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Por Hakim Almasmari, CNN

(CNN) — Saná, la capital de Yemen, se ha vuelto un pueblo fantasma. Cientos de tiendas permanecen cerradas y las calles, que alguna vez fueron bulliciosas, se encuentran vacías.

El jueves por la mañana, casi todas las casas de la ciudad se sacudieron: el principio de la operación Tormenta decisiva anunció que una explosión masiva sonaría my cerca, sin importar en qué punto de Saná estuvieras.

Arabia Saudita envió ataques aéreos a las posiciones de los rebeldes hutíes en Yemen, esperando eliminar a los presuntos aliados iraníes que derrocaron al gobierno y tomaron el control del país en días recientes.

Miles escaparon de Saná, pero quienes se quedaron viven a base de alimentos enlatados, temiendo que la operación emprendida por los saudíes tome más tiempo del esperado.

Mohammed Hashim, un contador que ha vivido en Saná durante 20 años, evacuó a su familia del área cuando las bombas comenzaron a caer.

“Estoy solo en casa ahora, pero mi familia está a salvo”, dijo a CNN. “No solo están preocupados por morir en un ataque aéreo—las explosiones de la noche no pararon y eran muy preocupantes. Quiero dejar Sana también, pero necesito alimentar a mis hijos”.

Las explosiones no se detenían: cada minuto del día y cada varios segundos por la noche.

El nuevo lugar favorito para dormir es debajo de las escaleras, es la mejor forma de salvar a tu familia de un bombardeo.

Por lo menos 32 personas, la mayoría civiles, han muerto desde que los ataques saudíes comenzaron, de acuerdo con el Ministerio de Salud controlado por los hutíes.

El ministerio indicó que la cantidad de muertos puede ser mayor y que muchos cadáveres y heridos permanecen todavía entre los escombros.

Miles de familias se dirigieron a zonas rurales con la esperanza de que los bombardeos saudíes no lleguen hasta ellos. Quienes son demasiado pobres para irse, solo rezan por su seguridad.

Las escuelas cerraron, pero no hay niños en las calles. Los cortes de electricidad duran 10 horas cada día y los residentes temen que lo peor esté por venir.

En los últimos días, cientos de ataques han tenido por objetivo la brigada de misiles controlada por los hutíes y ubicada a las afueras de la ciudad, de acuerdo con autoridades militares hutíes.

La segunda noche de ataques, 15 localidades de la provincia de Sadá, hogar del líder supremo de los hutíes, fueron golpeadas.

El ataque en el distrito de Kitaf, en Sadá, golpeó un bazar y mató a cuatro personas; más de una docena de personas resultaron heridas, de acuerdo con el comandante.

Otro ataque aéreo, en Sadá, provocó la muerte de seis civiles de una familia cuando su casa fue derribada.

Decenas de miles de manifestantes pro-hutíes se reunieron en Saná el viernes para llamar a una yihad contra Arabia Saudita y pidieron unión en la batalla contra los vecinos del norte.

Al-Houthi condenó la operación saudí, pero indicó que los yemeníes no se quedarán quietos durante mucho tiempo. En entrevista el jueves con la cadena al-Masirah TV, dijo: “Si un arma trata de invadir nuestro país, probaremos que Yemen será la tumba de nuestros invasores”.

Los hutíes ordenaron el cierre de los medios opuestos a ellos. Los rebeldes sitiaron la oficina de la cadena Al Jazeera en Saná y los canalesSuhail y Yemen Shaban cesaron sus transmisiones.

El periódico Al Masdar fue cerrado y más de una docena de sitios de noticias—incluyendo el del partido político Sunni Islah— corrieron con la misma suerte.

Estos movimientos se dan en represalia por el cierre de los canales de televisión hutíes, ordenado por el presidente Abdu Rabu Mansour Hadi, quien huyó del país.

Nadie sabe cuánto durará el ataque saudí en Yemen, pero Mohammed Hashim sabe a quién culpar por la crisis:

“En lugar de llegar a un acuerdo político, los partidos yemeníes ven el colapso de Yemen”, dijo.

“Todavía hay esperanza, todavía la hay. Pero los líderes políticos necesitan despertar y salvar a Yemen antes de que sea demasiado tarde”.