros hijos sufren a causa de ello.
Sin embargo, la culpa no radica en los hombres solamente. Una mala educación, un cumplimiento de la ley desigual respecto a las drogas y discrepancias en las sentencias crean injustas desventajas para algunas personas en nuestra sociedad. Mientras abordamos estos problemas, también debemos poner a trabajar todos los recursos educativos de nuestro gobierno y nuestras comunidades para enseñarles a los hombres cómo ser padres incluso en medio de las injusticias sociales que existen.
En el análisis final, es necesario que tanto una familia como una aldea críen a un niño. Estamos juntos en esta lucha, y debemos usar todo a nuestra disposición para darle a nuestros hijos lo que merecen: una vida, una familia y un futuro.