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Los pasos finales de Trump hacia la presidencia
04:46 - Fuente: CNN

Washington (CNN) – 2016 fue el año en que las controversias políticas siempre estuvieron a la vuelta de la esquina. Y 2017 promete ser igual de impredecible.

Durante la mayor parte de 2016, Donald Trump sólo tuvo poder sobre su credibilidad personal en la contienda hacia la presidencia. Pero ahora que se ha ganado el premio mayor, sus decisiones y conductas afectarán a millones de estadounidenses y a la estabilidad y prosperidad del resto del mundo.

Estos son los 17 asuntos, preguntas y tendencias que marcarán la movida política cuando empiece la era Trump este enero.

¿Cambiará la presidencia a Trump o Trump transformará la presidencia?

¿Será que el estilo no ortodoxo del nuevo comandante en jefe romperá las convenciones ceremoniales del mayor cargo en la política mundial? ¿O las duras responsabilidades y las decisiones de vida o muerte que deberá tomar cada día le pondrán un alto a su estilo desenfrenado y su forma dispersa de hacer política y marcar anotaciones en Twitter? Dentro de poco, la estrella de reality shows se convertirá en presidente, comandante en jefe, cabeza de Estado y la cara de Estados Unidos en el exterior. A pesar de todas las excentricidades sin precedentes y giros de la campaña presidencial de 2016, Trump nunca se ha enfrentado a tal examen de conocimiento, temperamento y escrutinio público.

El reinicio de la relación con Rusia en la era Trump

Trump ha prometido reparar las tortuosas relaciones entre Estados Unidos y Rusia, elevando así las expectativas en Moscú y creando un alto interés sobre su nueva relación con el presidente Vladimir Putin. Se cree que las sanciones impuestas por el país norteamericano, tras la anexión de Crimea desde Ucrania, podrían ser levantadas y las dos partes terminen trabajando en estrecha colaboración para combatir a ISIS en Medio Oriente. Sin embargo, los últimos dos predecesores de Trump intentaron reiniciar las relaciones con Rusia. Iniciativas que fracasaron en buena parte por el proyecto político central de Putin de reconstruir la influencia perdida de Moscú a expensas del poder de Washington. ¿Podrá Trump hacerlo mejor?

El precio de revocar el Obamacare

Nada ha animado más al Partido Republicano en los últimos seis años que el deseo de revocar la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio. Ahora, junto a la administración Trump, tienen la oportunidad de hacerlo en el Capitolio. Pero también tienen una responsabilidad con los millones de personas que reciben asistencia médica bajo este programa. La velocidad con que la administración logre ofrecer una alternativa viable y el hecho de que preserve los aspectos populares del Obamacare dictará el precio político que deberá pagar el presidente electo por eliminar una política pública de tal magnitud.

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La prueba de seguridad nacional

Trump, el vicepresidente electo Mike Pence y quienes fueron designados para los cargos superiores en el Departamento de Estado y la CIA carecen de experiencia reciente para asumir las posiciones más altas del gobierno encargadas de enfrentar una crisis de seguridad nacional. Tal desafío podría surgir bastante rápido ante, por ejemplo, el programa nuclear de Corea del Norte o un ataque terrorista. La crisis pondrá a prueba el enfoque poco ortodoxo de Trump a la hora de gobernar y la calidad de la asesoría que le da el equipo de seguridad nacional que lo rodea.

El calor frente al tema del cambio climático

Durante su campaña, Trump prometió retirarse del acuerdo climático de París. Recientemente, también ha dicho que tiene “una mente abierta”. Sin embargo, la naciente administración, en lo que se refiere a la selección del personal y la política pública, está sugiriendo que revocará las regulaciones de la era Obama diseñadas para reducir las emisiones de Estados Unidos. Aún cuando Trump no inicie el complicado proceso de retirarse del pacto, los pasos que emprenda la Casa Blanca bajo su mando podrían causar la lenta erosión de dicho compromiso, si el país no cumple sus compromisos.

Construir el muro

Trump edificó su campaña sobre la furia que tienen los republicanos de base contra los migrantes indocumentados. La promesa que hizo de construir un muro en la frontera sur y obligar a México a pagar por él adquirió una gran importancia simbólica. De cómo Trump supere los desafíos políticos y prácticos de este proyecto dependerá el estilo de su presidencia. Las acciones que emprenda para expulsar a los inmigrantes indocumentados y los planes de investigación “extrema” que ejecute contra visitantes e inmigrantes de países musulmanes definirán su legado en un tema que ayudó a catapultar su candidatura en la elección presidencial.

El acuerdo con Irán

En repetidas ocasiones, Trump se ha burlado del acuerdo nuclear con Irán, el proyecto central en la política exterior que el presidente Barack Obama impulsó en su segundo mandato, e incluso prometió renegociarlo y lograr un pacto mucho más duro. Como el acuerdo no se sometió como un tratado ante un Congreso hostil, Trump tiene el poder ejecutivo de detener la implementación con el movimiento de un bolígrafo. Sin embargo, el pacto también involucra a aliados extranjeros y es muy poco probable que ellos estén dispuestos a restaurar las sanciones contra Teherán. Ahora, la decisión de retirarse del acuerdo podría llevar a Trump a un camino impredecible que, eventualmente, plantee la posibilidad de una acción militar.

Los demócratas

Uno de los factores que escapará del control de Trump, pero que igual influirá en el curso de su presidencia, son los demócratas. El partido sigue tambaleándose sobre la derrota que sufrió el pasado noviembre y carece de una filosofía central clara, la dirección futura o el banco de los candidatos talentosos que se lanzarán en 2020 a la presidencia. Chuck Shumer, el nuevo líder de la minoría del Senado, será una ficha clave a la hora de organizar la resistencia frente a la agenda de Trump y para defender el legado de Obama. Para las elecciones de mitad de mandato en 2018 será crucial que los demócratas logren que Trump gaste todo su capital político confirmando su gabinete y sus potenciales nominados a la Corte Suprema, así como en la implementación de su agenda.

Los republicanos

Hasta ahora, el Partido Republicano no puede creer su suerte con la victoria y decisiones del presidente electo. Trump ha construido un gabinete de conservadores que podría ser el mejor pronóstico del movimiento para consagrar sus ideas sobre temas fiscales, sociales y domésticos. Una oportunidad que no se presentaba desde la administración Reagan. Sin embargo, después de la primera ola de reformas, es posible que empiecen a surgir los problemas. Aún no es claro si Trump está dispuesto a ir tan lejos como los republicanos en el Capitolio a la hora de transformar derechos como la atención médica, por ejemplo. Es probable que la dinámica de los controles y equilibrios del sistema político de Estados Unidos lleven, antes o después, a un conflicto entre la Casa Blanca y los líderes del Partido Republicano en el Congreso.

¿Acabará Trump con décadas de política estadounidense frente a China?

Trump prometió catalogar a China como manipulador de divisas desde su primer día en el poder. También podría imponer aranceles comerciales a los productos chinos y amenazó con discutir en la mesa de negociaciones la línea roja más apreciada de Beijing: Taiwán. ¿Está realmente listo el nuevo presidente para desencadenar una fuerte confrontación con quien es el creciente rival de la superpotencia de Estados Unidos?

La economía

El nuevo presidente heredará una economía que ha pasado los últimos ocho luchando por alejarse de estar al borde de una segunda gran depresión. El desempleo está en el 4,6%, el crecimiento del PIB due del 3,5% en el tercer trimestre. Así que la administración entrante recibe una plataforma fuerte. La receta de Trump para reducir los impuestos que probablemente beneficien a los ricos y la idea de eliminar las regulaciones tienen a los republicanos pronosticando una gran expansión económica. Aún así, las amenazas del presidente electo sobre sanciones comerciales contra China y el voto de renegociar acuerdos como el TLCAN podrían implicar un impredecible para la economía mundial. Trump, además, tiene que encontrar la manera de cumplir sus promesas de levantar a los votantes de cuello azul que han perdido sus empleos con la revolución tecnológica y con las economías de salarios bajos en el extranjero: los que ayudaron a ponerlo en la Casa Blanca.

La OTAN y Occidente

La elección de Trump ha causado una profunda inquietud en Europa y Asia por sus críticas a las alianzas que ha mantenido Estados Unidos y que han sido centrales la estabilidad global desde la Segunda Guerra Mundial. Trump prometió lograr que los aliados en Europa y Asia paguen más por la protección de su país. Él entiende los pactos más como negocios transaccionales que como bloques de construcción del poder global de Estados Unidos. Los gobiernos de ambas regiones luchan para descifrar la manera exacta en que Trump se acercará a ellos y lo que esto significa para su propia seguridad. Además, el deseo de Trump de mejorar las relaciones con Rusia ha sacudido algunas potencias de la OTAN, especialmente aquellas que antes estaban en el Pacto de Varsovia y que están profundamente preocupadas por los desafíos territoriales revanchistas de Putin.

Conflictos de interés

Ningún presidente en la era moderna ha asumido el cargo con una telaraña tan intrincada de arreglos comerciales en Estados Unidos y en el exterior como Trump. Todavía tiene pendiente la promesa de ofrecer una conferencia de prensa para explicarle al país su estrategia para evitar posibles conflictos de intereses. Aún cuando Trump se aparte completamente de su compañía, sigue bajo una intensa presión por demostrar que la presidencia es su única preocupación cuando asuma el 20 de enero. Si fracasa, el tema podría perseguir su gestión y desafiar su capacidad para salir bien librado de las controversias más perjudiciales.

El arte de negociar

Trump se presentó ante sus votantes como el único hombre capaz de conducir a Estados Unidos hacia una mejor posición mundial. Tanto así que prometió que no seguiría permitiendo el accionar de naciones como China, que a su parecer destroza a su país. También aseguró que sus capacidades únicas a la hora de hacer negocios restablecería la fe de muchos republicanos en el poder y el prestigio de Estados Unidos. Además, insinuó que las complicadas ecuaciones geopolíticas que rigen las relaciones con naciones como Irán, Corea del Norte y Rusia y Oriente Medio podrían ser desbloqueadas por sus habilidades de negociación. En casa, ya empezó la labor: Trump intervino directamente ante empresas estadounidenses como Carrier, para salvar empleos, y Boeing, en un intento por recortar los costos en las adquisiciones de defensa. Cuando asuma la presidencia, sus exigencias y credibilidad estarán en la línea.

¿Se está cocinando una guerra mediática?

Trump disfruta el hecho de desempeñar un papel y se destacó ante a los medios de comunicación como un enemigo políticamente rentable durante su campaña. Ya hay indicios de que su Casa Blanca romperá la forma cómo la presidencia negocia con la prensa. De hecho, los periodistas se preparan para un periodo contencioso con un presidente que los llama “deshonestos” y critica obsesivamente todo lo que hacen.

Los votantes

La última década ha sido de una extraordinaria turbulencia política en los Estados Unidos por cuenta de los votantes. Han entregado la Casa Blanca y las mayorías en el Congreso a ambos partidos, durante elecciones moldeadas por una profunda desilusión con Washington y con los políticos tradicionales. Trump es el punto culmen de esta tendencia, pues ganó la presidencia cuando se lanzó como el extraño que definitivamente enfrentaría a las instituciones desacreditadas y a los negocios usuales. Hasta ahora, Trump ha estado a la altura de esas expectativas y la manera en que los votantes respondan determinará la evolución de la política nacional: no sólo en 2017 sino en los años venideros.